LA COSTUMBRE DEL PODER
Gregorio Ortega Molina
*Durante muchos años he escuchado que, en política, en los liderazgos sociales, en las empresas, los vacíos de inmediato se ocupan. En el caso de los desaparecidos, de los crímenes violentos, de las fosas clandestinas, los vacíos se transforman en agujeros negros, en conductos a Nada o, en su defecto, a la Fe, y ésta es un poderoso antídoto contra la impunidad
¿Cuánta riqueza contribuyen a producir los plásticos del bienestar, y las grandes obras públicas que harán trascender a Andrés Manuel López Obrador, o la farmacia más grande del mundo, o el desabasto de medicamentos y el desastre educativo? En fin, ¿cuánta más al amparo de la violencia, la extorsión, el derecho de piso y la trata?
Acción Nacional enseñó el cobre de inmediato. El Movimiento de Regeneración Nacional tardó un poco más en mostrar su verdadero rostro, pero el costo del desengaño es mayor, porque la apuesta nunca fue por los pobres, ni el combate a la corrupción, ni la pacificación de la república, sino la complicidad con los peores: los narcotraficantes y los voraces dueños del dinero.
Suponer que San Fernando, Tamaulipas, fue un hecho aislado y sucedió hace más de una década y ya fue borrado de la memoria, es un error, las consecuencias son de largo aliento y apenas surgen.
Marcela Turati concluye, como parte de su investigación: “Durante años, las familias buscadoras mexicanas han dicho en público que ellas no quieren justicia, que solo quieren verdad, que se conforman con saber dónde quedaron los restos de sus hijos e hijas sepultados. Saben que solo con esa promesa de impunidad los asesinos les permiten buscar. Sin embargo, cuando ya tienen consigo el cuerpo de su ser querido, en muchas comienza a abrirse paso el deseo de justicia. Como si fuera un último acto de amor para con quien le fue arrebatada la vida.
“Y esa convicción es contagiosa, se comporta como cascada. Como una cascada de justicia”.
Durante muchos años he escuchado que, en política, en los liderazgos sociales, en las empresas, los vacíos de inmediato se ocupan. En el caso de los desaparecidos, de los crímenes violentos, de las fosas clandestinas, los vacíos se transforman en agujeros negros, en conductos a Nada o, en su defecto, a la Fe, y ésta es un poderoso antídoto contra la impunidad.
A punto de concluir su investigación, Turati escribe: “Hasta marzo de 2023 de los 131 cuerpos exhumados en las fosas de San Fernando en 2011 y asignados a la Comisión Forense, 73 ya habían sido identificados y 58 permanecían como no identificados.
“De las 74 personas que habían sido detenidas y presentadas por el gobierno federal como responsables de las fosas -especialmente de las llamadas <>- más de 11 años después, 36 fueron encontradas culpables en su proceso judicial. De éstas sólo 18 purgan penas; 13 restantes ya pagaron sus penas. Cinco fueron absueltas.
“En la cárcel siguen 38 personas detenidas sin condena. Entre estos están los líderes de los Zetas en San Fernando y el campesino Élfego Cruz Martínez, que había sido secuestrado un día antes.
“Las investigaciones que en todo este tiempo realizó la SEIDO sólo consideró los delitos de secuestro, delincuencia organizada, portación de armas y de cartuchos de uso exclusivo de las fuerzas armadas y delitos contra la salud. Ninguno de los detenidos ha sido culpable de asesinato o desaparición de personas. Ningún funcionario público está por haber participado, no haber prevenido, o por callar y permitir que las masacres ocurrieran (negritas mías)”.
¿Algo ha cambiado con la transformación moral prometida por Andrés Manuel López Obrador? ¿Estamos mejor? ¿Podemos ver el futuro con optimismo?
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