En el horizonte, la tormenta perfecta
Francisco Rodríguez
“Nuestra economía está muy sólida, está muy fuerte”, aseguró sin siquiera pestañear la Presidente formal Claudia Sheinbaum, tras el descalabro de la moneda nacional inmediatamente después de que se conociera el triunfo electoral de Donald Trump.
Pero ni sólida ni fuerte. Ese primer deslizamiento del peso es también la primera llamada, primera, de la crisis que en todos los frentes se avecina…
… por el temor de los inversionistas nacionales y extranjeros a invertir en nuestro país por la incertidumbre jurídica que ya es un hecho, y…
… por las amenazas que el candidato republicano ganador de las elecciones ha proferido de que impondrá aranceles a los productos mexicanos que se exporten hacia su país, y que más vale empezar a tomar en serio.
Por lo pronto, su camarada Elon Musk se lo creyó y ya canceló su cacareada inversión en Nuevo León.
Este par de circunstancias son los indicios del advenimiento de la tormenta perfecta que ni la Presidente ni su equipo están preparados para siquiera capotear.
Son, también, los signos inequívocos de la prolongada crisis social por la que atravesamos desde hace seis años, doce, dieciocho, veinticuatro años lo que provocará sin duda una catástrofe que evidenciará a todas luces el límite de un régimen que jamás estuvo preparado para acudir en auxilio de las grandes masas de la población. Se acicalaron para regalar dinero, no para ejecutar verdaderas políticas sociales.
Hemos llegado al límite de la política. Cuando un sistema es incapaz de resolver estas añejas cuestiones, ya no tiene razón de ser. Cuando el Estado se encuentra entrampado por falsas disyuntivas que privilegian el apoyo a los incondicionales electorales, en lugar de pensar en el auxilio a las mayorías, ha llegado el momento de bajar el telón y parar tantas mentiras.
Ha llegado el momento de fajarse los machos y enfrentar con valor la ilusión de la demagogia, el populismo y las supuestas ideologías redencionistas del narcosocialismo del siglo XXI que sólo cubren la cara de los indolentes. Un país no se reduce a la atención caritativa de los aliados en las barricadas de la miseria, de los acarreados a los festines del culto a la personalidad. Esa sólo es la característica de un régimen de contentillo.
Se cambió la justicia por la impunidad
El destrozado servicio de salud, derruido por la corrupción, las ilusiones de trascendencia histórica y por echar abajo lo pasado, aunque hubiera servido para algo…
… más la incompetencia para conseguir el dinero necesario para atender las necesidades de la población empleada en las pequeñas y medianas empresas…
… más la población informal que ronda casi el setenta por ciento de la masa ocupada…
… demuestran la falta de profesionalismo que nos va a llevar al lugar sin límites.
La incesante producción de miseria en el país convoca a indignación, más que a prevención, pues para esta última no existen los elementos para defenderse. De nada sirve saber que se avecina una avalancha de violencia, odio y rencor social sin parangón histórico. Estamos, como siempre, a la intemperie.
Y aunque es la misma población que votó para superar el sistema autocrático del presidencialismo personalista, donde un solo hombrecillo decide por todos los demás, a quien le rinden pleitesía y sumisión incondicional, ya no tiene nada qué ofrecer en este mundo. Para nuestra desgracia, el modelito ya no corresponde a esta época.
Todo el país en estos momentos es un polvorín. Hay rabia, reclamo y apetito de revancha. La producción de miseria no deja de trabajar a ninguna hora, la sarta de errores tampoco. El caldo está servido. Los marginados actuales por la crisis serán los jueces y verdugos de mañana, de cualquier mañana. Y ahí sí no va a haber compasión, ni piedad alguna.
Lo que vamos a vivir en poco tiempo será una tragedia inenarrable, impredecible en sus consecuencias, inimaginable en cualquier régimen de la naturaleza, ideología y crueldad que sea.
