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Promesa de inversión

• Empresarios ofrecen 42 mil millones de dólares; hace seis años fueron 32 mil y no cumplieron

Miguel A. Rocha Valencia

Aunque todo fueron sonrisas, abrazos y aplausos, la verdad es que tras la careta de la foto, los empresarios que sólo ven dinero y éste no tiene patria, demandaron generar las condiciones propicias para la inversión: certidumbre jurídica, estabilidad macroeconómica y fin a la corrupción.

Lo mismo que hace seis años, aunque ahora elevaron la apuesta en diez mil millones de dólares más que como en aquella ocasión con el ganso, prometen colocar en proyectos de gobierno con inversión mixta o bien de manera directa en empresas privadas nuevas o ampliaciones de las ya existentes.

Al igual que la candidata electa, los empresarios sacaron sus mejores sonrisas, exprimieron los bolsillos y todos reunidos ofrecieron meter dinero a la economía para estimularla, México crezca y sus ganancias también.

Hace poco menos de seis años, 13 de junio de 2019, los 60 “grandes” dijeron que meterían de inmediato 623 mil millones de pesos como parte inicial de los 2.5 billones de pesos que necesitaba México para alcanzar el crecimiento deseado.

El ganso de Macuspana afirmaba que con esos “32 mil millones de dólares, creceremos al cuatro por ciento”. La oferta llegó a través de presidente del Consejo Mexicano de Negocios, Antonio del Valle quien tiempo más tarde explicaría que no se realizó la inversión prometida porque el gobierno no cumplió con su parte de meter dinero público.

Y es que en realidad el dinero fiscal destinado a inversiones, se fue principalmente a los proyectos presidenciales que están sin terminar o deben ser subsidiados.

La inversión privada ya lastimada y desconfiada no entró al Aeropuerto de Santa Lucía que quedó en manos de los militares desde el principio, menos a la refinería de Dos Bocas y muy lejos estuvieron de meterle al tren Maya, sobre todo por la inviabilidad financiera por lo cual, fue la banca pública la financiadora y sólo los tres empresarios consentidos encabezados por Carlos Slim, vieron crecer sus fortunas pues sirvieron de contratistas.

Ahora los mismos empresarios le ofrecen a la futura portadora de la banda presidencial de 42 mil a 47 mil millones de dólares en inversión que en pesos es la misma que le pusieron en bandeja al mesías tropical menos devaluación y con un billete verde que rondaba los 20 pesos por unidad.

Es el mismo paquete, las mismas promesas, las mismas sonrisas y los mismos deseos, el tema será si ocurre lo del sexenio que termina y no se cumplen especialmente porque los empresarios más allá de las sonrisas, palmadas y abrazos piden lo mismo: condiciones propicias para la inversión: certidumbre jurídica, estabilidad macroeconómica y fin a la corrupción.

Total, que con el caudillo de la 4T no se dieron las condiciones solicitadas por los dueños del dinero, se realizaron cambios desde Palacio Nacional a las reglas del juego y se recurrió desde el gobierno a ciertas obras de las más de mil contempladas a entregárselas a las comunidades en trabajos de autoconstrucción, a lo largo de los años vimos que muchas de ellas fracasaron, pero de gastaron dineros públicos en ellas. Lo barato salió caro.

Ahora se vuelve a presentar la coyuntura y aunque con las sonrisas de cartón de siempre, se ofrece lo mismo, la nueva inquilina de Palacio dijo que dará seguridades a la inversión, así lo dijo en su momento el profeta, pero cambió las reglas tanto que desde el exterior hubo reacciones muy fuertes. NO se olvide que la mayoría de los hombres de negocios mexicanos son simples colocadores de dinero extranjero supervisado por las calificadoras internacionales.

De ahí que el Bank of America advirtiera sobre el fenómeno a sus 100 principales inversionistas y empresas como Moody’s dijeran a sus asociados tener mucho cuidado con sus capitales. Por eso cuando se habla de ingresos récord de dinero foráneo, es porque regresan o se “reconvierten” a otros rubros e incluso sólo se trata de reinversiones de ganancias a capital, pero en realidad nada de eso sucede.

Por eso el hecho contable es que México no creció ni siquiera al 1.5 por ciento promedio en todo el sexenio y que en ningún momento estuviera cerca del cuatro por ciento. Es más si hoy entraran los 42 mil o 47 mil millones que dicen los del CCE, no se elevaría la prospectiva de este ni el siguiente año en que el Fondo Monetario Internacional advierte de una economía muy floja y no pasaremos del 1.8 por ciento este año y el siguiente puede ser peor.

Luego veremos si como en la reunión se dijo, el nuevo gobierno cumple con las garantías solicitadas y los empresarios hacen lo propio. No se nos olvide esa escena ya la vimos en 2019 y nadie cumplió lo prometido, ahora menos con la incertidumbre de las reformas que a la mejor son buenas por la decantación de jueces, magistrados y ministros, sino por ver hasta dónde se mete el crimen organizado y los partidos políticos con sus estructuras.

Esto es si en realidad el Poder Judicial, el INE o el Tribunal Electoral del Poder Judicial como instituciones mantienen una ya muy cuestionada independencia del Ejecutivo o si quedan sometidos a las decisiones de Palacio Nacional, es decir, sin autonomía.

Porque como en las elecciones pasadas, seguramente veríamos la mano del crimen organizado y entonces contaremos los muertos entre los aspirantes a jueces, magistrados y ministros y cuántos de los que lleguen son colocados por la delincuencia.

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