Orlando Daniel Hernández
A cuatro años del feminicidio de la joven maestra, Jessica González Villaseñor la herida sigue, las huellas del acto deleznable no se han borrado.
Su familia, dio un ejemplo de lucha, perseverancia y fortaleza para encontrar justicia.
Marchas y exposiciones públicas en demanda de la aplicación de la Ley para el procesamiento de un feminicida encontraron eco, en medio de un sistema de justicia poco fiable.
La narrativa está ahí, más de 31 golpes por parte de su victimario, Diego Urik un joven de familia adinerada, quien enfrenta una sentencia de 42 años y 6 meses.
A Jessica González quien con su profesión de maestra la vida se le escapo fue víctima de golpes en la cabeza, cara, muslos y en general en toda parte del cuerpo, con huellas de abuso sexual.
Jessy, estaba enamorada de Diego y quería una vida feliz y dedicada a su trabajó.
Pero no lo logro, le arrebataron la vida en un lapsus.
La madre de Jessica, la señora Verónica ha expuesto públicamente los privilegios de Diego Urik al interior del penal de Mil Cumbres.
Él, señaló en su momento, cuenta con teléfono, gimnasio, y todo lo que quiere.
