Yo Campesino
Demoledora
Miguel A. Rocha Valencia
El desdén de la corcholata del ganso por los opositores va más allá del dicho de que la jornada electoral será un simple trámite para que asuma la Presidencia de la República, ya que con actitudes, declaraciones e historial nos “dice” que para ella la oposición no existe, que el poder Judicial estorba y el Congreso, debe ser una simple comparsa de las decisiones del amo en turno.
Por eso no saluda a sus contendientes en los debates; a ambos los desprecia; por eso a sus acarreados les exige que la dejen hablar, aunque sean embustes los que les dirige y a los mexicanos simplemente nos advierte que su palabra es ley y si ella dice no hay violencia o delincuencia, es que así es.
Lo expresa como auténtica autócrata, incapaz de una cortesía hacia sus interlocutores, menos aún para quienes tengan la osadía de poner en tela de duda sus afirmaciones o plantearle “otros datos”. Para la científica que ni un dedo movió ante la deforestación en Yucatán con el tren Maya, donde cerca de ocho millones de árboles se han talado, la oposición no existe.
De hecho, aunque la realidad le diga lo contrario, ella tiene su visión de México y del mundo, en una encerrona mental donde cuando llegue a la presidencia, se cumplirán sus instrucciones al pie de la letra como será la modificación en la selección de jueces, magistrados y ministros en el Poder Judicial, así como los mandamases en el Tribunal Electoral Federal y ni qué decir en el INE, el cual, será mangoneado desde palacio Nacional.
Porque también es un hecho que la hija de judíos inmigrantes vivirá como una reina y así gobernará, desde palacio y al igual que su mentor no tendrá tiempo para reunirse con opositores, a los cuáles les pondrá de dos sopas, o se afilian al movimiento morenista o desaparecen. Les quitará las prerrogativas partidistas y les eliminará representación en el Congreso.
Dicen especialistas en sicología que el lenguaje corporal y oral de la corcholata revelan un ser autoritario, sin desviaciones, a lo suyo, sin posibilidad de réplica incluso de sus cercanos.
O sea, si algunos esperaban algún cambio para bien, están equivocados, si la favorita del actual rey llega al poder, las cosas se pondrán peor. El segundo piso de la 4T habla de ello, cerrazón absoluta a oposiciones o líderes sociales; la persecución y exterminio de opositores será real sobre todo en los medios masivos, de hecho, esto ya está “caminando”, cada vez son más los espacios de opinión colonizados por morenistas.
La misma corcholata es quien designa quién y dónde; los medios se están aflojando merced a sus necesidades económicas para mantener operativos y aunque intentan equilibrar con incrustaciones opositoras, eso se va a acabar. Su sobrevivencia dependerá de su capacidad de captar recursos privados, pero aquí la pinza se va a cerrar pues los empresarios que apoyen con anuncios, serán perseguidos por la Unidad de Inteligencia Financiera y la Fiscalía General de la República.
Recordemos que la estrategia de la 4T es doblegar primero al Congreso para legitimar sus decisiones; luego someter al poder Judicial, el cual están colonizando y tendrán a sus pies con el simple cambio legal de ministros o mediante reformas si logran la mayoría absoluta en diputados y senadores federales.
Por definición y Ley, las fuerzas armadas están sometidas al mandato del poder Ejecutivo como comandante supremo, o sea, ahí no hay problema pues con dinero y corrupción las compró el profeta de la 4T, no opondrán.
La domesticación o sometimiento de empresarios ya está en marcha lo mismo que de los medios de comunicación masivos incluyendo algunas plataformas digitales y finalmente, no habrá periodista que pueda o quiera manifestar inconformidades frente a un gobierno absolutista.
Entonces México ya tendrá dueño, la tiranía será de facto porque desde Palacio se dictará el rumbo y aunque parezca contrasentido, será conforme a Ley, pues la Constitución se ajustará como en las “democracias” cubana o venezolana al capricho del nuevo monarca.
Claro eso ocurrirá si los mexicanos así lo decidimos y si la mayoría lo permite, pues no habrá más que hacer sino ajustarnos a las circunstancias, pero eso sí, que los jóvenes de hoy para quienes será ese nuevo país, no reclamen ni echen culpa a quienes les advertimos y conminamos a salir a votar y determinar su propio destino. Aún hay tiempo, después del dos de junio, quien sabe.