México, República inacabada y ya en proceso de destrucción IV/V
Gregorio Ortega Molina
*Supongo que a estas alturas sabemos lo que puede depararnos el futuro inmediato, enunciado en el modito de los festejos patrios en Palacio Nacional, en el anuncio de lo que es ya la contienda por la presidencia de una República más que imperial
¿Cuáles son las instituciones de la República consolidadas en sus funciones constitucionales, en la garantía de los derechos de la sociedad, en el impulso y acendramiento a la idea de patria, en el proyecto de nación?
Si hemos de ser sensatos, debemos aceptar que ninguna. El Poder Ejecutivo, cuyas facultades metaconstitucionales fueron disminuidas gracias al FDN y su impulso a la ciudadanización del entonces IFE, con la aparición del EZLN, con el resultado electoral de 1997 y el reacomodo en el Congreso de la Unión, y con la alternancia como placebo a la urgente transición, a la reforma del Estado.
La creación del Consejo de la Judicatura Federal y la disminución del número de ministros del pleno de la SCJN, rejuveneció al Poder Judicial Federal; el Congreso de la Unión respiró desde que el PRI dejó de mangonear para imponer la voluntad presidencial.
Pero en 5 años nos regresaron ocho lustros, lo que obliga a una pregunta cuya respuesta debe ruborizarnos: ¿Cuánto hemos avanzado política y socialmente desde la promulgación de los Sentimientos de la Nación?
“Que la soberanía dimana inmediatamente del Pueblo, el que solo quiere depositarla en sus representantes dividiendo los poderes de ella en Legislativo, Ejecutivo y Judiciario, eligiendo las Provincias sus vocales, y éstos a los demás, que deben ser sujetos sabios y de probidad”.
“Que los Poderes Legislativo, Ejecutivo, y Judicial estén divididos en los cuerpos compatibles para ejercerlos”.
“Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto”.
¿Dónde queda entonces el una y mil veces ofertado combate a la corrupción, y evitar que se garantice impunidad; cómo asegurar la efectiva separación de poderes? ¿Puede desaparecer la macrocefalia del Poder Ejecutivo? ¿Y la ceguera ante la rapiña como método de control político?
Supongo que a estas alturas sabemos lo que puede depararnos el futuro inmediato, enunciado en el modito de los festejos patrios en Palacio Nacional, en el anuncio de lo que es ya la contienda por la presidencia de una República más que imperial.
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