Si Alito se va el PRI aún tiene esperanza
José Cruz Delgado
El presidente del CEN del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, mejor conocido como Alito, está en la cuerda floja y a punto de largarse, para beneplácito de la militancia, pues en días pasados el Consejo General del Instituto Nacional Electoral resolvió invalidar las modificaciones a los estatutos del tricolor por Medio de los cuales pretendía alargar su estancia en la dirigencia por un año más.
La intención de Alito era o es quedarse otro año en su fallida dirigencia para poder elegir a su arbitrio candidatos a presidentes municipales, diputados, senadores y gobernadores para de esa manera seguir haciendo negocios políticos.
Así que si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF, que ya analiza una impugnación a dichas modificaciones de los estatutos) resuelve en el mismo sentido que el órgano electoral, el dirigente priista tendrá que convocar a elección de presidente nacional del partido en las próximas semanas y dejar el cargo en agosto próximo.
Muchas son las inconformidades contra la presidencia de Moreno Cárdenas por sus desaciertos, gandallismo y agravios a la militancia por lo que todo parece indicar que tendrá que largarse.
Es lógico que si le dan palo el INE y el TEPJF, intentará en un acto desesperado imponer a la secretaria general Carolina Viggiano o a Rubén Moreira, pero allá los priistas su dejan, pero conociendo como son de agachones seguramente aceptarán la imposición.
Sin pocos los priistas que tienen dignidad y que no aceptan imposiciones ni cacicazgos en el tricolor. Dicen los que saben que Alito ha impedido la consolidación de una auténtica oposición que le haga contrapeso a López Obrador y su partido Morena.
Moreno Cárdenas, durante su gestión como presidente nacional del tricolor ha cometido muchos abusos contra la militancia priista, la ha humillado, agraviado y pisoteado al imponer candidatos y líderes estatales pasando por encima de la voluntad priista.
“No vengo a pasar por encima de nadie; las decisiones cupulares fueron sepultadas el 11 de agosto”, cínicamente dijo durante su toma de protesta como presidente del PRI, y lo primero que hizo junto con sus compinches fue modificar los estatutos para imponer candidatos y repartir candidaturas a familiares, amigos y compadres, lo que causó el descontento y el repudio de la militancia, a la que prometió reconocerla y que al final la desconoció y marginó y se burló de ella.