Los patéticos
La ética del periodismo es no olvidar nunca
que estamos tratando con seres humanos y sus historias.
Ryszard Kapuscinski
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
La historia de López Obrador y su odio contra los periodistas es añeja, se remonta a la toma de pozos petroleros en su natal Tabasco y luego a sus plantones en el zócalo de la Ciudad de México. El Pejelagarto siempre se ha dicho víctima de los comunicadores y se inventó aquello de que le tendieron un cerco informativo para no dejarlo pasar en las televisoras y radiodifusoras.
Pero los medios siempre estuvieron pendientes de él, lo mismo cuando fue presidente del PRD y jefe de Gobierno del DF, hubo cobertura en el desafuero y sus tres campañas, nada más que para lograr sus objetivos siempre fue mejor jugar el papel de víctima que muchos le compraron.
Aunque existen las hemerotecas y bendito internet, ahí están los videos de un Andrés Manuel López Obrador en entrevista con Ricardo Rocha donde dijo lo que quiso, lo mismo que en un debate en el espacio de Joaquín López-Dóriga con Diego Fernández de Cevallos, entrevistas con Carlos Loret y Víctor Trujillo. También miles de notas en periódicos, revistas y portales afines y críticos. Coberturas en radio para Monitor de José Gutiérrez Vivó, para los espacios de Carmen Aristegui, Pedro Ferriz y muchos más. ¿Cuál cerco informativo?
A López no le gusta la crítica, no le gusta que lo cuestionen y menos que lo vigilen por eso ha reservado información como el Tren Maya, el AIFA, la refinería Dos Bocas, por eso va por la desaparición de los órganos autónomos. Entonces es pura demagogia aquello de “la vida pública debe ser cada vez más pública”. Desde el inicio de la 4T la estrategia en comunicación fue clara.
Por un lado, la violencia contra comunicadores desde la mañanera metiendo a todos en el saco de la corrupción. Por el otro, la creación de sus propios “periodistas”, criaturas dóciles y aplaudidoras siempre dispuestas para salvar al mandatario. Y como tercer punto, el linchamiento de sus hordas voraces en redes sociales y que ha alcanzado a compañeros hasta en la calle, literal con escupitajos y de todo eso tienen conocimiento en Palacio Nacional.
La ignominia ha sido un tema recurrente en la historia, la literatura y la cultura, reflejando las normas y valores sociales de diferentes épocas. El término se refiere a la pérdida de reputación, dignidad y respeto social debido a acciones consideradas vergonzosas o deshonrosas y el “encuentro de periodistas independientes” (así en minúsculas) es un ejemplo de algo vergonzoso.
De entrada, en las escuelas de periodismo se enseña que “al poder se le debe cuestionar”, se debe buscar siempre el terreno de la imparcialidad, dejar de ser un fanático para convertirte en un reportero y en el Salón Tesorería sucedió todo lo contrario.
Ahí estaban más de un centenar de “youtuberos” que recibieron al presidente con “es un honor estar con Obrador”, llegaron hasta a las lágrimas y le dijeron a López como les cambió la vida, para rematar con un “por el bien de todos primero los desinformados”.
Aunque se molesten les hacen falta unas muy buenas clases de periodismo, ir a la escuela y aprender de géneros, de sociología, de ética y de literatura. Sobre los periodistas de siempre cada quien que califique su trabajo, pero no basta tener buenas intenciones para hacer ese trabajo, se necesita técnica y rigor.
A estos, los “comunicadores del régimen les sobra ignorancia y zalamería. Seguramente, estimado lector, usted no se dejaría hacer un procedimiento quirúrgico por alguien de buenas intenciones pero que no sabe de anatomía. Esta estrategia de “comunicación” es digna que la estudien universidades de Navarra en Pamplona, de Stanford en California y Frankfurt en Alemania.
Esos son los aportes de la 4T al periodismo, simplemente nada, o una visión distorsionada y abyecta del periodismo. Olvídese usted de los comunicadores antes mencionados, es una mentada para Julio Scherer García, Vicente Leñero XX, Manuel Buendía, pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.
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Lic. Arturo Suárez Ramírez
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