El 29 de noviembre se celebra el Día Internacional del Jaguar una fecha que nos recuerda la situación crítica de este emblemático felino, un ícono de la biodiversidad latinoamericana.
Este día es una oportunidad para reflexionar sobre los múltiples desafíos que enfrenta el jaguar, desde la deforestación hasta la caza furtiva y los atropellamientos, problemas que han llevado a esta especie al borde de la extinción.
Sin embargo, la esperanza permanece viva gracias a esfuerzos conjuntos que van trazando un camino hacia la recuperación de las poblaciones de jaguares y la protección de su hábitat.
En el marco de esta conmemoración, conversamos con el investigador Juan Luis Peña Mondragón, del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES-UNAM), quien compartió su visión y trabajo en torno a la conservación del jaguar.
El jaguar en las culturas prehispánicas: Un símbolo de poder y trascendencia
El jaguar ha ocupado un lugar central en las culturas mesoamericanas desde tiempos prehispánicos. Para muchas de estas sociedades, este felino representaba una deidad con la capacidad de transitar entre el mundo de los vivos y los muertos.
“El pelaje del jaguar, con sus distintivas rosetas, era asociado con el cielo estrellado, lo que reforzaba su simbolismo sagrado”, explica Peña Mondragón. Además, su piel era utilizada en ceremonias por los sacerdotes y los guerreros jaguar eran considerados una élite militar, reflejando la fortaleza y agilidad de este animal.
Distribución y estatus de conservación: Un panorama preocupante
Históricamente, el jaguar se distribuía desde el sur de Estados Unidos hasta el norte de Argentina. Sin embargo, en las últimas décadas, su hábitat se ha reducido y fragmentado drásticamente, dejando a las poblaciones aisladas en diferentes regiones.
En México, el panorama es particularmente preocupante: se estima que el jaguar ha perdido más del 60% de su distribución original, que abarcaba estados como Sonora, Nuevo León, Tamaulipas y Chiapas. Hoy en día, el jaguar está clasificado como una especie en peligro de extinción en el país.
Factores de amenaza: Hábitat perdido y un mercado en expansión
La conservación del jaguar enfrenta retos significativos. Según Peña Mondragón, “las principales amenazas provienen de actividades humanas. La pérdida y fragmentación de su hábitat, junto con la reducción de sus presas naturales, obliga a los jaguares a desplazarse largas distancias en busca de alimento”.
Este fenómeno a menudo los lleva a consumir ganado doméstico, lo que genera conflictos con las comunidades rurales y, en muchos casos, resulta en la cacería del felino como represalia.
A ello se suma el incremento de la caza furtiva, alimentada por un mercado ilegal de productos derivados del jaguar destinados a la medicina tradicional china, una amenaza que ha crecido exponencialmente en los últimos años.
Conservación desde un enfoque socioecológico: Una nueva forma de abordar la problemática
En el Laboratorio de Manejo de Fauna Silvestre del IIES-UNAM, Peña Mondragón lidera una línea de investigación que busca atender el conflicto entre las actividades agropecuarias y la conservación del jaguar desde un enfoque socioecológico.
Este modelo promueve la participación activa de los dueños de tierras en el estudio, diagnóstico e implementación de medidas de conservación. “Nuestro objetivo es estudiar al jaguar, sus presas y las comunidades humanas en su entorno de manera integral, al tiempo que formamos recursos humanos de alta calidad en esta área”, señaló.
Un llamado a la acción: La conservación es tarea de todos
El futuro del jaguar en México depende de un esfuerzo conjunto entre diversos actores, desde las comunidades locales hasta las grandes metrópolis. Peña Mondragón enfatiza que es fundamental involucrar a las personas propietarias de las tierras donde habita el jaguar, pero también a los ciudadanos que, desde las ciudades, contribuyen indirectamente a la presión sobre los ecosistemas naturales a través de sus patrones de consumo.
“La conservación del jaguar requiere una visión amplia y coordinada que integre a todos los sectores de la sociedad. Este emblemático felino no solo es un símbolo de la biodiversidad mexicana, sino también un recordatorio de nuestra responsabilidad compartida hacia el planeta”, concluyó el investigador.