Yo Campesino

Retorcido

• Todo es culpa de los enemigos del ganso, hasta los 188 mil asesinatos del sexenio

Miguel A. Rocha Valencia

No sé cuál será el resultado de las elecciones del próximo domingo; las imágenes son contradictorias y nos pueden dar un adelanto: por un lado, decenas de personas que corren por su lunch al terminar mitin de la corcholata nos “habla” de la estrategia dádiva por voto; luego un niño grita: “no me quiero morir” pero se sumó a los 188 mil asesinatos que van en el sexenio, y finalmente, la expresión retorcida del profeta: “lo exageran los corruptos para hacerme daño”.

Se trata de tres fenómenos donde al parecer se impone desafortunadamente la tendencia a la mendicidad de millones de mexicanos que a la hora del reparto de lo que sea, corren para obtener el regalo sin siquiera pensar el costo del mismo.

Porque muy pocos de los millones de personas que hoy reciben algún tipo de dádiva “institucional” no piensan en lo que dan a cambio, no se dan cuenta que, con el regalo de dinero, cachuchas, playeras o tortas, empeñan su propio futuro y nos convierte en un país de pedigüeños, dependientes en este caso, de un tlatoani que sin recato alguno nos hipoteca a las tasas más altas de la historia, al 11 por ciento anual.

Criticable incluso para la oposición que también hace ofertas de regalar dinero a manos llenas para ganar clientela. El costo a mediano y largo plazo será muy alto porque al final, quede quien quede, los mexicanos todos deberemos pagar. Eso no es bienestar, es demagogia, engaño vil patentado por la 4T y adoptado por Fuerza y Corazón por México para lo mismo, conseguir clientela.

Y sin embargo los escenarios se amplían, ahí están, se ven tanto los actos de corrupción de los cuatroteros donde ahora los hijos del tlatoani se convirtieron en coyotes y sensores radicales de los “enemigos” de su papá, hasta el empoderamiento de una delincuencia organizada que corroe junto con la chachalaca tabasqueña el entramado social; unos con terror y el otro con persecuciones y condenas a priori y grotescas contra quien sea.

Desde palacio, la cizaña se puso a peso con un mesías tropical sin lazo ni balatas dispuesto a vengarse de todos sus “enemigos” bajo la aureola de mártir. Nadie lo detiene y en esa embestida que trasciende las fronteras se ve a las claras su intención de no ceder el poder absoluto salvo en su sucesora, pues no olvidemos que él es el dueño de la 4T a cuya sombra de impunidad se suman los que le temen y ven en la corcholata un endurecimiento contra políticos, medios, periodistas.

Por eso parece no importar que, frente a la dádiva, el razonamiento y los hechos poco valgan. Dejan de tener relevancia los 188 mil asesinatos, los actos de corrupción gravados y escritos de todos los cuatroteros, los de los “arrepentidos” que fueron feroces detractores del mártir de Macuspana y que hoy entienden aún más que los fundadores, en que consiste la cuarta transformación.

De ahí que, si el caudillo dice que el niño asesinado en Tabasco tuvo como fondo causarle daño a él y su proyecto, debe creérsele por más retorcido que se vea o escuche, pobre ganso, nadie lo quiere desde intelectuales hasta clasemedieros y desde luego, esos infelices neoliberales que sólo le quieren hacer daño, recuperar los privilegios perdidos y si es posible, ser convidados a la mesa del Señor.

Tampoco importa ante la dádiva o la amenaza que el crimen controle cada vez más espacios públicos, que invada la espera política abiertamente imponiendo sus candidatos y obligando a los partidos a solicitar permiso para designar a los suyos.

El control de la delincuencia es absoluto, lo veremos incluso en la capital del país donde el pago de piso incluso en el centro Histórico, es algo que no se van a dejar arrebatar y moverán todas sus fichas para gravitar en las decisiones ciudadanas.

Total, de últimos recursos tendrán a la autoridad electoral con la amlista Guadalupe Taddei, pero si eso no funcionara, ya está cantado el “fraude desde la oposición”, cando en la lógica simple el único que puede hacerlo es quien está en el poder

Ahora en Morena y aliados tienen a todos los tramposos desde expanistas y expriistas encabezados por los candidatos a las gubernaturas de Yucatán, Puebla, Chiapas, Guanajuato, Jalisco y Tabasco, hasta “coordinadores” como Javier Corral quien no sólo abusó del poder en Chihuahua, sino que además traicionó a su partido y es como otros apóstatas de la política, de los más fieros defensores de la 4T.

Por ello, se podrán decir muchas cosas, conjeturar acerca de quién ganará las elecciones del próximo dos de junio, pero lo cierto es que se vivirá una jornada histórica, como nunca en nuestro país. Especialmente por el clima de violencia que alcanza al mexicano común y a los políticos.

Estará en juego la elección de más de 20 mil cargos federales, estatales y municipales que incluyen la presidencia de la República, 500 diputados y 128 senadores que darán rostro al México del futuro.

La disyuntiva está muy clara: más asesinatos y corrupción con impunidad, el gasto en la compra de votos a través de programas sociales clientelares, la centralización de las decisiones públicas con menoscabo de los poderes de la Unión donde la judicatura quedaría sometida al arbitrio del ganso de Macuspana a través de su corcholata y un Congreso federal convertido en Oficialía de partes del Ejecutivo.

O se impondrá la razón, la ley y la posibilidad de un futuro alejado del autoritarismo con una presidenta para todos los mexicanos, alejada del régimen de un solo hombre, de líder de una gavilla rapaz que se sirve de la corrupción y la impunidad para socavar el presupuesto, la calidad de los servicios y desde luego, la democracia.

Veremos, por lo pronto, a votar todos.

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