Orlando Daniel Hernández
Michoacán y el país escupen sangre, ante tanta violencia, recriminó desesperada la señora María Elena “N”, oriunda de Apatzingán y quien tras la muerte de su esposo e hijo se vino a Morelia a vivir con una de sus hijas.
En una plática informal con este redactor, la mujer de la tercera edad inició el diálogo quejándose de la ventisca fría que sopla este domingo en la capital michoacana.
Sentada en una de las bancas de la Plaza de Armas junto con tres de sus hermanas que vinieron a visitarla desde Los Estados Unidos, inició el diálogo… “perdone yo soy así muy platicadora”.
Me presento como reportero y de inmediato solicita un tajante, “pero sin fotos por favor, ya sabe cómo está la situación, pero le comento que aún hay cobro de piso en Apatzingán, claro que sí”.
Señaló que por muchos años mantuvo a flote un negocio de pastelería, “pero cerré, me comenzaron a molestar y bueno todo se complicó con la muerte de mi pareja y de mi hijo”.
Asegura que en Apatzingán “se respira tristeza, nada es igual, nadie puede pasear con confianza, ni visitar comunidades aledañas como el Aguaje y mucho menos Aguililla”.
Claro que extrañó a mi pueblo, ahí deje mi vida, respondió al interlocutor sin vacilar.
Y agregó, “es lamentable la violencia en todo el país, aquí mismo en Morelia marchan por lo de las mujeres desaparecidas o violadas, pero se genera violencia, dañan edificios, rompen todo a su paso… no puede ser”.
Se despidió con la esperanza de regresar a su pueblo a su querido Apatzingán “porque allá está mi vida.. Contra lo que sea que tenga qué venir”…