La Costumbre del Poder

Mexicanos crean comunidad cultural sin programas del bienestar

*Lo logrado por Alejandro Vallejo es encomiable. Transpira el gusto por enseñar, promover y exhibir lo que puede lograrse cuando se tiene el deseo de aprender a desarrollar las aptitudes individuales. La manera en que las voces, las manos, los dedos, los pies interpretan esa música que seres humanos llevan en el interior, junto a la razón y los sentimientos, para comunicar que todo puede ser diferente

Gregorio Ortega Molina

Es verificable: el verdadero, auténtico México está más allá de del centralismo de la ciudad capital federal, es ajeno a los intereses electorales del gobierno. Sus integrantes están seguros de ellos mismos, fomentan sus valores cívicos y culturales y participan por iniciativa propia, para fomentar su humanismo y el de sus hijos, y crear comunidad.

No es necesario trasladarse de un lado a otro de la república para atestiguar y sentir de lo que son capaces los mexicanos, cuando no los tutelan por intereses político-electorales o aviesas desviaciones ideológicas. Se comunican entre ellos y se mueven, porque saben que, sin la solidaria participación en los eventos impulsados para fomentar cultura y participación social, les niegan el futuro a sus hijos, a sus vecinos y a ellos mismos.

Tuve oportunidad de acudir, con miembros de mi familia y amigos y conocidos de la zona, al evento musical promovido por el profesor Alejandro Vallejo, donde los asistentes pudimos ser testigos de ese fenómeno de cohesión social cuando se fomenta la comunidad de intereses.

El desarrollo cultural de los hijos, la modificación en la manera de ver al mundo a través de la música, de sentir el cambio cuando el oído es educado y se desarrollan las aptitudes para ofrecer armoniosa música con el cuerpo y los sentimientos, con el corazón y la mente.

Niños de ocho años en la batería, niñas que interpretan canciones con una voz educada, y una madre que participa, desde la interpretación vocal de lo que los alumnos nos narran con el teclado eléctrico, las guitarras en tono de requinto y bajo, el cajón peruano, para que los que acudimos quedáramos sorprendidos de lo que puede lograrse con la voluntad de cambio, de ser mejores seres humanos, integrantes de la familia, empáticos promotores de la vida en comunidad con el absoluto respeto cívico a lo que sucede en su entorno.

Lo logrado por Alejandro Vallejo es encomiable. Transpira el gusto por enseñar, promover y exhibir lo que puede lograrse cuando se tiene el deseo de aprender a desarrollar las aptitudes individuales.

La manera en que las voces, las manos, los dedos, los pies interpretan esa música que seres humanos llevan en el interior, junto a la razón y los sentimientos, para comunicar que todo puede ser diferente.

www.gregorioortega.blog

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