IA, Paraísos Artificiales, LSD, la manera de obstruir la energía sobrante IV/V
Gregorio Ortega Molina
*Llegó el turno de Allen Ginsberg para ocupar la palestra de los cambios, e inmediatamente después la industria del entretenimiento irrumpió con el placebo perfecto: el tiempo real, la comunicación instantánea y los juegos cibernéticos, que encadenan a niños, jóvenes y adultos
El trayecto para llegar al ácido lisérgico es sinuoso e inicia con la presencia del ser humano en el mundo. Al asomarse la inteligencia también aparece la necesidad del olvido, del artificio, de saber lo que se siente al estar en otro lugar sin siquiera desplazarse.
Siempre me he preguntado qué impelió a Noé a beber hasta perderse y mostrarse tal cual era ante sus hijos, dormido y despatarrado. Aquí permanecemos, pero no siempre satisfechos. El engaño es condición humana, y nos hemos convertido en especialistas del auto engaño. A algunos les resulta fácil reinventar su mundo, otros requieren de ayuda. María Sabina fue especialista en ayudar, como supongo lo fueron quienes estuvieron a cargo del Oráculo, en Delfos.
En el capítulo El gusto por lo infinito, de Los paraísos artificiales, Charles Baudelaire lo puntualiza: “El mundo moral abre sus amplias perspectivas, llenas de nueva claridad. El hombre gratificado con esta beatitud, desgraciadamente escasa y pasajera, se siente a la vez más artista y más justo, más noble, para reducirlo a una palabra. Lo que es más excepcional en este estado de la razón y de los sentidos, que sin exageración puedo llamar paradisiaco, si lo comparo con las pesadas tinieblas de la existencia diaria y común, es que fue creado por una causa visible y fácil de definir”.
Unos eligen la ascesis y la oración y la fe, pero los más buscan sus asideros en el más material de los mundos posibles: el de los paraísos artificiales. Desconozco si puede equipararse el éxtasis de la pureza, con el que se logra a través del LSD, o los hongos de María Sabina.
Las opciones se hicieron públicas y notorias gracias a la música de los Beatles.
Imagínate a ti mismo en un bote en un río
Con mandarinos y cielos de mermelada
Alguien te llama, respondes bastante lento
Una chica con ojos de caleidoscopio
Flores de celofán de color amarillo y verde.
Elevándose sobre tu cabeza
Busca a la chica con el sol en los ojos
y ella se ha ido
Lucy en el cielo con diamantes
Lucy en el cielo con diamantes
Lucy en el cielo con diamantes
Síguela hasta un puente junto a una fuente.
Donde la gente del caballo balancín come pasteles de malvavisco
Todo el mundo sonríe mientras pasas junto a las flores.
Que crecen tan increíblemente alto
Los taxis de periódicos aparecen en la orilla.
Esperando para llevarte
Sube en la parte de atrás con la cabeza en las nubes
y te has ido
Lucy en el cielo con diamantes
Imagínate a ti mismo en un tren en una estación
Con porteros de plastilina con lazos de espejo
De repente, alguien está allí en el torniquete.
La chica de los ojos de caleidoscopio
Lucy en el cielo con diamantes
Llegó el turno de Allen Ginsberg para ocupar la palestra de los cambios, e inmediatamente después la industria del entretenimiento irrumpió con el placebo perfecto: el tiempo real, la comunicación instantánea y los juegos cibernéticos, que encadenan a niños, jóvenes y adultos.
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