Urge la pacificación
Muchos libros son como la llave de cámaras
desconocidas dentro del castillo de uno mismo.
Franz Kafka
Arturo Suárez Ramírez/@arturosuarez
Felipe Calderón es el padre de la guerra contra el narcotráfico y debe una explicación, además de ofrecer una gran disculpa al pueblo de México, por su secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna sentenciado en Estados Unidos por nexos con el narco, eso sin duda y veremos para donde se hace el pequeño prepotente que de paso le dio tremendo tallón a los de por si disminuidos panistas del tal Marko Cortés.
Con Peña Nieto la cosa siguió igual, sólo le cambiaron un “poquito” a la estrategia de medios, pero los muertos se contaron por miles, más la corrupción, más la militarización del país, las transgresiones en materia de Derechos Humanos y la desaparición de los 43 normalistas que marcaron al “peñato”. Con ello terminaron por pavimentar la llegada de la 4T al Palacio Nacional que respetaron a Peña y a sus cercanos con un Pacto de impunidad.
Ya con López en la presidencia el villano favorito del Pejelagarto fue Felipe Calderón por haber mandado a la milicia a las calles, por cierto, el tabasqueño no los regresó a los cuarteles, los empoderó y les dio más recursos, defendió a Salvador Cienfuegos de la justicia de EU. Le crearon la Guardia Nacional que también militarizaron y les dieron el marco jurídico para su operación.
Aquello que gritaban quienes hoy gobiernan era mentira: “No a la militarización del país” y subían sus fotografías a las redes sociales. Ahora por arte de magia justifican esas acciones, pero no hay un solo argumento para defender aquello de los “abrazos y no balazos” del demagogo cuando su cifra de muertos fue de 199 mil 619.
La herencia que le dejaron a Claudia Sheinbaum comienza a pesar, a diferencia de su antecesor, ella tiene poco margen de maniobra porque se mueve en la construcción de un segundo piso, dando por hecho que el primero está bien construido, pero los cimientos son de cadáveres, de sospecha, de risas diciendo “ahí están las masacres” y no hay indicadores objetivos que digan que pronto México será un país en paz.
No llevamos ni un mes de que la presidenta juró el cargo y le decapitaron a un presidente municipal en Chilpancingo. Estallaron coches bomba en Michoacán que nos hace pensar en el terrorismo que ha estado presente en otras latitudes como medio oriente o los tiempos de ETA en España o las guerrillas del centro y del sur de América del siglo pasado. Ojalá que como dicen estemos muy lejos de esos escenarios.
Si la cosa está complicada se va a poner peor por la elección de Estados Unidos y la revisión del TMEC, gane quien gane la contienda, Kamala o Trump, la presión para nuestro país se va a acrecentar. Primero por la Reforma al Poder Judicial que no da certidumbre para sus empresarios y capitales.
Luego por la violencia en nuestro territorio y la crisis del fentanilo que les ha dejado 107 mil 500. Después por los escándalos como el de Sinaloa protagonizado entre Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín Guzmán López y el dudoso papel del gobernador Rubén Rocha Moya y la cercanía con la gente del Palacio.
Se vive una escalada de violencia en el país y no se ve como puedan ponerle freno, los carteles se adueñan de territorios y se hacen sentir con ejecuciones, levantones y cobro de piso. Que conste que nadie con dos dedos de frente le apuesta al fracaso de la pacificación del país, lo mismo fue para Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y López Obrador que fracasaron.
Por ahora un escenario de paz se ve muy lejano, solo un sueño, una “utopía” de esas que tanto les gustan para escapar de la realidad… pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
Durante el Gran Premio de México un pequeño grupo de trabajadores del Poder Judicial se manifestó frente a la puerta 6 del Autódromo. De inmediato el grupo de policías, granaderos por eso son, encapsuló a una mujer que portaba un megáfono. Ridículo, tanta fuerza pública para una sola persona, mientras ejecuciones a plena luz del día y los efectivos brillan por su ausencia.
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Hasta la próxima.