Palestina, el territorio de la tragedia

Jaime Darío Oseguera

Los bombardeos siguen en Palestina. Una tragedia humanitaria de altas dimensiones donde diariamente mueren inocentes, producto de la más absurda de las barbaries. Bombardeos con las armas más letales a hospitales, escuelas y centros de trabajo. Muerte de niños.

La guerra puede tener muchos pretextos, pero al final es un terrorismo institucionalizado.

El 7 de octubre de 2023, el grupo político militar que gobierna Palestina “Hamas”, lanzó un ataque donde murieron más de mil judíos según el gobierno de Israel y del que se derivó una feroz respuesta militar que ha destrozado en el fondo las ciudades Palestinas dejando al borde del colapso a toda la región.

El final de la Segunda Guerra Mundial provocó muchas calamidades derivadas de los acuerdos políticos entre los aliados. La primera y más conocida fue la división del mundo en dos bloques encabezados por los vencedores. Estados Unidos con Gran Bretaña y los países europeos devastados por la guerra accedieron a ciertas consideraciones de indemnización por parte de Japón y Alemania. Además, se apropiaron del mundo.

Por el otro lado, la Unión Soviética reclamó para si la mitad del continente Europeo, para impulsar gobiernos pro soviéticos que a la vuelta de los años impusieron dictaduras militares y gobiernos burocráticos en nombre de una nueva sociedad que resultó ficticia.

Ambos, la Unión Soviética y los Estados Unidos, iniciaron de esta manera una confrontación al dividirse el mundo en dos grandes bloques a partir de la cortina de hierro, que inauguró la Guerra Fría como el sello de un nuevo orden internacional.

Sin embargo, ambos imperios triunfantes de la Segunda Guerra Mundial, con el antecedente del holoucasto provocado por Hitler, la diáspora de judíos por todo el mundo y la necesidad de responder a las presiones internacionales del sionismo, accedieron a la creación de un Estado Judío en los territorios que históricamente habían sido del pueblo palestino.

Se trata del territorio reclamado y concebido por las tres grandes religiones. Ha sido el escenario de mitos y profecías de cristianos, judíos y musulmanes. Es el territorio sagrado, la fuente de identidades, el sentido de pertenencia; nación y referencia; origen y destino.

Como tal también es la fuente permanente de los más grandes conflictos entre ellos mismos: los cristianos la tienen como la cuna de Jesús y por lo tanto del cristianismo; los judíos la ven como la tierra prometida de acuerdo con el antiguo Testamento y los musulmanes la tierra en la que su profeta Mahoma trascendió a la divinidad.

Para las tres civilizaciones es el escenario de su nacimiento, por lo tanto nadie quiere ser desplazado. Sin embargo, la ONU, Estados Unidos y la Unión Soviética tuvieron otros datos al terminar la Guerra Mundial y sin importar la residencia de millones de palestinos en su territorio, aprobaron la resolución 181, conocida como la “solución de los dos Estados” mediante la cual se decretaba, así en el papel, la coexistencia de dos estados en el mismo territorio: Palestina e Israel.

Para 1947 Israel declara su “independencia” y avasalla al pueblo palestino relegándolo a pequeñas reservas territoriales, una de las más conocidas es justamente la Franja de Gaza. Desde entonces tienen una guerra intermitente e interminable.

Esta decisión política de las grandes potencias enfrentó una vez más a judíos y palestinos agraviados mutuamente por la decisión de dividir su territorio. Al adquirir un estatus de autonomía, la autoridad palestina ha sido gobernada por diferentes facciones, algunas más intransigentes y violentas como en la actualidad corresponde a Hamas.

Grupos radicales con la consigna de hacer prevalecer a Palestina como un país, el siete de octubre del año pasado, en una festividad judía y burlando las especializadas líneas de defensa israelí, las milicias de Hamas con otras organizaciones militares palestinas y presuntamente con el respaldo Iraní, inesperadamente se apersonaron militarmente y mataron a mas de mil personas, haciendo rehenes a más de 200.

La masacre de esos desalmados ha provocado una guerra de dimensiones inconmensurables; en proporciones injustificadas pero al fin con la misma brutalidad de ambos bandos.

Hamas sigue teniendo rehenes en sus redes, de repente de manera inhumana aparecen asesinados algunos y éstos son el pretexto perfecto para que la guerra escale con bombardeos, incursiones militares y atrocidades de guerra absolutamente inimaginables, despiadadas, atroces.

Claro que Israel tiene de aliado a los Estados Unidos y con ellos, la justificación para arrasar Palestina, como ha sido su interés desde que se erigieron como estado en 1947. Hoy los radicales árabes les dieron el pretexto perfecto y nadie, absolutamente nadie ha podido ni podrá pararlos. La ONU que ha quedado absolutamente desfasada, desoída y desacreditada con su infame, inútil y pusilánime llamado el alto al fuego. Nadie lo respeta.

Las cifras que ha provocado la guerra son espeluznantes. La ONU dice que más del 85% de la población de los territorios palestinos se ha visto obligada a salir de sus hogares a causa de los bombardeos del ejército Israelí. Estamos hablando de una de las zonas más densamente pobladas de todo el mundo porque en un pequeño territorio habitaban millones de personas.

La infraestructura urbana y productiva en general ha sido avasallada ferozmente por las armas de la milicia. Casas y edificios hechos escombros provocan un desplazamiento de cientos de miles de personas a campos de refugiados donde es casi imposible recibir ayuda humanitaria porque el ejército Israelí sospecha que a través de los camiones de comida y asistencia médica, podrán entrar ayudas militares a Hamas. La guerra y la estupidez como sinónimos.

Los combates han provocado una hambruna de dimensiones dramáticas. Más de un millón de personas están en condiciones de morir de hambre en pleno Siglo XXI. Han muerto casi cincuenta mil. La tragedia del ser humano. La negación de la civilización.

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