Opinión
Lorena Cortés
El arzobispo de Morelia quien también tiene el grado de Doctor en Psicoterapia y Espiritualidad, Monseñor Carlos Garfias, ha instalado en los municipios de mayor violencia de Michoacán los Centros Escucha, donde cientos de miles de niñas, niños, adolescentes, mujeres y hombres que han sido afectados por la violencia y el crimen han recibido acompañamiento espiritual, psicológico y legal.
Cientos de huérfanos, madres que perdieron un hijo o una hija, hermanos que perdieron a otro hermano, primos, tíos, abuelos; cientos de miles de víctimas de la violencia y el crimen a través de estos Cetros Escucha; “…han facilitado un proceso de perdón, reconciliación para que las personas puedan superar el dolor, la tristeza, el resentimiento y logren recuperar la paz y confianza..”, en palabras del propio Arzobispo Garfias, quien también ha señalado con especial tino que muchas veces quien ha sido víctima de la violencia puede convertirse en victimario.
Y es que en estos territorios se aprende a vivir con miedo y se piensa todo el tiempo en la venganza; según uno de los usuarios de estos Centros Escucha, a quien la edad de 7 años, en Apatzingán le asesinaron a uno de sus hermanos y a su padre, y que gracias a estos centros ha logrado a través gestión de emociones, sanación y resiliencia, sobrevivir.
A través de los obispados de las regiones más violetas como Apatzingán, Zitácuaro, Zamora, Lázaro Cárdenas y Morelia existe un ejército de mensajeros de la paz que con sotana o sin sotana construyen una política para la paz y no partidista como lo ha señalado recientemente el Obispo Cristóbal Asencio de Apatzingán; ahí donde las instituciones del estado no llegan, y si lo hacen son con apoyos intermitentes, con esfuerzos esporádicos “apaga fuegos”.
En la presentación de estos Centros Escucha (2020); el propio arzobispo Carlos Garfias Merlos señalo que: “Las políticas públicas actuales del Gobierno de México en materia de seguridad, salud y economía, en general han fallado, porque si bien han roto con lo establecido, esto no es suficiente, ya que no se ha planteado el modelo con precisión y claridad …”. https://primeraplana.mx/archivos/711090
La violencia y el crimen han dejado una estela de dolor en muchos territorios de Michoacán, que al grueso de la burocracia no le interesa atender, pues su comprensión de la realidad, no trasciende de la realización de negocios personales o aspiraciones políticas. Por consecuencia en los territorios que por décadas han estado al acecho de grupos del crimen organizado, donde no hay gobierno, lo único que queda es refugiarse en la fe.