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LA COSTUMBRE DEL PODER

La tía Julia de Mario Vargas Llosa

Gregorio Ortega Molina

*“Creo que tiene que haber una fe en el sistema democrático, creo que los ciudadanos deben tener confianza en que las instituciones sirven para mejorar lo que anda mal. Creo que ese es el punto de partida de toda gran reforma moral en una sociedad”

El premio nobel peruano y autor de La ciudad y los perros ha construido una vida con más aciertos que descalabros. La ignorante crítica de Andrés Manuel López Obrador dista mucho de hacerle mella, aunque a sus gobernados nos deja en mal, porque muestra el verdadero tamaño de lo que desconoce.

 Durante una entrevista con Vargas Llosa, obtenida por la intervención de Jaime Aljure Bastos, pude conversar con el escritor sobre su obra y su vida, acerca de México y Perú, sobre las razones por las cuales decidía escribir en bibliotecas públicas y la necesidad de dedicar más tiempo a las correcciones que a la creación literaria. Una buena novela exige una corrección sin complacencias.

 Todos los resquicios para acercarnos al ámbito de su privacidad fueron doblemente cerrados. No olvido mi insistencia por conocer la identidad del personaje femenino de La tía Julia y el escribidor, como bien recuerdo las elegantes respuestas que dan cuenta de su discreción como ser humano, como caballero, como varón comprometido con lo femenino.

 Lo anterior viene a cuento porque Isabel Preysler y Vargas Llosa hicieron pública su separación -seguida de unas declaraciones de su ex esposa Patricia Llosa-, y por lo deslenguado e ignorante del presidente mexicano. Sólo le faltó agregar que leerlo también produce tumores en el cerebro, como refiere de algunos periodistas mexicanos.

 Le doy vuelta y vuelta al nombre de Patricia Llosa, y sólo acierto a suponer que es muy probable que ella sea, en efecto, la tía Julia de Mario, la inspiración para escribir esa bella novela, y el motor de su vida creativa durante muchos años. Pero vale la pena retomar una respuesta que el peruano ofreció en mayo de 1993 a este periodista, y explica la animadversión de AMLO:

“Mire, creo que tiene que haber una fe en el sistema democrático, creo que los ciudadanos deben tener confianza en que las instituciones sirven para mejorar lo que anda mal. Creo que ese es el punto de partida de toda gran reforma moral en una sociedad . Eso, desgraciadamente, ha sido muy difícil de conseguir hasta ahora, porque en la realidad las instituciones no han servido para mejorar las cosas”.
¿Es lo que ahora sucede en México? La moral no es conocida de los dirigentes políticos de hoy.

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