¡Picapleitos!
He aprendido a no tratar de convencer a nadie.
El trabajo de convencer es una falta de respeto,
es un intento de colonización de la otra.
José Saramago
Arturo Suárez Ramírez/@arturosuarez
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador no esconde su simpatía por gobiernos como los de Nicolás Maduro, Díaz-Canel, Daniel Ortega, ni su admiración por personajes como Hugo Chávez, Fidel Castro y Evo Morales, solo hay que echar un vistazo, analizar las promesas y la realidad de sus pueblos que siguen con gran pobreza, libertades acotadas y expulsando migrantes.
Los señalamientos internacionales sobre esos regímenes autoritarios se dan, López Obrador se ha excusado en una supuesta política de no intervención en los pueblos. Se ha dicho juarista en aquello de “entre los individuos como entre las naciones el respeto al derecho ajeno es la paz”, pero no tiene freno y cada que puede declara y se mete en problemas de otros países que ha tensionado las relaciones como con España, Bolivia y hasta Estados Unidos. También ha dicho que “la mejor política interior es la exterior” pero no pierde oportunidad para ser injerencista desde su conferencia mañanera. Ese es López Obrador secundado por sus incondicionales que le aplauden de todas, todas.
La irrupción de la policía ecuatoriana a la Embajada de México en aquel país es condenable, va contra el derecho internacional y muestra la intolerancia del presidente Daniel Novoa, de su cuerpo diplomático quienes sacaron y encarcelaron al exvicepresidente Jorge Glas acusado de varios delitos entre ellos de peculado, al que el gobierno mexicano le había dado protección como a otros.
Tras la detención de Jorge Glas en la Embajada de México en Quito, el presidente Andrés Manuel López Obrador consideró este acto como “una violación flagrante al derecho internacional y a la soberanía de México”.
Aquella visión que tuvo López Obrador de ser el líder más importante de América Latina se esfumó, muy pronto echó por la borda su capital político cuando mandó una misión para “rescatar” a Evo Morales.
Luego con España cuando pidió que ofrecieran disculpas por la conquista a los pueblos originarios de América.
A esto se suma la negativa de AMLO de entregar a la presidenta de Perú, Dina Boluarte el liderazgo de la Alianza del Pacífico, hecho por el que AMLO es persona non grata en dicho país.
El episodio anterior a las tensiones con Ecuador fue con Javier Milei, el argentino dijo sobre el mexicano “que un ignorante como López Obrador hable mal de mí me enaltece”.
Al condenar la irrupción de las fuerzas de seguridad de Ecuador en la embajada de México en Quito, el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que “ni Pinochet, el temible Pinochet se habían atrevido a eso.
Así han sido estos casi seis años de López Obrador, dando tumbos en la política internacional, dividiendo al interior del país y hacia afuera. Este capítulo de rompimiento con Ecuador resulta conveniente en la arena política de la sucesión presidencial para su candidata y más para desviar la atención de la corrupción que baña a su administración porque es un llamado al nacionalismo y a cerrar filas con su gobierno.
Que conste y va de nuevo. La invasión a la embajada de México en Ecuador no tiene justificación, es inadmisible.
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Hasta la próxima.