Yo Campesino
Sin dinero
Miguel A. Rocha Valencia
En ninguna de las propuestas o análisis de las candidatas a la Presidencia de la República se lee o escucha lo referente al dinero para realizar tal o cual oferta de campaña.
Salvo Xóchitl Gálvez Ruiz quien afirma que si se gasta como se debe y no dilapidar los escasos recursos en hoyos sin fondo, podrán realizarse muchas cosas, pero de parte de la corcholata presidencial solo se oye un pronóstico de continuidad lo cual implicaría seguir endeudándonos.
Como sea, quien logre el objetivo se enfrentará a duros problemas fiscales, pagos de deuda con los intereses más alto de la historia y la urgencia de contar con recursos para sostener la administración y servicios públicos, además de esa nueva élite económica llamada militares que gasta como si tuvieran todo el presupuesto a su servicio.
No se habla aquí del problema primordial de la inseguridad causante de al menos 78 asesinatos todos los días y desaparece a otros 45 mexicanos. Ese es un tema aparte el cual al igual que la deuda parece irresoluble porque involucra aristas políticas, financieras, migración, salud, pero todo bienestar.
Pero en materia de dinero donde por cierto los militares se despacharon 150 mil millones más de los que recibieron por ley presupuestal, el tema se pone muy ríspido a pesar de lo dicho por algunos “expertos” en el sentido de que México tiene una mayor capacidad financiera dado su peso económico, aunque la verdad las altas tasas de interés derivadas de las medidas para contener inflación, disminuye la disponibilidad de recursos para atender las necesidades del país.
De hecho y de ello comentamos recientemente, el actual esquema de “negocios” de Pemex bajo la batuta del ganso de Macuspana, convirtió a la paraestatal en devoradora de dinero tanto de procedencia fiscal como de sus propios ingresos los cuales no le alcanzan para pagar sus compromisos, con lo cual aquí se aplicaría el calificativo presidencial de “pírrico” a la supuesta autonomía de la petrolera.
Por un laso se gastaron ya más de 20 mil millones de dólares, la mayoría al tipo de cambio de 20 pesos en la construcción de una refinería que, de acuerdo con los expertos, podría iniciar actividades hasta dentro de dos años y eso, muy lejano a los 240 mil barriles de gasolinas que propala el sueño guajiro del mesías tropical.
Y mientras, debe terminarse todo el tren de producción (la fábrica) a la cual le faltan todas las líneas de conducción y distribución de los productos terminados, donde se irán otros cuantos miles de millones de dólares, amén de lo que se gaste en el mantenimiento para salvaguardar las instalaciones de las inundaciones propias de esa zona que era de manglares.
Aunque la tal refinería se le atribuya a Rocío Nahle y la secretaría de Energía, el costo realmente lo cargará Pemex al tener que pagar nóminas de algo que no produce más que deudas.
A ello podría deberse y a sus propias pérdidas y caídas en producción, que Pemex superara su deuda con proveedores en 68 por ciento en un solo año, al pasar de 83 mil millones de pesos a 138 mil 200 millones, lo cual obligó a que, por decreto, el tlatoani olmeca determinara perdonar los cerca de 90 mil millones de pesos por participaciones e impuestos para que pague.
Eso es disfrazar transferencias del presupuesto a la paraestatal, ya que al final de cuentas, ese dinero que la petrolera no pagó en dos meses, se traducirá en déficit público y de ahí, a incrementar la deuda que, por cierto, no bajará sus intereses del 11 por ciento anualizados.
Por esos “perdones”, condonaciones o no pagos, el presupuesto absorberá no solo los 90 mil millones que “alguien” deberá pagar o descontar de su presupuesto, seguramente el sector salud, seguridad o educación, ya que para las obras presidenciales se irán cerca de 320 mil millones de pesos este año, así como los subsidios correspondientes, especialmente para cubrir operación y nómina del aeropuerto de Santa Lucía y el tren Maya, ambos hechuras de militares, quienes también los administran.
Quien asuma la Presidencia deberá pensar desde ahora cómo va a sacar adelante la “rifa del tigre” que se saque en todos sentidos, pero es indudable que el factor dinero será determinante incluso para la continuidad pues los programas sociales llegarán a un máximo histórico por arriba de los 750 mil millones de pesos, así como el pago del servicio de la deuda.
Los caminos son difíciles: frenan endeudamiento con un gasto más racional o continúan como quiere el profeta de la 4T. Lo primero puede resultar impopular, pero sería la mejor medicina pues lo segundo tarde o temprano va a reventar las finanzas públicas.
Ahora sí que échense un trompo a la uña.