Red 113 Michoacán/ portalhidalgo.com
La Noche de Muertos en la zona lacustre de Michoacán se transforma en un espectáculo de color y vida, donde la muerte se convierte en una celebración de la existencia.
Dicha tradición es patrimonio cultural de México, y ha reunido a miles de personas, incluyendo turistas extranjeros y nacionales, en un evento que fusiona la fe, la cultura y la alegría.
En Pátzcuaro, Tzintzuntzan, Urandén, Quiroga, Capula y otras comunidades de la Región Lacustre, los pueblos se engalanaron con veladoras encendidas, altares coloridos y panteones llenos de flores y ofrendas.
Los visitantes pudieron experimentar la magia de esta tradición, que honra a los difuntos con la comida y las bebidas que disfrutaron en vida.
La concurrencia de turistas extranjeros fue notable, con visitantes de Asia, Europa y Latinoamérica que se unieron a los mexicanos para vivir esta experiencia única.
Las filas de vehículos kilométricas que se aproximaron a los pueblos lacustres fueron testimonio de la popularidad de este evento.
En Capula, el pueblo de la Catrina, la atmósfera fue especialmente festiva, con calles adornadas con papel picado y flores, y los habitantes vestidos con trajes de catrinas y catrines. Los turistas pudieron disfrutar de la gastronomía local, incluyendo los típicos panes de muerto y mole.
La Noche de Muertos en la zona lacustre de Michoacán es un ejemplo de cómo la cultura y la tradición pueden unir a personas de diferentes orígenes y culturas. En este lugar, la muerte se convierte en una celebración de la vida, y la memoria de los seres queridos se mantiene viva a través de la fe y la alegría.