López Obrador se espanta del muerto y se abraza de la mortaja
Jorge Hidalgo Lugo
Con el disfraz socarrón e irreverente del que hace gala en momentos de crisis o temor fundado ante su errático y arbitrario proceder, Andrés Manuel López Obrador derrapó y en vez de ser él quien marcara la agenda nacional, como es su costumbre, decidió dar espacio y tribuna nacional al procedimiento con que la alianza opositora cree poder colocar una candidatura presidencial que descarrile el Maximato con que sueña el de Macuspana al designar su sucesor.
Inusual que por tres días consecutivos (¿y los que siguen?), desde el sitio del linchamiento nacional que tiene instalado en las catacumbas de su suntuosa residencia en ese palacio virreinal destinado a los conquistadores, el tabasqueño salió a primera hora del lunes y lo único que se le ocurrió fue despotricar con la endeble argucia que los opositores habían diseñado “una faramalla” para designar a su abanderado para el 2024.
Traicionado por el subconsciente, quien se asume como dueño de México y de sus habitantes, así como del pensamiento colectivo que debe ceñirse a sus patológicos dictados, se dio el lujo de criticar a los de enfrente, sin recapitular que él mismo está haciendo en el partido, ése sí, de su total propiedad.
Pero ubicado frente al enorme espejo de su egocentrismo y culto a la personalidad, no sólo descalificó a los endebles y desorientados aliancistas, sino que además sacó a relucir sus habilidades, y cual pitonisa de feria, adelantó que en próximos días daría a conocer el nombre del “ungido” en esta “faramalla”, que basado en su papel de clarividente región tabasqueña, ya conocía con antelación.
Como quien se atreve a ver la paja en el ojo ajeno, teniendo la viga en el propio, acusó a Claudio X. González de ser el promotor de esta “faramalla” y convertido en nueva versión de los que dicen “puras babosadas” -como Luis Echeverría satanizaba a sus críticos y de inmediato el aparato de Estado los crucificaba en artículos y columnas-, López Obrador sacó al priista que lleva dentro para adelantar que “quien de verdad va a nombrar al candidato va a ser la oligarquía corrupta”.
También como José López Portillo en el esplendor de defender como un perro al peso, el que ofertó que primero los pobres y sólo ensanchó su deplorable cifra en tan sólo 4 años y medio de mandato, López Obrador se fue contra “emisarios del pasado” o “catastrofistas sin visión del futuro”.
Así este otro López de siniestro accionar, afirmó que ahora el jefe es “Claudio X. González hijo… Ése es el que va a decidir, todo lo demás es pura faramalla, se está poniendo de acuerdo arriba la oligarquía corrupta, saqueadora, para tener un candidato y regresar por sus fueros”.
Y como el que hizo de la corrupción sello distintivo de su mandato con un jefe policiaco de impresentable conducta, el émulo de López Portillo se lanzó desde su desquiciada memoria que no lo deja en paz, para arremeter contra los nuevos “agoreros del desastre” como invocara el dueño de La Colina del Perro en Cuajimalpa, para concretar:
“No tienen programa, nada, lo que quieren es seguir robando porque no tienen llenadera. Conociéndolos, en unos días más hasta les puedo decir por adelantado quién va a ser el candidato de ellos, en dos o tres días les digo, y estoy seguro de que no me voy a equivocar… El poder económico, el poder político, se nutren, se comunican, se alimentan mutuamente”.
Así con esos dos nauseabundos ex presidentes a cuyo final de mandato México debió comenzar a vivir una de sus peores pesadillas en materia económica, finanzas quebrantadas, petróleo y peso devaluado, así también su fiel exponente a la hora de mal conducir al país, no dejó lugar a dudas en que estaba describiendo lo que él mismo ha montado en el partido de su propiedad: Una “farsarela” pero al estilo Morenista.
