El cultivo de aguacate, visto desde el estudio de los suelos

En Michoacán, en el 2023, se sembraron 200 mil hectáreas de aguacate y la producción alcanzó casi dos millones de toneladas, de acuerdo con datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, lo que mantiene al estado como el principal productor y exportador a nivel nacional. Sin embargo, se perdieron 40 mil hectáreas del cultivo, por diferentes razones.

Uno de los abordajes poco implementados, pero cuyos resultados pueden aportar enormes avances en la producción agrícola y en el cuidado del ambiente, es involucrar en la producción del aguacate a la edafología, ciencia que estudia los suelos con diferentes propósitos; identificarlos, clasificarlos, determinar sus usos y beneficios e intervenir en ellos con la finalidad de conservarlos y al mismo tiempo, maximizar los aportes que nos brindan.

En el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, de la UNAM Campus Morelia, (CIGA UNAM) se encuentra un grupo de trabajo experto en edafología, que encabeza el Dr. Francisco Bautista, quien señala que uno de los problemas más acuciantes en relación con el cultivo de aguacate es la ausencia de información sobre los suelos en los que se produce y, en consecuencia, manejos que pueden mejorarse.

El árbol necesita de suelos profundos y porosos para crecer, idealmente del tipo conocido como Andosoles (Tupere), sin embargo, señala el Dr. Bautista: en Michoacán se desarrolla producción de aguacate tanto en planicies como en montañas y ello implica una variedad de tipos de suelo, los suelos están en parches heterogéneos, en las montañas puede haber tres tipos de suelo pero con hasta 20 variantes o subtipos en las mismas huertas, cada uno de ellos con distintas propiedades y potencial productivo y ambiental. Estudiar dichos suelos se vuelve fundamental para entender sus propiedades físicas y químicas y generar un tipo de manejo específico.

Además, en el caso del aguacate, dado que se trabaja con árboles, es necesario estudiar el perfil completo del suelo (1 a 2 metros de profundidad), no únicamente la capa arable (los primeros 20 centímetros) pues de ello depende el correcto abordaje edafológico para este cultivo, incorporando conocimiento científico de la edafología matemática, funciones ambientales de los suelos, agroforestería, geografía, ciencias de la tierra, entre otras áreas de conocimiento.

La misma lógica aplica para el uso de agroquímicos; un suelo adecuado, bien estudiado y manejado, permite un uso más racional de fertilizantes y plaguicidas; hay huertas, que ni siquiera precisan de riego adicional, con el riego de temporal tienen suficiente, ya que algunos suelos retienen adecuadamente la humedad, lo que deja de manifiesto que el estigma que acompaña al cultivo de aguacate, sobre el consumo excesivo de agua, muchas veces se puede explicar desde un tipo de suelo que no es el idóneo para esta clase de producción o que no ha sido bien manejado.

En ese mismo sentido, cabe señalar que el estudio de los suelos se encuentra íntimamente relacionado con la Geografía, cómo una ciencia conexa, dado que el suelo se encuentra asociado a los objetos de estudio geográfico, de ahí la importancia que tiene la investigación inter y transdisciplinaria que se realiza en el CIGA.

Por ello, desde el CIGA y el grupo de trabajo que encabeza el Dr. Bautista, se genera, a la par de la investigación aplicada, un espacio de formación y capacitación para profesionales, productores, estudiantes y personas involucradas con el ciclo productivo agrícola, como es el caso del Diplomado en Edafología Aplicada, que este año tuvo su décima edición y la dedicó justamente a la evaluación de tierras con énfasis en el cultivo de aguacate.

En México, no contamos con suficientes edafólogos, es una ciencia que de algún modo se ha descuidado durante los últimos 30 años, cerrando laboratorios y posgrados sobre la materia. En aquellas profesiones relacionadas con la producción de alimentos, el manejo de bosques y recursos naturales y afines, no otorgan una instrucción sólida en las materias edafológicas, sin embargo, esta clase de formación se puede encontrar en opciones como el Diplomado del CIGA.

En el diplomado en edafología aplicada se forman aquellos actores (agrónomos, geógrafos, biólogos, forestales y agroecólogos) que intervendrán en la producción de alimentos, no solo aguacate, sino en general la producción agrícola, que, en todos los casos y regiones, se beneficia de incorporar las herramientas que brinda la edafología, un esfuerzo que además se replica de forma anual, en el verano, y que se encuentra abierto a la participación de diferentes perfiles interesados.

Finalmente, en relación con el aguacate, las interrogantes que se pueden responder desde la edafología son dónde sembrar y cómo manejar cada tipo de suelo; hacerlo así, incorporando la visión edafológica, permitirá incrementar los parámetros de sustentabilidad de este cultivo y fortalecer su cadena de valor, siempre con la base del conocimiento científico y técnico.

Un manejo científico y completo de los suelos redundará en una mayor y mejor producción de aguacate, un mejoramiento del ambiente (cuerpos de agua), una mejor salud y economía.

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