Juez y parte, de pacotilla

*Otro tabasqueño inmoral

Luis Repper Jaramillo*

lrepperjaramillo@yahoo.com

Por ética, moral, dignidad, sensibilidad, nadie debe ser juez y parte, en el descompuesto, fétido, hediondo sistema político mexicano que Andrés Manuel López Obrador, Transformación de 4ª, Morena, gabinetazo y legisladores en Senado y Diputados han hundido el arte de la negociación, acuerdos, coincidencias, diálogo, etc. Decadencia que, por obsesión, locura, inestabilidad metal, Andrés Manuel, quiere prolongar (ilegalmente) su gobierno pisoteando la Constitución, la Ley Electoral, la autonomía de los órganos autónomos (INE, TEPJF, INAI) para perpetuase en el poder.
Por la facultad que le confiere la Carta Magna, mal entendida, ignorada, extralimitándose, utiliza todo el Poder del Estado para ultrajar la división de poderes (Legislativo, Judicial, Ejecutivo) para manipular, amenazar, acosar a los actores políticos e imponer su barbarie: el Plan “B” de su Ley Político/Electoral con la que busca liquidar, desaparecer, romper al INE y su Tribunal Electoral, para “acomodar” en la elección presidencial de 2024 un árbitro comicial “ad hoc” para, literalmente, robarse el proceso y continuar destrozando al país.
Ya lo tiene roto (en sólo 4 años). Lo que a los mexicanos nos llevó décadas de construir una nación digna, independiente, democrática, generosa, unida, con Estado de Derecho, ejemplo para muchos países -por el respeto a la autonomía de los Estados (Doctrina Estrada)- y por la humanidad que ha profesado a los pueblos en emergencia, desastres y hambrunas.
Cuando en 2018, las urnas captaron el triunfo legítimo, legal, democrático, con más de 30 millones 100 mil votos a favor de López Obrador, sus crédulos esperaron un gobierno “diferente” a los sexenios anteriores (12 del PRI y 2 del PAN), pero su desilusión y frustración se dio de inmediato (antes de 3 meses de iniciada la T4a), cuando su mesías empezó a imponer su “venganza” contra los mexicanos y chairos –de todos conocida y padecida- Trajo desconfianza, temor, terror, incredulidad, y coraje, pues quien prometiera “ser un gobierno diferente” resultó peor, frustrante, mentiroso, engañabobos, fatuo, soberbio, totalitario.
Ante el fracaso rotundo de este sexenio (apenas 4 años) López Obrador sabe que timó al pueblo, por sus falacias, incapacidad, inutilidad, desconocimiento del cargo (sin perfil profesional); su fidelidad y amorío con la delincuencia organizada. Asesinó conscientemente a 3 mil 500 niños con cáncer (en sólo 4 años) a quienes quitó medicamentos, tratamientos especializados, quimios y negligencia. Su gobierno fue torpe, indiferente ante la Pandemia de COVID, que en sólo 3 años -2020 a 2022- ha provocado la muerte de 330 mil 729 víctimas (cifras oficiales a las que hay que sumarle 50 por ciento, en números reales).
Los López, Obrador y Gatell, Jorge Alcocer, Secretario de Salud, fueron indolentes en la alerta y atención cuando la OMS notificó la presencia del virus en México, lo ignoraron y la consecuencia es que al momento el país registra (cifras oficiales) 7 millones 170 mil personas contagiadas del virus.
Como lo padecemos y ninguna autoridad, diputados o senadores hacen “algo” para corregir, ni qué hablar de nuestra realidad económica, fiscal, sanitaria, de seguridad, educativa, habitacional, laboral, pobreza, marginación, electoral, etc. Eso sí, esos tres sectores (autoridad, diputados, senadores) están más ocupados en su futuro político, en “el hueso”, lambisconean a su mesías, para obtener una nominación electoral para seguir “mamando” del presupuesto o cobrar “favores” a López Obrador por los servicios prestados durante la T4a.
Citaré como ejemplo una larva sucia, inmoral, ineficiente, incapaz de desarrollar el cargo que le obsequió el merodeador de Palacio Nacional, para servir a la sociedad (como lo protestó al asumir la cartera de Gobernación). Pero desde el mismo momento de asumir la responsabilidad, ignoró su función, se hincó ante López Obrador para representarlo en “lo que quiera”, sin importar que su cargo es conciliar y establecer buena relación entre el Sistema, los partidos políticos, las instituciones electorales (INE, TEPJF), las organizaciones civiles, etc.
Pero, no, Adán Augusto López Hernández, viola la Constitución y las leyes que de ella emanan (como su mesías) y lejos de fungir como Secretario de Gobernación, rompe la gobernabilidad nacional, los buenos oficios de interlocutor confiable entre gobierno y partidos; políticos y legisladores, instituciones democráticas y los compinches de Andrés Manuel. Adán se convirtió en representante legal y electorero del tabasqueño en su afán de lograr la reelección del Peje (como primera instancia) o de alguna de sus tres “corruptas corcholatas” entre ellas él, para seguir el conservadurismo de Morena, T4a, y López Obrador, que han mostrado incapacidad, corrupción, nepotismo, negligencia, indolencia.
