Rueda de Molino

El fenómeno Xóchitl obedece al despertar del México agraviado por López Obrador

Jorge Hidalgo Lugo

Hace un mes nadie daba un céntimo por cualquier actor de la oposición, es más era objeto de burla socarrona que no tuvieran presencia o alguna relevancia mayor en el ánimo de la población. Menos luego de la debacle electoral que significó para los desdibujados partidos aliancistas, el atropello de Palacio Nacional con el que se ganó la elección del Estado de México, eso sí con la complicidad orgullosa del “priista” Alfredo del Mazo y demás trapacerías que ahí se registraron.

Tiempos de felicidad desbordada que dejaban al destapador listo el escenario para llevar a cabo su “farsalera” y placear a cuatro ilusos y dos advenedizos, con quienes mantuvo la agenda mediática capitaneada desde el patíbulo mañanero, sin mayor alteración al guion previamente concebido en su tiránica mente.

Incluso al maquinador de esta nueva trampa para participantes y feligresía, los opositores eran objeto de burlas y desde su sarcasmo matinal, los “cuqueaba” a que se pusieran enfrente porque en su conjunto, iban a ser atropellados por la maquinaria de Estado bajo su magistral conducción.

La máquina pitaba a toda marcha y los ordenamientos para que las corcholatas no se lanzaran lodo entre sí, bajo la promesa que todos tendrían hueso qué roer en el próximo sexenio, eran parte de la discursiva triunfalista y arrogante de un Andrés Manuel López Obrador más fuerte, más seguro de sí mismo, más dueño del control total en el país, el mismo país que seguía firme rumbo al cadalso, como ahora, pero poco importaba porque la única prioridad era aterrizar su estratagema transexenal sin obstáculo al frente.
Pero como no hay nada escrito en política, ni existen los enemigos pequeños a quienes minimizar, mucho menos despreciar, a López Obrador se le coló por la trastienda una mujer de origen indígena cuya mayor ambición era competir por el gobierno de la Ciudad de México y su entusiasmo desde el Senado de la República, apuntaba en esa dirección.

Error de cálculo político, arrogancia por sentirse imbatible desde el poder y ese rasgo tan suyo de estulticia misógina, machista, dieron pauta para que Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, irrumpiera con ese particular estilo de enfrentar y debatir con cualquiera que se jacte tener inteligencia y conocimiento político, para encaramarse en un tiempo inverosímil hasta ser hoy, el centro de la atención nacional y blanco preferido del desquiciado opresor.

Primero al negarse recibirla en una de las mañaneras para dar salida a su derecho de réplica que el Poder Judicial concediera, lo que aprovechó de manera magistral para exhibir a López Obrador en toda su autoritaria personalidad y como por arte mágico, prendió el botón de muchos somnolientos, dispersos y desencantados mexicanos, quienes aplaudieron el arrojo de no haber tenido miedo de encarar en su lujoso palacete al difamador.

Y fue en ese momento que se abrió el resquicio, no del edificio virreinal, sino el de la mente en millones de agraviados, ofendidos, perseguidos, satanizados, víctimas de humillaciones y atropellos cometidos por el obradorismo.

Mucha de esa misma gente que antes había salido en tumultos a mostrar su repudio por la forma en que atacó al entonces INE en diversos rumbos del país, pero que terminó de doblegar y convertirlo en un órgano electoral indigno y al servicio de la tiranía mediocre.

El menosprecio a quienes no son sumisos obedientes, como esos serviles solovinos que están obligados a besar la mano del que les da limosnas del bienestar, fue su más craso error.

Porque al margen de la persecución feroz, despiadada, ilegal y e inmerecida que ha emprendido contra Xóchitl Gálvez, la ha catapultado a niveles insospechados al grado de estar hoy en margen de competencia con Claudia Sheinbaum, la corcholata preferida del destapador.

La respuesta que ha recibido en apoyo es de millones que a su vez sufrieron en carne propia los mismos desprecios y ataques de quien nunca creyó, llegaría la hora de pagar por las afrentas cometidas contra México.

El fenómeno de la oriunda de Hidalgo no es mérito de partido alguno, ni grupos empresariales o mafias del poder que buscan regresar por sus fueros. Ese es otro error de la discursiva del autócrata y por eso su desequilibrio emocional amenaza con minar la poca racionalidad que alberga en su dañada mente.

Xóchitl Gálvez midió, pulsó y tuvo certeza que debía ir por la presidencia de la República, una vez que las redes sociales fueron el catalizador donde la gente se volcó a mostrarle su solidaridad y respaldo.

Pero esas expresiones de suyo auténticas, no provenientes de granjas de bots como las que acostumbra el dueño de Morena y sus mascotas, hicieron que resurgiera el México bronco, despertara de su parsimonia y mostrara su decisión de ir con todo, por la vía democrática, al rescate de su país.

En Xóchitl se ven reflejadas las madres agraviadas, las que vieron morir a sus hijos enfermos de cáncer por falta de atención médica. Las que perdieron el servicio de guarderías dónde depositar a los críos mientras iban a laborar.

En Xóchitl se ven reflejados los académicos, artistas, deportistas, estudiantes de alto rendimiento, todos aquellos que han culminado una carrera profesional y deben emplearse “en lo que haya”, por falta de oportunidades.

En Xóchitl se ven reflejados los cabezas de familia que vieron desaparecer sus bienes patrimoniales por la presencia del narco crimen en más del 80 por ciento del territorio nacional. Los productores que ya no está dispuestos a pagar extorsiones ni cuotas por mantenerse con vida, ante la delincuencia desatada que actúa con la complicidad siniestra de los abrazos y no balazos.

En Xóchitl se ven reflejados los deudos de más de 160 mil ejecutados por la delincuencia organizada y miles más que han debido abandonar sus lugares de origen para huir de esos criminales que actúan a manos libres sin autoridad que los quiera enfrentar.

En Xóchitl se ven reflejados también los familiares de las tropas militares, que escuchan renegar a los soldados de honor que lloran por la humillación que fueron objeto por parte de los narcoterroristas a quienes deben respetar sus derechos humanos y no atacarlos, aunque los muertos los pongan quienes portan el uniforme verde olivo.

En Xóchitl se ve reflejada toda esa clase media menospreciada, agredida, sobajada, que nunca mereció atención de López Obrador por su empecinamiento de ensanchar las cifras de pobreza y pobreza extrema, de donde pensaba sacar la fortaleza electoral que hoy ve diluirse y está literalmente apanicado, por citar al clásico.

El mérito de la senadora con licencia ha sido responder cada ataque mediático, cada difamación, cada agravio, con argumentos irrebatibles y de paso exhibir en su atacante en toda su pobre y enana dimensión.

El crecimiento de la que aún no es candidata de nada, ni por alianza alguna, es mérito propio sí, de la campaña que le ha hecho López Obrador con sus abusos de poder también, pero sobre todo obedece al despertar de quienes ya no quieren más quedarse cruzados de brazos mientras ven como el opresor destruye a México.

Y esos millones, para que les quede claro a los insufribles dirigentes partidistas de la oposición, no responden tampoco a consignas partidistas ni llamados de dirigentes trasnochados, por demás inútiles.

Los que hoy respaldan a Xóchitl Gálvez y los millones más que habrán de sumarse en los tiempos por venir son aquellos que entendieron por fin que López Obrador era y es un peligro para México, y están resueltos a impedir que prospere su maligno sueño socialista y destructor de libertades.

Nada más, pero nada menos.

Vale…

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