Las chachalacas…
El camino verdadero pasa por una cuerda,
que no está extendida en alto, sino sobre el suelo,
parece preparada más para hacer tropezar,
que para que se siga su rumbo.
Franz Kafka
Arturo Suárez Ramírez/@arturosuarez
La antipatía entre Vicente Fox Quesada y Andrés Manuel López Obrador es añeja, en la primera década de este siglo lo que parecía la transformación de la política mexicana pronto nos desengañó y nos presentó a dos personajes de nivel bajo, uno llegaba a Los Pinos después de sacar al PRI y el otro a la Jefatura de Gobierno para darle continuidad a la “izquierda” en el Distrito Federal, desde ahí se enfrentaron muchas veces hasta llegar al desafuero porque querían evitar a toda costa que López llegara a la presidencia en el 2006 y lo consiguieron, advertían que era un peligro para México.
Cuando terminó el sexenio de Fox desapareció del escenario político porque los escándalos de corrupción fueron muy grandes, los hijos de su esposa hicieron negocios al amparo del poder, Martha Sahagún terminó mandando no solo en su relación sino en el país, por lo menos esa era la impresión, tanto que intentaron imponerla como candidata, luego no pudo señalar a Santiago Creel como sucesor porque Felipe Calderón le ganó la partida. Calderón se impuso al Pejelagarto que nunca pudo demostrar que hubo fraude y ante las intromisiones de Vicente Fox y la rabia de López este le recetó aquella frase de “cállate chachalaca” y por un tiempo se le quedó como mote.
Las chachalacas son aves escandalosas y por eso el tabasqueño señaló al guanajuatense que luego orgulloso declaró que hizo todo lo posible para cerrarle el paso en 2006 y en 2012, con Calderón y Peña. Con la llegada de López Obrador en el 2018 a Vicente Fox se le volvieron realidad sus peores pesadillas como aquella de quedarse sin pensión y servicios que por años habían recibido los expresidentes, al “zorro” no le ha quedado de otra más que seguir declarando, cuando ve una cámara no pierde oportunidad o lo hace desde sus redes sociales, pero esos mensajes no le ayudan en nada a los opositores, le restan al PAN y a Xóchitl Gálvez.
Aunque no les guste a los panistas, Vicente se ha convertido en un lastre, aquella simpatía de la campaña del año 2000 se esfumó ante el fracaso de su gobierno, Ahora cuando aparece en los spots de televisión de Acción Nacional se siente repulsión por un personaje que permitió la corrupción y el nepotismo, pocos, aunque sean anti 4T se pueden sentir atraídos por esa figura del pasado, que, dicho sea de paso se los recuerdan cada que pueden desde la mañanera, aunque el presidente sea convertido en un clon al entrometerse desde ya en el proceso electoral y repitió algunos patrones.
En el año 2016 estuve en San Cristóbal en Guanajuato, que es el rancho de Fox, le hice una entrevista, unos minutos antes de iniciar la charla se acercó su asistente y me dijo que al señor le gusta que lo presenten como presidente, aunque su periodo terminó en el 2006, así lo hice, lo presenté como presidente de México en el periodo 2000 al 2006. Como muestra del culto a la personalidad paseamos con él hasta que nos llevó a donde tiene una réplica de lo que fue su despacho presidencial, un maniquí con la banda que le recordaban sus años de poder, ese es Vicente Fox, un personaje que añora aquellos entonces y que le gustaría sentir de nuevo el magno poder, piensa que hizo un buen trabajo, quizás son las secuelas del cargo porque otros expresidentes creen lo mismo y hasta como Gustavo Díaz Ordaz murieron con el pensamiento de que salvaron a México.
Todo tiene su tiempo y el de Vicente Fox ya fue, con aciertos y errores fue el que sacó al PRI de Los Pinos en una alternancia que afortunadamente vivimos. Ya sabemos que le gusta el reflector, pero Fox poco puede abonar al proyecto de Xóchitl Gálvez, aunque él asuma la paternidad política de la hidalguense, si es verdad todo lo que pregona Xóchitl deberá tomar distancia de personajes como Fox y hasta señalar sus pifias como sus tuits llenos de racismo.
Si Fox no salvó a México en su sexenio no lo va a hacer ahora, solo le queda la guerra de declaraciones con el inquilino de Palacio Nacional, una guerra de chachalacas… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.