Para ubicar en su justa dimensión a Adán Augusto López, traidor y violador de la Carta Magna, busqué en la Academia alguna definición sobre el término juez y parte, lo que justamente hace hoy. Descubrí que “resulta muy difícil e imposible ser imparcial cuando es parte afectada. Aquellos que intentan ser parte en la toma de decisiones, pero no pueden hacerlo de manera imparcial, pues tienen intereses en el juego”
Éste aforismo, juez y parte, proviene del Derecho, en el que “una persona no puede ser juez, si es parte involucrada en el caso de manera directa o por tener alguna relación con alguno de los litigantes”
Muy claro el status de Adán. Su función como burócrata de primer nivel, le impide tomar parte en asuntos que sólo competen al INE, el Legislativo, los partidos políticos, al TEPJF, incluso la Corte, por ser quien debe conciliar, no inmiscuirse, en estos sectores.
Es funcionario público que debe servir al país, pero perversamente entregó su dignidad (si es que conoce esta virtud) a Andrés Manuel como criado. Desarrolla triple función: burócrata, abogado del diablo del inquilino de Palacio Nacional y “corrupta corcholata”, aspiracionista a la candidatura presidencial (por Morena) en 2024. Sin trabajar como Secretario de Gobernación, cobra salario digno, honesto, que prostituye haciendo lo que hace, que lo ubica como infeliz corrupto, omiso, cómplice y deshonesto al cargo que ostenta.
Andrés Manuel lo considera su “brazo derecho”, pues conocen sus secretos. Ambos militaron en el PRI, luego se fueron al PRD, son tabasqueños con todas sus triquiñuelas. Cuando el Peje traicionó al Sol Azteca y edificó su empresa familiar, Morena, meses después lo jaló al partido, pues traía recursos económicos multimillonarios, era gobernador de la ex Tierra del Edén y lo colocó como Secretario de Gobernación, pero en funciones de “abogado del Diablo”. Como premio por los “favores recibidos”, Andrés lo impulsó a destaparse como “corcholata aspiracionista”, con lo que lo llevará a la nominación partidista a la candidatura presidencial, por encima de la supuesta “corcholata favorita”, Claudia Sheinbaum, que sólo ha sido un títere para desviar la atención sobre su paisano Adán.
En un país que está estancado en lo económico, desempleo galopante alcanza 55 millones de personas, inflación (8.5% anualizada noviembre 2021-noviembre 2022) que golpea la cartera, monedero, bolsillos, bolsos, hogares de la población, calidad de vida –incluidos sus chairos- Las “pestilentes corcholatas” de Andrés dilapidan los presupuestos de sus dependencias y las de gobernadores y alcaldes de Morena, en eventos, acarreos, mítines, consumibles (gorras, banderines, camisetas, pancartas, monumentales, redes sociales, lonches, patrocinios, etc.) en actividades adelantadas de pre, pre campañas electoreras, ante la complacencia de autoridades federales como el SAT, Secretaría de la Función Pública, INE, Fiscalía Especializada en Procesos Electorales, FGR, etc. que no impiden usufructuar dinero público, para fines personales.
Tal es el caso de Adán Augusto, que, gastando dinero, personal, infraestructura, vehículos, logística, seguridad (Estado Mayor Presidencial, que Andrés llama Ayudantía), oficinas, sistema de Internet, de la Secretaría de Gobernación, visita cada semana Estados del país, no como encargado de la política interna, sino como “abogado del Diablo”, para exigir a gobernadores y congresos morenistas impulsar la reforma electorera, Plan “B”, de López Obrador, interviniendo, inmiscuyéndose en asuntos ajenos a sus responsabilidad, sin que autoridad federal alguna lo impida o expida un exhorto al inquilino de Bucareli, por faltar a sus funciones originales.
Este perverso y vil trabajo traerá beneficios personales a Adán. Su más preciado la nominación presidencial para el 24 –doble contra sencillo-, dejando en el camino a la Sheinbaum y a Ebrard, que sirven de parapeto a las miserables intenciones del Peje para dos objetivos: su sueño transexenal de permanecer en el poder y ahora sí (no lo dejaremos en ambos casos) imponer la dictadura que no ha podido lograr.
*Colaborador de los Grupos Editoriales Digitales radioexpresionmexico.com, mexiconuevaera.com, pausa.mx, revistapeninsular.com.mx, aldeadigital.mx

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