La traición no tiene género
- ¿A honras de qué, seguiría AMLO en Palacio Nacional?
Martha Elba Torres Martínez
Ya se ve, Andrés Manuel López Obrador, en los Libros de Texto Gratuitos (LTG) sobre Historia de México del próximo ciclo escolar, como el “gran presidente de la cuarta transformación”; como el “gran reformador”, el “súper demócrata” que con la “revolución de las conciencias” arrancó a México de las manos de los conservadores y neoliberales. Ya se ve en el sitio de honor de la galería de presidentes por ser “el mejor presidente de México”.
Escribió Octavio Paz en 1975, a propósito de los nuevos LTG que mandó hacer Luis Echeverria, y que para opinar, se puso a leer todos los de primeria: “para los autores del libro (de Historia de México) los mexicanos se dividen en progresistas y reaccionarios, buenos y malos. Los buenos tienen estatuas en los parques y plazas; los malos se precipitan en el infierno del olvido. La censura ideológica no se contenta con la condenación de los hombres, los hechos y las obras, sino que arranca de raíz los nombres impíos”. Porque al final se trata de “apoderarse de las conciencias, reclutar partidarios, ganar futuros militantes y feligreses”. Se refería al PRI hegemónico. A medio siglo, todo igual.
La “huella” de AMLO en la Historia de México, indudablemente no puede faltar. Será el “progresista”, el “bueno”, que acabó con los “impíos”, en la versión de Marx Arriaga. Pero por fortuna, siempre se escribe y reescribe la historia desde otras visiones fuera del oficialismo. No hay mejor ejemplo que el Movimiento Estudiantil del 68, que en los LTG se trata de manera muy superficial, resultado de una conspiración comunista y por ello merecían la represión, frente a la narrativa generacional y al extenso campo de estudio.
A López Obrador le gusta la Historia y los libros. Y por eso es lo primero que piensa sacar de Palacio Nacional una vez que concluya su mandato. “Los que me voy a llevar a Palenque es la bibliografía básica, como unos 150 o 160 libros; con eso tengo para tres años, porque estoy haciendo una investigación que tiene que ver con la vida del México Prehispánico”. Había dicho que escribiría sobre el conservadurismo. Pudo motivar su cambio de idea, el hecho de que Austria haya mandado a freír espárragos a su esposa, Beatriz Gutiérrez, con el penacho de Moctezuma y que España se pitorreara con eso del perdón por la conquista, hace 500 años.
Pero en lo que insistiré hasta que no se vea patitas en la calle, es que AMLO no tiene ninguna prisa por irse a “La Chingada” y dejar Palacio Nacional. Reiteró esta semana que vivirá ahí hasta el último día de su gobierno, o sea, el 30 de este mes. Mmm. Con esto de las fiestas patrias y la despedidera, el tiempo vuela. Otros ex presidentes, por lo menos los dos últimos, Felipe Calderón y Peña Nieto comenzaron a sacar sus cachivaches de Los Pinos, desde el mes de octubre para dar espacio a los nuevos inquilinos en su acomodo.
Claudia Sheinbaum tampoco no le ha de ver ninguna prisa por desocupar el inmueble que a partir del 1 de octubre le corresponde. En su conferencia de prensa del lunes, dijo con ese modito monótono y repetitivo para reforzar la idea, que se mudaría con su esposo, entre octubre y diciembre. “Sí. Voy a vivir en Palacio. Voy a dar espacio al presidente Andrés Manuel López Obrador y su familia. Ellos van a estar ahí, no sé si hasta el primero, o la noche del 30 al primero, o no, pero evidentemente ellos están viviendo ahí. Entonces un tiempo voy a seguir viviendo en mi departamento que rento”. “Ya avisé a quien nos renta, que vamos a dejarlo hasta diciembre”.
Eso es lo delicado. ¿A honras de qué, López Obrador podría seguir en Palacio Nacional sin ser ya presidente? Si el tabasqueño no se sale antes del 1 de octubre, el mensaje al país y el mundo, es que México tiene dos presidentes, una de figura y otro en el ejercicio real de poder y decisión.
El 1 de diciembre de 2018 que López Obrador rindió protesta como nuevo Presidente de México, en Palacio Nacional -para él solito y su familia- ofreció una comida a los representantes del medio centenar de países invitados, entre ellos jefes de Estado y de Gobierno.
Vinieron, entre otros, los presidentes de Guatemala, Jimmy Morales; de Honduras, Juan Orlando Hernández y de El Salvador, Salvador Sánchez; el de Colombia, Iván Duque; el de Cuba, Miguel Díaz-Canel; el de Bolivia, Evo Morales; el de Ecuador, Lenín Moreno y el de Perú, Martín Vizcarra Cornejo. ¡Uta! Con estos tres últimos países esta peleado; el rey Felipe VI de España nunca pidió perdón y Nicolás Maduro, de Venezuela, buscado por la justicia estadunidense, ya no tiene ni avión para venir porque se lo decomisaron. La delegación de EU fue la más nutrida y la encabezó el vicepresidente Mike Pence, en representación de Trump. Hoy, las relaciones de AMLO con esta potencia y Canadá, están en “pausa”.
Que cosas. Así termina su mandato frente al mundo.
Con Claudia, los jefes de Estado y representantes que asistan a su toma de protesta el 1 de octubre -que será por la mañana-, tendrán almuerzo en Palacio Nacional y por la tarde, el eventote en el Zócalo. “El presidente (López Obrador) ya no va a estar en el Zócalo. Él va a estar en el Congreso, como debe ser, en esta reunión protocolaria que normalmente se hace y después él ya tomará camino hacia Palenque”. Eso espera la futura Presidenta, pero el que decide todo es AMLO y si le dan las ganas de darse su pasadita por el salón embajadores y saludar a los invitados, desde luego que lo va a hacer. ¿Quién le dice que no?…
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Porque indudablemente la demolición del Poder Judicial y el Estado de Derecho como lo conocemos hasta ahora, será la comidilla entre los visitantes. Curiosidad en torno a un personaje que impone a su sucesora, acepta abiertamente que se vota por Morena gracias al dinero que regala; que abraza a la actividad criminal y deja en la desolación a comunidades enteras, como en Chiapas y Sinaloa. Cómo se puede asesinar a cerca de 200 mil hombres, mujeres y niños y desaparecer 55 mil personas en su sexenio, y sigue tan campante. Tal vez Dinamarca mande representante para indagar la superchingonería que es nuestro sistema de salud.
La demolición del Poder Judicial de lo que era el Estado democrático mexicano ha de ser de sumo interés por las implicaciones en la interrelación con las sociedades democráticas del mundo. ¿Cómo lo logró? Lo vimos esta semana: voto a favor o bote a los opositores y/o familiares. Así doblaron a los senadores Miguel Ángel Yunes Márquez y Daniel Barreda, por el bonche de carpetas de investigación contra parientes, incluso sus padres, y hasta una esposa. Con qué convencieron a Sabino Hernández es aun misterio. Cuatro políticos que llegaron al Senado gracias a la alianza opositora, y traicionaron a sus votantes. Porque ahora la pregunta es: ¿para qué votar por la oposición si terminan sumándose …