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Rueda de Molino

¿Tú le crees a López Obrador? ¡Yo tampoco!

Jorge Hidalgo Lugo

No sólo es tema de artículos y columnas en medios nacionales y extranjeros el predominio del crimen organizado en México, ante la complicidad siniestra que garantizan los “abrazos no balazos”, lo que hoy adquiere niveles de alarma general al llegar este lunes de pascua, a 151 mil 066 la cifra de ejecutados en el país.

Cifra macabra que se registra en apenas cuatro años y cuatro meses que lleva Andrés Manuel López Obrador al frente del Estado fallido en que convirtió su inhumana gestión.

En 52 meses en el poder que lleva el opresor, lo más grave es que con el predominio de Morena al frente de las gubernaturas de Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Colima, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Tabasco, Tlaxcala, Veracruz, Zacatecas y la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, la complicidad siniestra para pagar favores electorales a los narco aliados, cobran día a día más vidas.

Porque no se trata solamente de las extorsiones, cobros de piso, secuestros, despojos, desplazamientos y demás repertorio de malas artes que ejecutan los cárteles, sino que han desatado una macabra guerra en su afán de apoderarse de territorios que consideran les pertenecen, sin que el gobierno obradorista y sus marionetas al frente de los Estados, pongan un alto.

Difícil entender cómo la gente sigue creyendo en quienes han mostrado sus peores artes para mal gobernar un país, que cuando acabó el sexenio del detestable Enrique Peña Nieto, los hoy detentadores del poder tiránico basaban su discursiva de engaña bobos en los 154 mil 962 ejecutados que dejó como parte de su herencia perniciosa el mexiquense, a quien por cierto no se le toca ni un relamido cabello en el patíbulo mañanero como parte del pacto de no agresión que signaron.

Así las cosas, cuando aún le faltan transitar 19 meses al frente del masacrado México, el falso redentor tabasqueño tiene la maravillosa oportunidad de rebasar la cifra récord del frívolo ex presidente y llevarla a niveles inimaginables.

Porque no sólo está a tiro de piedra de sumar los 3 mil 896 muertos a manos del crimen organizado que le faltan para alcanzar a Peña Nieto, sino además con la tendencia sostenida que lleva, llegar a la friolera de 210 mil 898 víctimas de homicidio doloso y sin apurar mucho el paso.

Esto es que la cifra puede crecer en caso que sigan descubriendo narco fosas y masacres como en Michoacán, Guanajuato, Zacatecas y demás entidades morenistas, aportadoras generosas para el ejecutómetro récord del obradorismo.

El recuento nada gratificante que se tiene, ha logrado que en el paredón mediático que se monta cada mañana en Palacio Nacional, lo único que se escuche es la retórica manipuladora de presuntas “tendencias a la baja” en la criminalidad que sin embargo prevalece.

Aunque nunca, ni por asomo, haya informes de cárteles desmembrados, líderes criminales detenidos y sometidos a juicio, mucho menos atajar las crecientes dudas que dejan la impresionante cantidad de policías y militares que también han caído en esta guerra simulada, donde la victoria siempre está del lado de la delincuencia.

La demostración que hay una connivencia inocultable, se tiene a la mano cuando son los propios cárteles criminales quienes hacen alarde en redes sociales de la “detención” y hasta “entrega a las autoridades” de elementos surgidos de sus filas, pero que no cumplieron con las reglas internas, como aconteció con los secuestradores y asesinos de estadunidenses en Tamaulipas o el de los jesuitas en Chihuahua.

Otro botón de muestra es la pasividad y absoluta confianza que tienen los criminales de alto rango en el país, para cada que les viene en gana aparecer para escenificar balaceras, destruir plazas comerciales, quemar comercios, autos particulares, bases de taxis, transportes de carga y hasta pasear su impunidad, a bordo de vehículos de alto tonelaje, como dan cuenta en Michoacán habitantes de San Juan Nuevo, La Huacana y más recientemente, Tuzantla, donde comandos fuertemente armados salieron a demostrar quién es el auténtico poder en esta entidad, como en el país.

Despliegues que sólo son concebibles por la permisividad silenciosa y canallesca omisión de las autoridades surgidas de los gobiernos federal y estatal, a quienes les basta volver la vista a otros puntos, comentar otros asuntos o fijar agenda mediática con temas por demás fantasiosos y agresivos a la mínima capacidad intelectual.

Tal es el hecho de acusar a munícipes de no “contribuir” con los acuerdos para alcanzar la seguridad perdida, que únicamente es una asquerosa patraña para exprimir recursos a los ayuntamientos, centralizar su manejo y mentir que con ello se logrará pacificar las regiones, como en Michoacán se hace a través del llamado Fondo para el Fortalecimiento para la Paz (Fortapaz).

Figura que igual a las satanizadas por López Obrador quien las desapareció porque “sólo servían para dar rienda suelta a la corrupción”, en este caso ha servido para un manejo discrecional de los recursos a contrapelo de lo que tanto cuestiona su patrón desde Palacio Nacional.

Un fondo, a la postre, de nula efectividad que de nada ha servido para evitar que Michoacán siga siendo “paraíso de la delincuencia” según reconociera el secretario de Gobernación, Adán Augusto López y que figura por méritos de los narco aliados, como una de las entidades vetadas por gobiernos como el de los Estados Unidos para ser visitadas por sus connacionales.

Pero en cambio se hace alarde de tener en la fila de arranque y sólo en espera de recibir luz verde a cientos de familias de trabajadores del Seguro Social que dicen en su patraña, anhelan, viven ilusionados por llegar a residir en la capital michoacana, con todo y que sea una entidad sometida por el narco gobierno.

Sin duda que el despistado gerente de Palacio Nacional que cobra como gobernador en Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla no dará a conocer a sus futuros huéspedes, que tan sólo en 2022, en esta narco-entidad a su cargo se ejecutaron a 67 jóvenes.

Difícil creer que a los entusiastas e ilusos nuevos habitantes de Michoacán no se les ha dicho que suman ya 318 mujeres asesinadas en lo que va del gobierno bedollista.

Mucho menos se podrá ufanar que en este narco territorio, en el primer año de su mal gobierno se registraron 83 masacres que dejaron al menos 349 víctimas mortales, entre hombres, mujeres, niños y adolescentes.

Sería interesante conocer si tiene el valor o le vale, que los incautos empleados del Seguro Social sepan que la estadística del ejecutómetro no es cosa de presumir, pues solamente en el primer trimestre de Bedolla, de octubre a diciembre, hubo 755 víctimas.

Que dicha cifra se elevó en 2022, a la nada edificante cantidad de 2 mil 469 ejecutados y que de enero a abril de este 2023, van ya 418. Para Ripley el número de asesinatos en Michoacán en los primeros 18 meses y 5 días del gobierno de Bedolla con 3 mil 632.

Ah, pero eso sí, no hay nada de que espantarse por la incidencia de homicidios dolosos, a decir del errático mandatario, “desde hace un año, van a la baja” y que en medio de masacres, narco terrorismo, ejecuciones y violencia desatada, también difunda en sus encuestas pagadas que es hoy día, uno de los gobernadores mejor evaluados del país.

Misma técnica que López Obrador, mismas mentiras, igual los chantajes y consignas contra la prensa libre. Sólo que uno es un costal de mañas y el otro, incipiente aprendiz de Pinocho. Pero…

¿Usted les cree? ¡Yo tampoco!

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