¿Misión cumplida?
• Deja el ganso país en ruinas y la corcholata parece que acabará destrucción
Miguel A. Rocha Valencia
Lo mismo que el nacional socialismo, la “revolución cubana” que la bolivariana, la 4T se alzó sobre el discurso contra gobiernos que hicieron de la corrupción, excesos de poder y complicidades criminales su sello característico, pero no para acabar con esos vicios sino para hacerlos suyos y convertirlos en el cimiento de un régimen autoritario lleno de vilezas contra las instituciones democráticas y la sociedad civil.
El segundo piso, promete la corcholata presidencial, será más de lo mismo, la construcción de un régimen sin contra pesos que acabará con el equilibrio de poderes con un mando autocrático, tiránico que no augura mejores tiempos para los mexicanos y sí un camino de penurias sin retorno a la democracia, al menos no por la vía pacífica y en corto plazo.
Porque lo que compró los votos del pueblo “agradecido”, se terminará, los recursos financieros que se hoy se reparten gratuitamente sin soporte financiero o actividad económica, terminarán, así como la capacidad de endeudamiento y el deterioro de los servicios públicos para revertirse después, en demandas no atendidas de derechos otorgados y que no podrán darse por incapacidad monetaria.
Lo que hoy se regala tiene un límite, ya no hay fideicomisos, se acabaron los ahorros, los fondos de contingencia, la extorsión a causantes, la base tributaria llegó a su límite y, millones de mexicanos sumidos en la economía informal, no habrán de cotizar y a cambio, gravitarán en la demanda de servicios públicos y, desde luego, en la delincuencia.
En el marco de las mentiras institucionales de trenes Maya y Transístmico inacabados, con subsidios y propiedad de militares, a una refinería que finalmente no refina y un aeropuerto que no alcanza y cuesta a los contribuyentes, iniciará un nuevo sexenio donde pocas expectativas positivas se abren y que como afirma Benjamín González Roaro en su artículo “Siete semanas peligrosas” traerán riesgos muy graves que parece desdeñar la futura presidenta de México.
Nos enfrentamos a cambios constitucionales que podría dar un retroceso mayor a la economía mexicana que ya de por si es incapaz de crecer a más del uno por ciento sexenal, con la mayor deuda interna y externa donde el gobierno que no iba a pedir prestado, “sólo” se endeudó con siete billones de pesos y convirtió a las dos paraestatales CFE y Pemex, en barriles sin fondo a las cuáles se desviaron más de un billón de pesos y se les condonaron pagos al fisco por casi 600 mil millones y sufrieron pérdidas sexenales por arriba de los 850 mil millones de pesos.
Eso sin contar con las compras de una “nueva” refinería de 22 mil millones de dólares y la adquisición de las 13 plantas de Iberdrola en más de 120 mil millones de pesos. Y la gasolina, en vez de estar a 10 pesos litro, está en 26.
Todo eso y los caprichos presidenciales, propinaron un golpe muy fuerte a los mexicanos caídos en pobreza laboral, sin servicios médicos y educación para llorar, y eso que aún no tocamos fondo, pero la “científica” lo logrará, ya lo dijo.
Se cumple la promesa del ganso: “lo mejor es que se va a poner peor”, ese es el encargo que le hace a su pupila quien a pesar de las advertencias de especialistas dice que seguirá adelante no importan tampoco las señalas reales como las fluctuaciones del peso que podría quedar como hace seis años, la advertencia de que se alejarán inversiones nacionales y extranjeras por más de 70 mil millones de dólares y eso, hará que el PIB, de nueva cuenta, deje de crecer como con los de “antes”, los odiados y corruptos neoliberales.
Y es que, en el fondo, el discurso cuatrotero habla de “igualar” pero no mejorar y eso se traduce en una propuesta de empobrecer, no de enriquecer, de contraerse no desarrollarse y en suma, no nos espera un mejor México sino una de mayor mediocridad, eso sí con todos los vicios que se engendran con la corrupción, las complicidades y la impunidad donde ya no se distingue “como antes” a los delincuentes de cuello blanco y los hampones.
Hoy tenemos cárteles en el poder político, con un presidente cuestionado incluso internacionalmente por su pasividad ante el crimen organizado que dejará como herencia no sólo 200 mil asesinatos y 51 mil desaparecidos sino también, regiones del país entregadas a la delincuencia donde la gente huye incluso a otros países en busca de seguridad y oportunidades.
Durante este sexenio se fueron cerca de dos millones de mexicanos, la mayoría al norte y lo nunca visto, familias enteras al sur.
Para colmo tenemos una oposición que ya ni pinta y sujetos que en su momento dieron esperanza, hoy renuncian a sus entorchados académicos, dimiten de sus aspiraciones y prefieren “ser nada” que hacer valer la norma, los valores democráticos y la Constituciones que hoy da sustento a la división de poderes.
Llevados por el ansia de poder y dinero, se arrojaron todos a los pies del tlatoani, se rindieron y poco les importó le país y ese pueblo por el cual se desgañitaron en tribuna, pudieron más sus “valores” personales y tribales que hacen valen hasta la ignominia y que a los mexicanos se los lleve la tristeza…
Porque no hay duda, viene un periodo de mucha tristeza para quienes soñamos con un país grande y ciframos esperanzas en un futuro mejor para nuestros descendientes.