• Con demagogia no pagan proyectos de gobierno ni programas sociales
Miguel A. Rocha Valencia
Por más que se hagan “ahorros” y se pretenda extirpar la corrupción arraigada en la administración pública federal o locales, el dinero no va a alcanzar y de no aplicar medidas fiscales urgentes, el pretendido déficit previsto en la ley de ingresos de 2025, no se va a alcanzar, sobre todo porque de entrada el aumento del dólar hace que la deuda se encarezca en pesos además de los programas sociales “progresivos” que absorben más del 10 por ciento del gasto público.
Y aunque se descuenten más de 800 mil millones de pesos que usó el ganso para comprar el agradecimiento del pueblo bueno y ganar la elección presidencial, por ley no pueden echar atrás los programas clientelares, ni borrar los pagos por servicio de la deuda contraída por el gobierno que prometió no endrogarse “como otros”.
Es decir que a pesar de reducir el déficit mediante el descuento en el gasto público de más del seis por ciento al 3.5 por ciento, eso no significa que habrá dinero para todo y que es cuestión de optimizar el gasto porque a final de cuentas, el programable es uno y no se puede mover, especialmente en materia de pensiones y deudas.
Para eso tendrían que eliminarse algunos lastres que gravitan de manera determinante en los ingresos y egresos como son los casos del Pemex y CFE, así como las obras realizadas en la era del tlatoani de la 4T y que son defendidas a capa y espada por su sucesora con (A).
Porque las dos empresas públicas y por ello intocables, registran pérdidas muy importantes que como en el caso de Pemex se reflejan en sus impagos por más de 400 mil millones de dólares, la no entrega de aportaciones por ventas de crudo ni otros impuestos que les son perdonados para que pueda cubrir los créditos pendientes lo mismo con proveedores como la pesada carga en dólares que la tiene en quiebra y cuyos documentos ya casi son declarados basura por parte de la calificadora Moody’s.
Son más de 400 mil millones de dólares por los cuales debe pagar de entre el seis y 11 por ciento de intereses anuales y como no le alcanza, se le perdonan obligaciones fiscales y se le inyectan recursos presupuestales.
Algo similar, pero en menor escala ocurre con CFE que no reporta ganancias y debe inyectársele dinero público para que se mantenga más o menos a flote, pero si alcanzar a renovarse como se tiene planeado especialmente en lo referente al uso de materiales fósiles en la generación y que le permitan contribuir a un mejor ambiente.
Si a todo lo anterior se suman los programas clientelares y su aumento proyectado (deben ser progresivos de acuerdo con la ley) pues harán falta billetes no sólo para mantener y terminar el Tren Maya, el aeropuerto de Tizayuca y su aerolínea sino también la dichosa refinería de Paraíso, Tabasco que sigue sin producir lo proyectado, ya pasa de los 18 mil millones de dólares y hay qué pagarle lo que falta de instalaciones.
Es decir, dinero, dinero y más dinero, pero este escasea y por más que le busquen no va a alcanzar y deberá recurrirse al endeudamiento más allá del 3.5 por ciento del PIB como se tiene previsto. Nada más el diferencial entre el dólar de 18.50 y de 20.50 ya es un problema que costará muchos miles de millones de pesos, con todo y que ese mismo tipo de cambio favorezca el que el Banco de México entregue remanentes al fisco. No cuadran las cuentas.
De ahí que con todo y que la insistencia de quien “no es nada”, por aplicar una reforma fiscal “para que los ricos paguen más”, tenga algún fundamento en la realidad y se deba aplicar, pero ojalá la realicen mediante negociaciones y no con imposiciones para no espantar más a los dueños del dinero quienes seguramente están buscando nuevos horizontes para colocar sus capitales, especialmente los colocados en papeles gubernamentales.
Ante la realidad que ya nos alcanzó, sería la mejor alternativa, y no sostener por vil demagogia una situación fiscal que no es la mejor, que resulta harto deficitaria y no cumple su función redistributiva.
Porque estar como vamos, exprimir a los de siempre y no buscar nichos de causantes especialmente en la informalidad, elusión legal y evasión, nos va a llevar a que nos e cumplan proyectos o se recurra al endeudamiento por arriba de lo autorizado y al final tengamos que pagar un costo social mucho más alto del que ya está previsto.
Y si algunos bienes y servicios públicos deben aumentar como lo hicieron con el TUA del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para pagar los cuatro mil 500 millones de dólares pendientes dela fibra verde instrumentada para construir el NAIM, que se haga y no se sostengan de manera demagógica para no pagar costos sociales o de tragedias.
Por ejemplo, si el Metro necesita dinero para mantenimiento o crecimiento pues que se ajusten tarifas o que pague el Estado de México la parte del servicio que reciben sus habitantes.
Es un ejemplo, pero como ese, hay muchos más nichos donde podrían obtenerse recursos si no se quiere llegar a la reforma fiscal que o ya está programada o el zacatecano que la pide se está brincando las trancas.