Ignorancia en la conservación y uso del agua, en gobernados y gobernantes I/II
Gregorio Ortega Molina
*Proveer de agua a la capital del país requirió de ingenio e inteligencia. La obra de ingeniería hidráulica del Sistema Cutzamala es un prodigio, pero nuestros gobernantes y los capitalinos prefirieron olvidar que esa agua estamos a punto de convertirla, por contaminantes, en un recurso no renovable, y lo mismo propician el cambio climático con actividades civilizadas que dejan de regular el entorno urbano, mal planifican el desarrollo y los consumidores del líquido lo desperdician sin detenerse a pensar en las consecuencias de su escasez
Imposible saber qué determinó las decisiones de los virreyes, para iniciar la transformación de una ciudad lacustre en un páramo de cemento. Ahí están las narraciones de los conquistadores, para transmitirnos esa imagen de una Gran Tenochtitlán comunicada por canales y ese entorno en el que el agua fluía para favorecer la vida y preservar la naturaleza.
Recuerdo, porque jugué en sus orillas, el cauce del río Churubusco. Qué motivó que lo entubaran, como ya habían hecho con los otros caudales de la Ciudad de los Palacios: los ríos La Piedad, Los Remedios… a Texcoco pudo llegarse en canoa, lo mismo que a La Viga. Tengo la sensación de que los canales de Xochimilco se empequeñecieron, lo que es una percepción producida por mi edad, pero lo que es innegable, es su nivel de contaminación. Ir a Mixquic era una odisea, como lo fue acudir en día de muertos a Pátzcuaro.
En sus ensueños de grandeza, José López Portillo intentó recuperar los canales que llegaban al Zócalo, que terminaron convertidos en basurero. Es muestra de nuestra educación, es nuestra idea de la Historia, así, con mayúscula, como lo es lo que sí se preserva del Templo Mayor.
No soy ingeniero en mecánica de suelos, tampoco arquitecto, pero tengo la convicción de que en nuestros gobernantes privó una mezcla de ignorancia y avidez, y así, con bandos como los publicados por Andrés Manuel López Obrador cuando fue Jefe de Gobierno, la ciudad se extendió y continuó su hundimiento. ¿No fueron precisamente esos bandos el inicio del verdadero cártel inmobiliario?
Ernesto P. Uruchurtu intentó detener el crecimiento innoble del Distrito Federal, con el gesto de la clausura del puente de Tecamachalco, que su sucesor reabrió de inmediato; décadas después se esforzó en seguir su ejemplo Manuel Camacho Solís. Se lo quiso comer vivo Carlos Salinas de Gortari, que ya traía en la cabeza el crimen de Santa Fe. Hoy, sin cumplir con las normas mínimas, los enormes edificios se multiplican, complican la comunicación vial, y consumen el agua y los mantos acuíferos, que actualmente se conservan de milagro.
Proveer de agua a la capital del país requirió de ingenio e inteligencia. La obra de ingeniería hidráulica del Sistema Cutzamala es un prodigio, pero nuestros gobernantes y los capitalinos prefirieron olvidar que esa agua estamos a punto de convertirla, por contaminantes, en un recurso no renovable, y lo mismo propician el cambio climático con actividades civilizadas que dejan de regular el entorno urbano, mal planifican el desarrollo y los consumidores del líquido lo desperdician sin detenerse a pensar en las consecuencias de su escasez.
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