PODER PÚBLICO

Terrorismo en Michoacán

José Cruz Delgado

No es necesario ir a un país extranjero en guerra para conocer el horror que viven sus habitantes, acérquese a los municipios de Coahuayana, Buenavista o Aquila, solo por mencionar algunos, en el estado mexicano de Michoacán y se dará cuenta del horror que viven sus habitantes por los cruentos enfrentamientos entre grupos antagónicos que buscan apoderarse de esas regiones y de la población a sangre y fuego.

Los grupos criminales, como lo dije en una entrega anterior, se han apoderado de pueblos y municipios y mantienen a sus habitantes bajo su yugo, no permitiéndoles, muchas veces ni siquiera salir de sus lugares de origen, les imponen horarios en sus actividades y les ordenan donde comprar sus productos de primera necesidad a precios más elevados, Incluso, imponen impuestos (los criminales) a quienes tienen el servicio de internet.

Los gobiernos federal y estatal han sido incapaces de frenar esa ola de violencia pues al parecer hay cierta colusión entre autoridades y grupos terroristas, sí, no se les puede llamar de otra manera a quienes usan drones cargados con explosivos y plantan minas terrestres, además de utilizar todo tipo de granadas y armas de alto poder como las temibles Barret.

El gobernador Alfredo Ramírez Bedolla calificó los enfrentamientos en el municipio de Coahuayana como “incidente” y como siempre sale con la estupidez de que hay coordinación con la Marina, Sedena y Guardia Nacional y que se reforzó la seguridad.

Las mismas pendejadas de siempre.

POBLACIÓN HUYE DE SUS HOGARES
Tras los intensos ataques entre grupos armados, a la población no le queda de otra más que abandonar sus hogares y huir a lugares más seguros, ya sea a la frontera para buscar asilo en Estados Unidos u otras ciudades, aunque en Michoacán pocas ciudades son seguras, entre ellas Morelia.

La gente huye del terrorismo, mientras el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla gasta millones en promocionar su imagen pública mientras el estado se convulsiona por la violencia.

La “maña” avanza tomando pueblos enteros y manteniendo a la población como rehén, casi casi prisioneros, pues les imponen horarios de trabajo y los obligan a comprar los alimentos a los criminales a precios más elevados.

Lamentablemente, cada vez es más complicado para los desplazados hacer frente al embate del crimen organizado, ya que en los últimos meses son más frecuentes y más violentas las agresiones en su contra, por lo que cada día aumenta el número de personas que dejan todo para huir de la violencia.

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