Porque la palabra crisis ya no alcanzará para calificar lo abominable de la impunidad, el saqueo de cuatroteros y el ridículo mundial de un puño de improvisados francamente peligrosos.
En lugar de política social, se secó la economía, se destruyeron las bases del empleo y arrasaron con la planta productiva. Además, se sustrajo dinero para futuras campañas intermedias y presidenciales con cargo al partido oficial y sus ad lateres. Con el único circulante que corre, el del narcotráfico y el de las remesas, no se va a ningún lado.
El rencor nacerá del recuerdo de que se cambió la justicia por la impunidad. El haberles dado a los grandes delincuentes de la Nación un fastuoso cheque en blanco y la autorización para seguir medrando y haciendo de las suyas a contrapelo de lo que fuera, siempre y cuando protegiera las ambiciones futuristas y los intereses políticos del caudillito que da órdenes desde las sombras.
Todo por soberbia e ignorancia de la 4T
La crisis, en realidad, es política. El enojo social puede rebasar todas las pobres capacidades de un régimen sordo, ciego y mudo que jamás ha entendido el tamaño del problema que tiene frente a sus narices.
Ahora, hay que reiterarlo, llegará la justicia por propia mano, en sustitución de la impartición oficial denegada.
La desintegración familiar por desesperación, hambre y angustia.
El robo callejero para conseguir la manera del sustento, porque la gente come a diario.
Un pueblo desesperado es Fuenteovejuna. ¡Todos a una!
Invasiones a ranchos, ejidos y unidades productivas, asaltos a trenes, camiones con alimentos, materiales y personas, ocupación de propiedades urbanas, paracaidismo y levantamiento de ciudades pérdidas, saqueos sistemáticos a tiendas departamentales, almacenes y bodegas con alimentos y enseres. Cuando se le tocan los huevos al toro, este país es demasiado violento, muy justiciero al modo elemental.
Secuestros, asesinatos, ejecuciones a pedido expreso, bloqueos de carreteras y caminos rurales, innumerables cobros novedosos de derechos de piso, sobornos y extorsiones. Linchamientos de personajes y figuras de autoridad, confinamiento de territorios exclusivos para grupos armados regionales y municipales, cobro de impuestos extraoficiales al tránsito de bienes y personas.
Suplantación y sustitución de autoridades por medio de procedimientos de usos y costumbres, implantación extraordinaria de leyes marciales y de estados de excepción limitados a territorios y comunidades dominadas por poderes de facto, legitimados por la necesidad apremiante e impostergable.
Imperio real del terror y de leyes de la selva, incautación por vías de hecho de bodegas, alhóndigas y depósitos de bienes privados o colectivos, así como sacrificio de ganado para consumo de los invasores, sumisión de los anteriores patriarcas y caciques a los nuevos poderes. Los guardias de cuerpo se unirán a ese concepto de reivindicación.
Todo por los errores cometidos. Por no haber apoyado a tiempo a la planta productiva y al empleo, por no reducir el pago de impuestos a los asalariados, por querer jugarle el dedo en la boca a los informales, carne de cañón de las urnas morenistas.
Todo por prejuicios, por soberbia, por ignorancia, por estulticia.
Espero equivocarme. Desafortunadamente pusieron la soga en la casa del ahorcado.
Indicios
Pues que dijo papá AMLO que siempre sí… y la Presidente formal se apresuró a felicitar con un post en la red social de Elon Musk al republicano Trump… le mandó una carta congratulándose por su triunfo en las urnas… y hasta le llamó por teléfono. Horas antes Claudia Sheinbaum había dicho que se daría por enterada del resultado de los comicios estadounidense hasta que “los órganos electorales” –que no existen en EU– dieran por hecho que el republicano había sido el ganador. Se arrepintió de sus propias palabras.
- * * Por hoy es todo. Como siempre, vaya para usted mi reconocimiento por haber leído hasta estas líneas y mis mejores deseos para que tenga ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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