Continúa destrucción
• No para ganso su labor y con fuerzas oscuras, pretende implantar terror
Miguel A. Rocha Valencia
Dicen los que saben que las matazones e impunidad del crimen organizado no son casuales, que son parte del plan de la chachalaca tabasqueña para crear terror en áreas donde no quieren a la 4T, le anchan la investidura presidencial con mentadas de madre o hay algún personaje que no se le somete con obediencia ciega.
Por eso no se acababa la violencia en Zacatecas donde hasta en la mera plaza cívica de la capital sembraban muertos, pero según dicen, una vez que se sometió Ricardo Monreal Ávila en sus aspiraciones u observaciones contrarias a las iniciativas presidenciales y por arte de magia desaparecieron las ejecuciones.
Igual sucederá afirman cuando el gobierno de Guanajuato cambie de manos o se someta, lo mismo que Jalisco, entidades donde se registra el mayor índice de violencia, según dicen que por la disputa de las plazas entre cárteles.
Todo lo contrario, sucede en Sinaloa, cuna del crimen organizado y donde las empresas delincuenciales prosperan tanto que hasta el presidente se viste de luto y manda su pésame a los deudos de la mamá de Joaquín Guzmán Loera.
Antes, la visitaba y se paraba a saludarla pues ella no manchaba la investidura presidencial como ocurre con las madres buscadoras o víctimas como el caso de los Le Barón en Sonora.
Es decir que de acuerdo con los mal pensados que luego sueltan la lengua de más a pesar de ser cercanos al profeta cuatrotero, los grupos criminales “grandes”, constituidas en empresas, están ligados al poder, lo cual se comprueba con la impunidad y respeto que les otorga el sacerdote supremo de Palacio en cuidadosas y respetuosas homilías.
Lo que no se dice aunque así debe ser pues es la costumbre, es que ese respeto y protección tienen signo de dólares y también se corresponden en “especie” cuando son requeridos, ya sea sojuzgando comunidades, secuestrando disidentes o “enemigos” o generando terror donde se necesite como ocurrió durante meses en Zacatecas cuando el hijo pródigo mostró ambición de más y contradijo al tlatoani con el trato a empresarios y clases medias, amén de que se atrevió a hacer algunas observaciones a iniciativas llegadas del olimpo donde solo caben serviles.
Porque, por ejemplo, en Chiapas, aunque la presencia criminal es flagrante y cínica, “no pasa nada” y en el Estado de México si hay matazones, sólo se investigan mientras en Guanajuato asesinan a estudiantes de medicina y se les transforma en delincuentes o en fármaco dependientes que “se metieron con un grupo criminal equivocado” y por lo tanto no merecen sus padres siquiera el pésame presidencial, pero si la recriminación.
Jalisco no se salva pues su gobernador Enrique Alfaro Ramírez tampoco se somete, no se sumó al Insabi y es un crítico abierto a algunas ordenanzas del ganso, aunque claro al final no se pelea y mantiene una línea que tampoco le favorece mucho en Palacio, tan es así que a él no le aplaude la plañidera matutina ni lo propone para candidato como lo hace con el otro mandatario emecista que resultó un vulgar pelele que se presta para todo hasta para muñeco de ventrílocuo sin importar hacer el ridículo.
Por todo ello resulta infantil lo que el mesías tropical intenta hacernos creer, quien además de ser un contumaz delincuente electoral, muestra una más que sospechosa cercanía a los grupos criminales, especialmente con los de Sinaloa, el gobernado por el impresentable Rubén Rocha Moya quien está en la nómina de seguridad de Culiacán.
Tan es así que en sus propias palabras no puede ignorar quiénes son las cabezas de las empresas criminales, dónde están ni qué negocios hacen. Incluso algunos de “sus gobernadores” están convertidos en los money man recolectores de embutes o transmisores de instrucciones, empezando por Rocha Moya hasta llegar a Sonora con Alfonso Durazo, pasando por Colima donde las matazones siguen.
Y lo peor es que de todo esto está enterado el caudillo de Tepetitán. Las fuerzas armadas saben quiénes, dónde y qué hacen los criminales. Lo del Estado de México se conocía hace años lo mimos que lo de Michoacán y Guerrero. Pero no se toca a los criminales, no se les persigue y los cuerpos de seguridad sólo son reactivos, llegan horas después de las masacres, no atienden llamadas de auxilio de la población y todo, como lo hacen en palacio, se centra en “se va a investigar”. Pero de ahí no pasa.
Todo lo sabe el ganso, se le informa de quién es quién, qué aporta cada cual, y cómo se le puede cobrar, incluyendo procesos electorales. Tal vez por eso la urgencia por acabar con los organismos autónomos que como el INAI sacan a flote todo eso que intentan guardar debajo de la alfombra podrida ya por la corrupción de la 4T.