Las “mañaneras” del lugar común
Francisco Rodríguez
A diferencia de las matinés político-vengativas-electoreras-musicales de su antecesor, “las mañaneras del pueblo” se han convertido en el espacio en el que reinan el engaño, la desinformación y el lugar común.
Y esos infinitos lugares comunes provocan que la política se vacíe de política.
“Iniciamos nuestra primera conferencia mañanera, este diálogo circular es del pueblo y para el pueblo”, abrió este ejercicio la Presidente Claudia Sheinbaum el 2 de octubre, hace ya casi un mes.
¿Para quién si no? ¿Para los habitantes de Senegal? ¿De Groenlandia?
¡Claro que las armas que emplea la delincuencia organizada provienen de Estados Unidos! Las fábricas de la Sedena apenas si producen balines para resortera.
¡Por supuesto que el terrorismo sí es terrorismo! Lo niega, pero los hechos la desmienten.
Se terminó la emergencia en Acapulco… aunque los habitantes del que fuera paradisiaco puerto turístico, sin hogar, sin agua, sin empleo no opinen lo mismo.
Ahí en el tapanco palaciego se oyó apenas que el encapsulamiento de los trabajadores del Poder Judicial que se manifestaron afuera del Autódromo Hermanos Rodríguez fue para permitir el libre tránsito de los pilotos de la Fórmula 1, además de proteger a los asistentes. ¿Estaban en la pista los juzgadores?
Otra: No se debe criminalizar a una niña de 14 años. Lugar común.
Y ante cada hecho de violencia, ante cada asesinato, tras cualquiera de las varias masacres registradas en este su primer mes de mandato, la señora se zafa con el clásico “vamos a investigar”.
A Sheinbaum le hace falta mucho para llenar los zapatos de AMLO en el tablado del Salón Tesorería de Palacio Nacional o en cualquier templete en el que se presente los fines de semana durante sus giras hebdomadarias.
Carece de los recursos retóricos, de las premeditadas pausas, de la convicción con la que López Obrador se pronunciaba.
Cae en excesos al fijar a sus contendientes. Llama “tóxico” a quien identifica como el principal de quienes se le oponen. Usa un término que se popularizó en los narcocorridos. Ni siquiera se da cuenta.
Un mes de “mañaneras del pueblo” y éstas aún no prenden.
Y como van las cosas, no prenderán.
Para dejar la intrascendencia…
Claudia Sheinbaum debe transformarse ella misma para poder transformar.
Debe enfatizar sus convicciones y no dejarlas en el aire, donde todos dudamos de su verdadera pasión por liderar la 4T.
Sin convicciones no se puede hacer política. Esto no significa que sea dogmática, pero tampoco moderada ni fanática de la izquierda o de lo que hoy está de moda: del narcosocialismo del siglo XXI, impuesto por el Foro de Sao Paulo a los países caribeños y sudamericanos.
Debe defender esas ideas, valores y principios, si es que el narcosocialismo las tuviera. Esta matriz ideológica le serviría como ancla sólida cada vez que tenga que lidiar con una coyuntura compleja. Debe moverse tácticamente. Lo necesario, pero sin dejar de avanzar en lo definido previamente como estratégico.
Esto, además, tiene un correlato inmediato: le permitirá fijar al adversario político sin ambigüedades. Esta es una cuestión fundamental para evitar confusiones entre la ciudadanía cada vez que haya que tomar partido, sea a la hora de votar o, sencillamente, en la cotidianeidad de una discusión familiar.
Sheinbaum no debe subestimar la importancia que tiene la gestión para que su palabra tenga credibilidad. El gobierno de la Cuarta Transformación -como así se autodefine- ha tenido logros muy notorios en lo social y lo económico. La mejora en el bienestar social vino acompañada de la bonanza macroeconómica. Por ejemplo, hoy en día el peso mexicano es la moneda que más se apreció en estos años en toda América Latina.
Asimismo, debe comunicar sin frivolidad. No debe hacer caso a ninguno de esos manuales modernos de comunicación política que siempre abusan de infinitos lugares comunes -como en los que ha caído hasta ahora- y, repito, que provocan que la política se vacíe de política.
Debe saber que sin batalla cultural es imposible sostener un proceso de transformación hacia adelante. Su base está en el llamado humanismo mexicano, cualquier cosa que eso signifique, pero que ha soslayado en sus primeros días de gobierno.
También está obligada a ser pragmática. No se puede hacer política desconociendo la realidad. Por ejemplo, no se puede desconocer que en México hay brotes de narcoterrorismo.
Lo anterior, claro, si es que la Presidente de verdad quiere trascender y no ser solamente una mala copia de su antecesor.
Indicios
“Las mañaneras del pueblo” iniciaron ágiles. Hoy, la Presidente hace pausas. Piensa más lo que va a decir. Y no siempre acierta en sus dichos. La única diferencia con su antecesor es la escenografía que ahora es blanca y que ya no duran hasta tres horas.
- * * Por hoy es todo. Mi reconocimiento a usted que leyó hasta aquí.
Como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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