Mutaciones I/II
Gregorio Ortega Molina
*Es el espejismo de Circe y la debilidad de Ulises. ¿Cuál es nuestro lugar en el mito? ¿Somos engañadores o nos gusta vivir engañados? Hay quienes son aptos para conceptuar y concebir el futuro, mientras otros tienen la capacidad suficiente para construir el proyecto social en una u otra dirección. Pero hoy hay permuta en esta nación. Quienes articularon el preterido proyecto de nación son los que debieran dirigirla, y los que están en la cúspide deben descender al lugar que les corresponde
La sociedad, como la naturaleza, padece mutaciones… naturales o inducidas, pero el ámbito de los humanos sufre de las consecuencias de una afección adicional, porque también permuta.
Imposible recordar hace cuánto dejé de ver alcatraces en los prados urbanos, en los jardines domésticos, en los puestos de flores. Quizá únicamente permanecen vivas en la inmortalidad a esas flores concedida por Diego Rivera, pues ni siquiera la presencia de Natasha Gelman opaca la belleza de esos regalos a la vista que la divinidad nos ofreció, o quizá la mano del pintor y su deseo de permanencia.
Los alcatraces y las imágenes eróticas creadas en torno a ellas por Huberto Batis y sus intelectuales para las páginas de Sábado. Nada queda ya para deleite de nuestros ojos y estímulo de la imaginación. ¿Dónde se ocultó ese magnífico regalo de Dios? ¿Mutó la naturaleza, o permutamos nuestros gustos estéticos?
La sociedad también padece de mutaciones o permutas exclusivas de la acción humana. Ahora han decidido por nosotros -que somos más del 33 por ciento que sufragó a favor de la regeneración nacional-, que nos va mejor en la crispación, la insolencia, la inquietud social propiciada por el irrefrenable deseo de hacer nuestra la actitud y propiedades del vecino. La transformación propuesta -caemos tarde en la percepción del engaño- es tan sencilla como el quítate tú porque ahora me corresponde ocupar tu lugar, o por el no entiendes que son primero los pobres.
Es el espejismo de Circe y la debilidad de Ulises. ¿Cuál es nuestro lugar en el mito? ¿Somos engañadores o nos gusta vivir engañados? El canto de las sirenas se repite incesante todas las mañanas, y muchos deciden dar la espalda al regreso al hogar, porque desafortunadamente la mayoría carece de la estabilidad conferida por Penélope para lograr armonía y permanencia en las certezas físicas y la etérea fe de un futuro siempre imperfecto.
La igualdad no se logra por decreto porque no existe. La belleza, para ser apreciada, es diversa y escasea, como sucede con la inteligencia o las habilidades manuales. Hay quienes son aptos para conceptuar y concebir el futuro, mientras otros tienen la capacidad suficiente para construir el proyecto social en una u otra dirección. Pero hoy hay permuta en esta nación. Quienes articularon el preterido proyecto de nación son los que debieran dirigirla, y los que están en la cúspide deben descender al lugar que les corresponde.
¿Dónde el respeto por la legalidad y la Constitución que se juró cumplir y hacer cumplir?
Desconozco cuándo y cómo fue nombrado Alejandro Solalinde para desempeñar la función que ahora se enorgullece en desempeñar. Ni manera habrá de responsabilizarlo o sancionarle legalmente por lo que promueva e insista en hacer, ante los ojos cerrados de los integrantes del gobierno federal. Pero todos orondos y felices porque creen purificarse con la presencia del sacerdote que adquiere funciones en un Estado laico.
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