Avanza el abuso de poder de López Obrador con apoyo de sus lacayos y advenedizos
Jorge Hidalgo Lugo
Podría pensarse que la suerte está echada y que México debe resignarse a la instauración de la dictadura perfecta que ambiciona Andrés Manuel López Obrador a través de la destrucción de instituciones democráticas, compra de opositores, persecución de adversarios y el uso del brazo armado que ha logrado reunir en alianza indisoluble a las fuerzas castrenses con los grupos criminales al servicio del Estado.
Tal vez el panorama sea pesimista con lo que acaba de acontecer en el Congreso de la Unión donde los diputados vende patrias y traidores a la Nación, se doblegaron a la orden de no modificar una sola coma y sin leer siquiera, dieron paso para aprobar en fast track el “Plan B” con el que el opresor intenta tener el control absoluto de los comicios a celebrarse en el país, los años por venir.
Quizá la frustración que embarga cada vez a más amplios sectores de la sociedad civil que ven aterrados el avance inexorable del régimen absolutista con que sueña el tirano de Macuspana, termine por opacar los sueños de libertad para dar paso a la pesadilla de esclavitud legal a la que se quiere llevar a millones de mexicanos, incluyendo a los pobres generados a conveniencia de los cuatroteros y su pastor.
Todo el pesimismo es posible que deje caer su negro manto en este cierre de año y nos mande a vivir unas fiestas decembrinas aderezadas con la peor inflación de los últimos años, el baño sangriento que acumulan 141 mil 353 ejecutados en lo que va del sexenio del terror y lo peor, que la estadística macabra crezca inexorablemente con la estrategia de abrazos y no balazos, con que el partido de Estado paga a los narco aliados, los favores recibidos para ganar elecciones.
Es un hecho entonces que el final del 2022 traiga más pesares que esperanzas y que los millones de mexicanos sigamos con la apática actitud de esperar que venga del firmamento la solución a los abusos de poder, atropellos de la presidencia imperial y que por obra divina, haya una sacudida en la mente del opresor para que cambie el rumbo y vuelvan las cosas a ser como antaño.
Sí, como en tiempos del priato o panismo que a la luz de los acontecimientos, fueron menos nocivos que el morenismo abusivo y depredador.
Habría muchas salidas fantasiosas para voltear la cara y no ver la lacerante realidad que se vive, pero resulta que no hay tiempo para la lamentación y es momento de sobreponerse a la adversidad, porque aún está en manos de millones de mexicanos, evitar que nuestro país sea la Venezuela del norte y sus habitantes, terminen siendo los ratones asustadizos que se pelean los mendrugos del basurero en que López Obrador quiere terminar por convertir al territorio nacional.
La inconformidad, ese rechazo creciente ante la corrupción y saqueo en el que se regodean Morena y su dueño, debe manifestarse mediante la organización, el despertar colectivo que surja y evite con su participación en las urnas, que se entronicen en el poder y acaben con el sueño de jóvenes y nuevas generaciones, destinadas hoy como nunca, a enrolarse con grupos criminales o estirar la mano para recibir las dádivas del bienestar como única forma de supervivencia.
Las dictaduras sólo caen en las urnas y con procesos democráticos. Eso lo sabe López Obrador y por ello su obsesiva y perversa manipulación para apoderarse del Instituto Nacional Electoral como ya lo hizo con el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y de todas las instituciones que antes pidió se mandaran al diablo. pero ahora cree, le pertenecen por mandato mesiánico.
Es una luz tenue, tal vez, pero luz al fin y deben verla los sensatos, esos millones de compatriotas que no están resignados a perder lo que construyeron durante una vida de trabajo, de sacrificios, de arriesgar inversiones, de construir patrimonios familiares, para que les sea arrebatado por la comodina e injusta instrucción populista de quien responde más a los dictados de su mente desequilibrada, revanchista y opresora, que de buscar el bienestar realmente para las mayorías.
En una palabra, López Obrador no cejará de seguir con su ambición antidemocrática por trascender el sexenio de terror que ya vivimos, y no hay partidos opositores, mucho menos figuras políticas que puedan detenerlo.
Lo único viable es la activación de esos mexicanos como nunca obligados a perder el miedo y dejar atrás el confort, para que salgan a la movilización y sumar, sumar y sumar hasta formar un bloque compacto, imbatible, el verdadero dique que detenga el paso tiránico del tabasqueño.
La muestra ya se dio el pasado 13 de noviembre, ahí está la semilla que debe terminar por dar fruto y multiplicarse, sin figuras de relumbrón, mucho menos oportunistas que busquen subirse a un barco que no han construido y del que nadie ha pedido, asuman la capitanía o queden al frente del timón.
Son tiempos de la sociedad civil sin partidos o políticos rémoras.
Son tiempos de despertar a la realidad y actuar en consecuencia.
Porque como nunca, México no tiene mañana con Morena, su dueño y sus secuaces.
Eso lo saben ellos, lo sabemos todos y lo que está por venir, es lo importante, más allá del abuso de poder que siga haciendo López Obrador con sus lame suelas y advenedizos.
Vale…