Porque el gurú que vio el escenario que preparan los pusilánimes opositores, él lo alienta desde su parcela poderosa, sobre todo en eso que “lo que quieren es seguir robando porque no tienen llenadera”, como si no existieran evidencias suficientes que la “continuidad” a la que llama prófugos del ácido fólico, descerebrados y jauría babeante, esté ajena al saqueo criminal que Morena y sus actores han hecho en este México que se les entregó en el 2018.
Este gurú de pacotilla al alardear que “en unos días más hasta les puedo decir por adelantado quién va a ser el candidato…”, se muerde la lengua y sangra a raudales la bocaza siendo que sólo él y nadie más que él, dará la bendición mesiánica, el dedazo sagrado a favor de Claudia Sheinbaum, al final de los juegos del hambre que hoy escenifican las corcholatas que él decidió quienes fueran, ponerles los tenis y colocarlos en la pista de carreras.
“El poder económico, el poder político, se nutren, se comunican, se alimentan mutuamente”, por igual fustigó. ¿Y acaso no hace lo mismo, con esos personajes que manipula a su antojo y les hace jurar no se golpeen entre sí, no debatan, no hablen, no se falten al respeto y lleven la fiesta en paz, toda vez que al final de la ruta habrá hueso, ubre presupuestal qué hiper lactar, para todos?
En el fondo, lo que deja entrever con estos arranques desde la esquizofrenia que acusa en el uso del poder, es que López Obrador tiene una profunda preocupación que el adversario pueda crecer, logre convocar a los antiobradoristas lastimados por su arrogancia y arbitrariedades, salgan del confort y respondan a la mezcolanza que puedan ofrecer esos impresentables personajes que hoy encabezan la alianza Va por México.
Al opresor le quita el sueño y mantiene en estado de insomnio que su proyecto absolutista se venga por tierra, en caso que esos millones de mexicanos que parecieron despertar ante los atropellos de la dictadura mediocre, salgan el domingo comicial y crucen la boleta no por la corcholata morenista y sus promiscuos aliados, sino por los de enfrente que aun igual o más impresentables, al menos les garanticen el desquite por los agravios que en todos los órdenes de la vida pública, han recibido directa o indirectamente por el (des)gobierno autoritario e insensible.
Y a pesar que en este momento, fiel a sus genes de priista de la edad de piedra, eche a andar el aparato de Estado en busca de acallar a sus críticos y adversarios por sus “babosadas” o satanizar a los “agoreros del desastre”, “enanos del tapanco” como ya se describió en tiempos de Echeverría y López Portillo, todo parece indicar que Morena va viento en popa, pero puede despertar el gigante dormido y exigir en las urnas se aclare el destino de miles de millones de pesos mal utilizados por el Estado fallido en que convirtió su gestión, el hoy espantado y furibundo, habitante de Palacio Nacional.
No sólo hurgar en sus cajones y exhibir el saqueo que hoy sufre México, sino además se lleve entre las espuelas a su familia y cercanos que por igual le han dado vuelo metiendo la mano al cajón del dinero que es y ha sido de un grupúsculo, como antes, pero ahora con la falacia e ilusionismo de ser quienes iban acabar con la corrupción, para convertirse en los nuevos multimillonarios del sexenio o incrementar lo mal habido de otros tiempos.
López Obrador y sus lances resucitando a quienes pertenecen al basurero de la historia, está llamado a ser un nuevo miembro de esa cofradía de saqueadores, por eso no jugará limpio, perseguirá al adversario, satanizará, hará juicios sumarios y seguirá violando las leyes a su alcance.
Todo antes de perder la elección presidencial, porque no habrá prisión donde quepan los que le acompañaron, con o sin permiso, a este divino arte de empobrecer a México.
Eso es lo que le quita el sueño, no el método pueril que echaron a andar los detestables partidos opositores y sus actores.
En pocas palabras, López Obrador se espanta del muerto y se abraza de la mortaja
Vale…