¿Terrorismo?
No sé hasta qué punto un escritor
puede ser revolucionario. Por lo pronto,
está trabajando con el idioma,
que es una tradición.
Jorge Luis Borges
Arturo Suárez Ramírez/@arturosuarez
A lo largo de la historia de los presidentes les ha gustado matizar la realidad, construir narrativas para dirigir el pensamiento de los gobernados y generar la idea de que todo va bien o por lo menos las cosas no van tan mal como los medios, los críticos y los activistas acusan. Es entendible, ningún gobernante aceptará de facto sus errores y menos si se trata de un megalómano o su calca.
En eso de matizar se encuentra la 4T en materia de seguridad. Aquí se lo he dicho, en la guerra no declarada de López Obrador y ahora de Claudia Sheinbaum sigue habiendo territorios perdidos en donde los cárteles son la Ley, aunque se niegue ahí están Zacatecas, Sinaloa, Guerrero y Chiapas, solo por mencionar algunos que seguramente son un dolor de cabeza para la presidenta Claudia Sheinbaum.
Y es que varios hechos han marcado las primeras semanas del segundo piso de la 4T, entre ellos la explosión de coches bomba en Michoacán, un Estado gobernado por Morena y que fue víctima de narcoterrorismo, aunque Sheinbaum Pardo ha dicho que no se le puede catalogar de esa manera.
La pregunta es pertinente ¿Qué es el terrorismo? Se entiende como el uso de la violencia o la amenaza de violencia para infundir miedo en un grupo de personas o en toda una sociedad, es una táctica que ha utilizado el narco en los últimos años. Los terroristas suelen tener objetivos políticos, religiosos o ideológicos y buscan llamar la atención, provocar cambios o castigar a sus oponentes.
Sin lugar a dudas esas referencias nos transportan a las guerrillas del centro y norte de América, a los grupos separatistas de medio oriente o los etarras de España.
Para los grupos delincuenciales bien organizados, la violencia es la materia prima para infundir miedo, usan explosivos y armas de alto poder que pueden despedazar un cuerpo, pero también usan la violencia psicológica, amenazan, secuestran y ejecutan hasta para las cámaras y luego circular el material en redes sociales y causar terror no solo en los grupos contrarios o el gobierno, sino en la población en general.
La historia nos muestra que en países que sufren este mal, sus consecuencias son devastadoras por las pérdidas de vidas, tanto de involucrados como inocentes. También se genera inestabilidad social ya que destruyen la paz social y la económica, se van los capitales. El miedo genera desconfianza erosionando a las instituciones y a las personas que se vuelven desplazados.
No hace mucho en Estados Unidos se escuchó la voz de legisladores republicanos entre ellos Lindsay Graham que piden declarar a los cárteles de las drogas mexicanos como terroristas y utilizar la fuerza de aquel país para ir por las amenazas a sus intereses. Aquí en el Congreso también se ha insinuado.
En una columna anterior le decía que la presidenta Claudia Sheinbaum, no tiene mucho margen de maniobra ni tiempo. Ahí está la condena del Papa Francisco por el asesinato del padre Marcelo Pérez Pérez y la violencia que se vive en el país.
Con narrativas y demagogia no se resuelve nada, llevamos extraviados en la espiral de la violencia por lo menos desde el 2006 y ni con aquellos, ni con estos se pacífica al país.
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Hasta la próxima.