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López Obrador, como el payaso que compró un circo y le crecieron los enanos

Jorge Hidalgo Lugo

Lo que acontece con el Frente Amplio por México semeja a la fábula que narraban los antiguos para burlarse del que tuvo mala suerte pese a su arrogancia para presumirse exitoso en todos los terrenos de la vida. Así podemos decir que Andrés Manuel López Obrador, bufón único y dueño de una inmensa carpa donde da rienda suelta a su mediática patología de dañar al de enfrente, decidió comprar otro circo, pero al poco tiempo le crecieron los enanos.

Esto es, alardeó desde el patíbulo mañanero que la oposición en el territorio “cuatrotero” estaba moralmente derrotada y casi a punto de extinción. Es más, burlista, irónico, con la perversidad discursiva que le caracteriza, hasta se dio el lujo de anticipar con mucho tiempo el juego sucesorio del que fue ideario y ejecutor, con el no menos insultante estigma de “corcholatas” a quienes él y nadie más que él, debía “destapar” en su momento.

Así, en el escenario propicio, con el poder omnímodo concentrado en su tiránica personalidad, dejó sentir que sólo aquel o aquella que garantizara sus ambiciones de trascendencia en el poder sexenal, sería digno merecedor de su unción, bajo el dedazo presidencial, ahora inútilmente disfrazado de encuesta mortenista.

El tiempo transcurrió y sin nubarrones en el horizonte, pese a los estropicios provocados por los aliados que han sembrado el narco terror y bañado de sangre todo el territorio nacional, López Obrador fue tejiendo fino y se impuso en las elecciones donde el aparato de Estado a su servicio, literalmente avasalló a los gobernantes surgidos de partidos opositores.

Ya por las buenas y con premios de consolación a cambio de no meter las manos en los comicios o bien, por las malas con el respaldo decidido de las células delictivas que como en Michoacán, operaron a manos libres y con la protección federal.

El último ensayo que hubo el Estado de México, se dejó la mesa puesta para lo que el opresor pensó sería sólo cosa de esperar los tiempos y consumar su pretensión de encumbrar a Claudia Sheinbaum, su corcholata preferida, como digna sucesora del proyecto de transformación que hoy tiene al país al borde del colapso.

Y para dar la mascarada de un estadista demócrata, que está muy distante de ser, el de Macuspana incursionó también con esa tendencia injerencista tan propia, en tratar de incidir en quién debiera ser el cuadro opositor al que aplastarían en los comicios por venir, para así mantener su poderío por encima de todos los mortales que habitan la ensangrentada nación mexicana que va a heredar el año entrante.

Su apuesta por Santiago Creel, la candidatura de oposición que tanto alardeó impulsaba Claudio X. González, fue el lance de arrogancia que suscribió al extremo que él mismo anunciaría en su paredón de las catacumbas de Palacio Nacional, con toda antelación para convertirse en el “destapador” de los opositores por igual.

Pero resulta que en este circo que compró con la complicidad de algunos liderazgos impresentables como el de Alejandro Moreno Cárdenas “Amlito”, no vislumbró que le saltaría la liebre de la chistera del mago representada por la senadora Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, quien literalmente de la nada, recorrió las tres pistas en tiempo récord para ganarse el aplauso y apoyo frenético del público, al que el dueño de la carpa pensó tener cautivo y atolondrado.

Así el bufón de las mañaneras ve ahora con rabia y encono irrefrenable, cómo le crecieron los enanos en el circo que compró, pues los liderazgos partidistas que parecía tener atrapados en la jaula de los chantajes y amenazas, también debieron ceder más a fuerza que de ganas, la violenta irrupción de la hidalguense, quien hoy está totalmente adueñada del escenario electoral y con crecientes posibilidades de lograr lo que hasta hace tres meses parecía imposible, impensable en el México doblegado por los “cuatroteros”: ganar la presidencia en el 24.

Hoy en la crisis creciente que obligan al pataleo y berrinches presidenciales, lo único que puede impedir que Xóchitl Gálvez mantenga su ascendente popularidad es que el impresentable “Amlito” Moreno haga una chicanada y rompa el frente opositor bajo patrañas que se presume idean en el cuarto de guerra obradorista, para manipular las encuestas a favor de Beatriz Paredes Rangel.

Ello sin descontar lo que también se fragua con Movimiento Ciudadano y su mercenario dueño, Dante Delgado Ranauro, quien se mantiene expectante para vender caro su amor al mejor postor y por lo que mantiene un silencio cómplice ante el embate que ha desatado el crimen organizado en Jalisco, para amordazar al atribulado gobernador Enrique Alfaro Ramírez, quien ha mostrado resistencia para plegarse a las ambiciones personales del dirigente promiscuo.

Esto, que incluso ya provocó la ruptura del gobernante con quien pareciera no dar acuse de recibo a la factura que su actitud provoco en MC y lo que puede suceder también con el alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio quien se ha mostrado renuente a plegarse a las ambiciones personales del dueño del partido naranja.

Mientras tanto en Morena, tampoco las cosas van conforme al guion que trazó el amo y las tentaciones de ruptura por parte de Marcelo Ebrard Casaubón siguen latentes, pese a los lances que ha tenido de mandar mensajes ex profeso ante el agandalle presupuestal y logístico que desde Palacio Nacional se ejerce para fortalecer a la favorita del profesor tabasqueño.

Así las cosas, en el escenario nacional, el proyecto obradorista está en riesgo y el payasito que hoy acusa problemas de sordera y miopía ante los problemas que destruyen a México, sufre la cruel paradoja el haber comprado un circo para su disfrute sin sospechar que le crecerían los payasos y eso lo hace aún más peligroso para todos, aún para sus cercanos.

Vale…

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