El monarca

Yo Campesino

Miguel A. Rocha Valencia

Desde el principio la chachalaca tabasqueña dejó en claro que él mandaba y exigía de los suyos obediencia ciega. Quienes no aceptaron, salieron del gabinetazo y algunos más se mantienen agachados ante el temor de represalias, el cobro de facturas por las fechorías cometidas y que hoy se les perdonan gracias a su fidelidad.

Estos últimos prefieren el anonimato e ignominia en que los sumerge la omnipotencia del caudillo que nació para monarca quien hace todo lo posible para cumplir su destino manifiesto de hacer de México un país de su propiedad, claro si quienes pensamos distinto lo dejamos.

Las muestras son claras. Como en el medioevo y todavía en algunos casos del siglo XIX, se hace su ley. Si se equivoca, no es culpa suya sino de sus enemigos, de esos molinos de viento que amenazan desde el inicio su proyecto llamado cuarta transformación que nadie, ni él mismo explica en qué consiste pues al final la traducción sería: retroceso, corrupción, muerte, promesas no cumplidas, pero sobre todo mentiras y ocurrencias de esas que ponen en duda su cordura.

A los propios los tiene bien sometidos tanto que hasta su ambiciosa corcholata dice lo que le ordena, va a donde le encomienda y no se sale del guion confeccionado en Palacio Nacional de donde acepta salir por la puerta trasera; si así no lo hiciera, seguro la bajaban y la acusaban de alta traición a la 4T, pero sobre todo al reyezuelo.

La consigna es “te sometes o te crucifico” como ya ocurrió a empresarios, políticos, periodistas, investigadores y dirigentes sociales quienes fueron condenados a la hoguera o a la lapidación. Algunos de ellos se fueron del país, otros aguantan se someten y guardan silencio culpable.

Como buen monarca el caudillo de Tepetitán nombra a sus vasallos distinguidos y representantes como la corcholata que incluso puede ser su delegada en un trono sostenido por mentiras, medias verdades y promesas incumplidas incluyendo algunas de revancha como encarcelar a expresidentes, terminar con la corrupción, el nepotismo, la violencia o los privilegios.

No mentir se quedó en el basurero, lleva contabilizadas a la fecha más de 120 mil y en ello se cuentan las promesas incumplidas que sólo fueron demagogia o cuentos de campaña que además deben tenerse por verdades porque así lo dice el amo.

Una de ellas es bajar precio de gasolina que por cierto deberá subir pues la producción nacional cayó 40 por ciento y la extracción de petróleo 300 mil barriles diario, encadenándose a otra falsedad como la refinería que finalmente no refina y que ya nos costó cerca de 19 mil millones de dólares, aunque diga el rey que ese es un infundio de sus detractores.

Canceló lo que sería hoy una fuente millonaria de ingresos en dólares que incluía un aeropuerto Internacional con capacidad para absorber operaciones de los de Panamá y sur de Estados Unidos incluyendo Houston con servicios internacionales de hotelería, restaurantes y comunicaciones.

Nos lo cambió por un AIFA al que se han canalizado dos mil 145 millones de pesos de los cuáles mil 300 millones fueron el año pasado, sin que genere siquiera su nómina y menos aún actividades secundarias ligadas al turismo de altura.

Y por si fuera poco, administrado por militares como ya lo hacen en otras 13 estaciones aeroportuarias de menor calado salvo el de Tulum que ya de entrada es rentable.

Estamos en el sexto año de gobierno y el ganso apenas se dio cuenta que le hacían mal la cuenta de desaparecidos y para no tener 45 mil en su administración, hizo renunciar a la encargada y ordenó un sistema que desaparezca de la lista a los no presentes.

Pero claro no se puede esperar otra cosa de quien juró cumplir la Constitución y la viola recurrentemente e insiste en sus fantasías como eso del mejor sistema de salud cuando ya reventó todo lo que había, recortó el presupuesto y canceló la compra masiva de medicamentos en una acción de corrupción, pero a la inversa.

Acusa a los otros de ser los corruptos, pero es él mismo quien ordena los “ahorros” y desvíos que en otros tiempos serían delito, para meterlos a su trenecito Maya que sigue sin tener viabilidad financiera y cuyo costo se acerca al medio billón de pesos y no será terminado, lo mismo que la refinería que tampoco refina.

Pero eso sí, como buen monarca ya dejó “su legado” de instrucciones con eso de la concesión de rutas ferrocarrileras para pasajeros donde los iniciativos privados se hicieron de oídos sordos o están evaluado su conveniencia financiera frente a otros medios de transporte.

Bueno ahora ya se enojó porque en la realidad existe en su reino un poder que no se dobla y como el Judicial es un estorbo, lo va a colonizar, destruir o por lo menos colocarle un tribunal que juzgue a Magistrados, ministros, Jueces y hasta abogados y quien no se sujete a la norma de su majestad, será condenado a perder el cargo, el título y si es posible llevado a las mazmorras para que se “eduque”.

Porque en México, quien manda es el machuchón de Palacio Nacional.

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