Jorge Hidalgo Lugo
En injustificable inoperancia tanto Alfredo Ramírez Bedolla en su calidad de gobernador, como Elías Ibarra Torres como secretario de Gobierno, permitieron que le vandalismo afectara a terceros inocentes y no brindaron garantía alguna a ciudadanos pacíficos que fueron objeto de agresiones y violencia por parte de presuntos indígenas de Arantepakua.
En una protesta que tiene tufo a manipulación morenista toda vez que el blanco de los señalamientos fue contra personajes de la administración anterior y el actual Fiscal del Estado, ante la complaciente mirada de policías y elementos de “seguridad” los vándalos se dieron vuelo no sólo con las pintas tradicionales, sino además secuestraron vehículos particulares a los que prendieron fuego, para bloquear vialidades y peor aun, fuera de las sedes oficiales donde despacha el bedollismo como Casa Michoacán.
Incluso la intentona de derribar el portón principal de Palacio de Gobierno con un mini camión repartidor de refrescos, no fue suficiente para que interviniera la autoridad, pasiva e indolente ante el azoro de transeúntes y vecinos de la zona donde los comercios debieron bajar las cortinas ante el temor de ser víctimas de los abusos ante la siniestra complicidad del gobierno de Morena.
Alguien se extralimitó en lo trazado en este maquiavélico plan, según trascendidos, porque la real intención era desacreditar a personajes que hoy compiten en el bando opositor y muestra avance que crea pánico en el frívolo mandatario que demuestra con su injustificada abulia ser digno de asumir como propia la feroz crítica que su patrón dirigiera desde el patíbulo mañanero al mandatario de Guanajuato, Diego Sinhué al que acusó de ser un “gobernador que no manda”.
Y aquí, aunque no hubo un candidato ejecutado, si dio manga ancha a la tropelía que sembró el caos y dejó daños materiales aun sin calcular, porque Ramírez Bedolla así lo permitió pudiendo entonces decirse que el de Michoacán es “un gobernador que no gobierna”.
La serie de estallidos que se registraron por los cohetones y explosivos lanzados a través de las rendijas del a esas alturas, inservible blindaje de Palacio de Gobierno, obligó entonces sí, muchas horas después de estropicios sin castigo, a una aparente persecución policiaca contra los huidizos manifestantes, sin que hala hasta el momento un solo detenido o alguien a quien responsabilizar de la mañana de pánico que los manipulados por Morena, regalaron a los morelianos.
La ironía entre afectados que pasado el susto y diluidos los efectos que causaron estragos incluso entre reporteros que se dieron cita para cumplir con su tarea informativa y que por igual fueron víctimas del gas lacrimógeno lanzado cono bedollista ironía, dejó la pregunta al aire:
“¿Andrés Manuel López Obrador dirá en su mañanera del lunes que Michoacán está fuera de control y que todo es culpa de su gobernador, de su partido y de hacer politiquerías con pretexto de reclamos sociales?”.
Por lo prointo, en el recuento de los daños, cada quien se retiró a lamerse sus heridas mientras que Ramírez Bedolla y su secretario Ibarra Torres, brillaron pero por su ausencia.
“¡Fuera Morena!”, se escuchó a muchos exclamar desde el fondo de su frustración…
