¿Transición, cambio de régimen o presidencialismo imperial? V/V
Gregorio Ortega Molina
*Les resulta más reconfortante Palacio Nacional que Los Pinos; les da más seguridad la fuerte pisada de las botas militares, que el silencio de la creatividad, pujanza e ingenio de los gobernados, hoy sometidos al capricho y las veleidades de la palabra encontrada o desaparecida durante las disquisiciones de las mañaneras. ¿Por qué no acudió Latinus a Celaya y sí al arrumaco de Claudia Sheinbaum con los encapuchados? Lo que no vive en la mente del presidente de la República, no existe, de ese tamaño es el poder de la presidencia imperial
El México bueno y sabio vive en un Gulag anímico y de participación política, atemorizado por la posibilidad de perder sus plásticos del bienestar, y la vida en medio de los abrazos de las tumbas sin nombre, o debido a la falta de vacunas, o al chisme de un compañero de trabajo o víctima de lo que se dice en las mañaneras.
Su muestra incapaz de reclamar una transición que le permita respirar, ser creativo, recuperar esos espacios de libertad que le fueron arrebatados durante las distintas e indiferentes alternancias, en las que la presidencia imperial se convirtió en lo que hoy es, adiposa, con macrocefalia, torpe y abusadora, sin detenerse a mirar a los que aplasta y desaparece cuando se mueve. Todo lo rompe y lo corrompe, para conducir a este país al destino que le deparan dejadez e ignorancia cultivadas con dinero fiscal.
Parecen hospedados en Kolymá, en esas celdas donde sólo pueden permanecer parados, hediondos, sin aspiraciones, contentos con respirar y recibir el rancho que les corresponde.
No lo comprendo, pero lo que sí entiendo, es el temor de los políticos a perder toda esa fuerza, todo ese poder acumulado sobre el miedo y sobre las espaldas de los mexicanos a los que espolean sin miramientos. Es el modito de gobernar tabasqueño, a efecto de que los abrazos cumplan con la tarea a que están destinados. Resulta más atemorizante un apretón, que un disparo, por ensordecedor que resulte.
Les resulta más reconfortante Palacio Nacional que Los Pinos; les da más seguridad la fuerte pisada de las botas militares, que el silencio de la creatividad, pujanza e ingenio de los gobernados, hoy sometidos al capricho y las veleidades de la palabra encontrada o desaparecida durante las disquisiciones de las mañaneras. ¿Por qué no acudió Latinus a Celaya y sí al arrumaco de Claudia Sheinbaum con los encapuchados? Lo que no vive en la mente del presidente de la República, no existe, de ese tamaño es el poder de la presidencia imperial.
¿Qué político de la 4T desea una transición al gobierno de coalición, al presidencialismo parlamentario, a la creación de un primer ministro, si hoy lo tiene todo sin siquiera despeinarse? Lo grave, es la posibilidad de que todo vaya a peor.
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