Morena, el peligro para México, debe acabarse por la vía democrática y con la fuerza de votos inteligentes y determinados
Jorge Hidalgo Lugo
Se esperaba como un acto de congruencia ante el crecimiento inusitado que desde hace semanas registra Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz entre los potenciales electores del país, pero desafortunadamente para ella no fue una acción personal y debió ser su impresentable dirigente nacional, Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas, quien diera a conocer que Beatriz Paredes Rangel deberá bajarse de la contienda en busca de representar al Frente Amplio por México en los comicios del año por venir.
La reacción de la senadora Tlaxcalteca ha sido de alto grado de madurez política pero no cayó en el terreno de la diatriba y dejó muy claro que cualquier decisión al respecto deberá pasar por el resultado final que arrojen las encuestas y ese sondeo de opinión diseñado por los impulsores de esta pretendida coalición partidista, en busca de tener elementos para competir contra el aparato de Estado que tiene muy aceitado Andrés Manuel López Obrador.
Resuelto como está para no perder los comicios presidenciales, el patibulario personaje que fragua toda clase de artimañas desde las catacumbas de Palacio Nacional, se muestra desubicado y aunque matizados, no deja de lanzar ataques en contra de la hidalguense mientras logra convencer a Dante Delgado Ranauro, para que sirva de mercenario a favor de la causa de Claudia Sheinbaum, quien se perfila como próxima beneficiaria del dedazo presidencial.
Mientras que el de Macuspana trabaja en su soledad palaciega ofertando premios de consolación a quienes no apoyará para competir por la presidencia y consumar sus sueños de un Maximato obradorista, las reacciones que tendrá Marcelo Ebrard Casaubón siguen levantando el morbo pues mientras unos pocos dicen que se disciplinará a cambio de otro hueso, hay quienes afirman se desmarcará del proyecto morenista, aunque haya reiterado que se mantendrá dentro del mismo pase lo que pase.
De esta manera el ambiente en ambos frentes está más que caldeado, porque en la ruptura que puede haber dentro del partido de Estado se encuentra una posibilidad real y fuerte de acabar con la hegemonía que ha tenido desde el 2018, Morena y sus promiscuos aliados del Partido del Trabajo y Verde Ecologista, ambos acostumbrados a vender sus favores al mejor postor y esta vez no será la excepción.
Es más, la incertidumbre que prevalece en caso que López Obrador doblegue al dueño de lo que queda de Movimiento Ciudadano, mantiene con incertidumbre a los usufructuarios de las siglas PT y Verde, pues temen ser desplazados en las preferencias por lo que quede del partido naranja y los hagan menos en el reparto de posiciones que obligadamente deberá operar en materia de candidaturas federales y estatales.
En tanto que los opositores podrían estar más relajados siempre y cuando no confundan que la fuerza creciente que denota la Señora “X” no está precisamente en las estructuras del PRI, PAN o PRD, sino en ese amplio sector denominado apartidista que se ubica en la sociedad civil, real y auténtica fuerza opositora que debe ser cultivada si de ganar posiciones en los comicios se trata.
Esto es, la popularidad que ha ganado Xóchitl Gálvez no es un logro de partidos, mucho menos de haber puesto a funcionar a sus respectivas militancias o liderazgos, que diezmados y sin futuro hasta antes de la disruptiva que generó la hidalguense, siguen en espera que les tiren línea y se muevan en consecuencia.
La apuesta del Frente Amplio por México no debe ceñirse a la menguada fuerza que tienen entre los electores y mucho menos, sacar a relucir sus ambiciones facciosas o de grupo, porque si alguien corre riesgo de extinción son precisamente los partidos tradicionales.
Una eventual victoria de Morena con mayoría en el Congreso de la Unión y los estatales, representaría la viabilidad inmediata de esa reforma política que tiene en mente el opresor, para acabar con las prerrogativas y entrega de recursos públicos a membresías que buscaría desaparecer con sus tendencias tiránicas por todos conocidas, con la orden a sus vasallos en el Senado y Cámara de Diputados de no “mover ni una sola coma” al proyecto con que buscaría imponer el nuevo escenario político partidista.
Y aún más, la cacería contra figuras de oposición sería implacable al extremo de judicializar cualquier viso de corrupción, enriquecimiento ilícito o patrimonio sospechosamente habido, para intimidar y llevar a prisión a los que osaron enfrentarse a sus caprichos en el sexenio del terror que hoy se vive en México.
De ahí la importancia que Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano, no se desborden, tejan fino y una vez fraguada la candidatura de Xóchitl Gálvez, se sienten a escuchar con seriedad, absoluta responsabilidad de por miedo, a los actores no partidistas que hay en distritos, municipios y entidades, para abrir el abanico pues de lo contrario no habrá fuerza suficiente para dar la pelea ante lo que se viene.
Sólo una movilización de millones de mexicanos agraviados, humillados, ofendidos, vituperados por el obradorismo rapaz, pueden y deben ser factor para equilibrar, hasta detener, el fraude electoral que se buscará realizar con el apoyo del crimen organizado, el empadronamiento grotesco y ofensivo de extranjeros asilados ex profeso, la omisión siniestra con protección a delincuentes que hará la cúpula castrense, compra de votos con las limosnas del bienestar y otras trapacerías más que sin duda, va a instrumentar López Obrador.
El miedo de perder la presidencia y sean descubiertas sus corruptelas, hacen que el opresor sea más peligroso y por ende, los del bando opositor están obligados a ser sensatos, inteligentes y muy conscientes que no tendrán nunca más una oportunidad como la que se avecina, para detener la destrucción del país que hacen Morena y sus secuaces.
Por lo pronto, habrá qué esperar hasta donde López Obrador puede por las buenas o las malas, provocar y lograr fracturas en el bando opositor, y de qué artes se vale para que no se resquebraje el diseño ideado en su maquiavélicamente para ungir a la más anticlimática de sus corcholatas sin que se le salgan del huacal los demás floreros o mascotas que dejó participar en esa “farsarela” que por fin culminó y donde se derrocharon criminalmente, miles de millones de pesos a costa de los mexicanos todos.
Y sí, no hay duda que la clase política tiene su última llamada, pero también la única e irrepetible oportunidad de no ahogarse estando tan cerca de la orilla, después del naufragio que les provocó ese personaje que tiró por la borda el respaldo de 30 millones de electores, para convertirse por méritos propios en el peor presidente del México moderno y ya es decir.
El peligro para México, debe acabar por la vía democrática y con la fuerza de los votos inteligentes y determinados.
No más, pero no menos…
Vale…