Campesinos desplazados por invasión de delincuentes
José Cruz Delgado
Varias veces he denunciado en esta columna sobre la situación que viven las familias campesinas del estado de Michoacán, un estado rico en recursos naturales pero asediado por el crimen organizado que, mediante amenazas se ha venido apoderando de ellos, incluso, utilizan a los lugareños y sus familias para su explotación y los mantienen como esclavos.
Ejemplos hay, están las minas en Aquila y las maderas preciosas de la sierra Costa-Nahoa, solo por mencionar algunos.Los delincuentes han despojado de esos recursos a las comunidades, y a sus propietarios los utilizan para su explotación pagándoles una miseria, pero han llegado al extremo que ponen expendios de abarrotes donde están obligados a comprar los alimentos, como en la época porfirista, resurgieron las tiendas de raya.
Y es que el el presidente del PRI en el estado Memo Valencia Reyes, aunque no dijo nada nuevo, al menos es para recordarle a las autoridades sobre el desplazamiento de campesinos que han tenido que abandonar todo, tierras, cultivos y ganado debido a la invasión de delincuentes en sus lugares de origen.
Durante el 102 aniversario de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos de Michoacán, de la CNC, se denunció que los hombres del campo ya no pueden trabajar sus tierras, porque las brechas de Michoacán son zona de guerra entre integrantes del crimen organizado y que los ganaderos dejan morir a sus animales y abandonan sus parcelas para preservar el valor más importante que tienen que es la vida, mientras que el gobierno no implementa acciones para que el campo se desarrolle.
“Los campesinos están olvidados, y nuestro gobierno ha instalado una etapa en la que no busca que la gente del campo salga de la pobreza, crezca y se desarrolle, más bien busca perpetuar la pobreza con programas asistencialistas en donde lo único que hacen es fomentar la huevonada, la baquetoneada, porque ni siquiera en el campo podemos ya encontrar jóvenes que quieran trabajar porque todo se les pone muy fácil, dijo el priista.
La dirigencia cenecista denunció que Segalmex atiende el cinco por ciento de los productores; y el noventa y cinco por ciento están sueltos, a la deriva, comercializando sus productos como bien lo puedan hacer o también están atendidos por intermediarios que no les pagan precios justos.
Pero retomando el tema de la tierra, le comento que ante la falta de apoyos, los campesinos rentan o venden sus parcelas a precios de risa, y a la vez se convierten en peones, literalmente en esclavos de los nuevos dueños de lo que una vez fueron sus parcelas.
En otros casos son los dueños de la tierra, pero la trabajan en la calidad de peones, expuestos a un desgaste irreparable de los suelos, y sin mayor participación de las ganancias que generan los alimentos que se obtienen de estos. Son campesinos michoacanos que, ante la insuficiencia de apoyos para producir, rentan sus tierras a empresas transnacionales, sobre todo, dedicadas a las frutillas.
Se estima que más de 30 mil campesinos en Michoacán han optado por rentar sus superficies a empresas transnacionales que, por entre cuatro y 10 años, se benefician de la tierra y pagan ingresos mínimos a sus propietarios, pese a que logran una derrama económica significativa al especializarse en alimento de alta demanda por mercados como Estados Unidos.
Las comunidades originarias y los núcleos agrarios se encuentran en la indefensión ante la expansión que las empresas transnacionales llevan a cabo de los cultivos, sobre todo, de frutillas, que tienen una demanda creciente en los mercados de alto valor y generan un flujo de divisas de los que los campesinos apenas reciben “migajas”.
“Les dan un salario mínimo, se convierten en peones en sus propias tierras, y están felices, porque al menos ya tienen algo para mantener a sus familias, pero a un precio alto, porque toda la ganancia se la llevan las transnacionales.
Y es que ante la no asignación de recursos federales para los programas en concurrencia, es complicado para los productores locales llevar a cabo por sus propios medios la obtención de frutillas u otros alimentos de alto valor en los mercados. Incluso, ante la falta de recursos tienen que acudir a los agiotistas que al final les compran la cosecha a precios bajos, si bien les va, porque si no pueden pagar los prestamistas se quedan con sus tierras.