“La Chingada”, ¿nombre del rancho, una actitud o un proyecto de gobierno? III/V
Gregorio Ortega Molina
*Supongo que ahora nos estará permitido decir, en un lenguaje perfectamente coloquial, que este gobierno de la 4T ha mangoneado a los mexicanos de chingadera en chingadera, desde la anulación (tras una consulta “gansito” sin vinculación legal ni constitucional) del AICM en Texcoco, hasta la farmacia o almacén de todos los medicamentos del mundo
La importancia y tamaño de la transformación moral de los mexicanos como eje central de este gobierno, su muestra en los ejecutados de Salvatierra y en los asesinados y secuestrados de Texcatitlán; en la elevada producción de combustibles de Dos Bocas, en las corridas puntuales y sin falla del Tren Maya, en la eficiencia y creciente servicio del AIFA, en el comportamiento sin mácula de sus hijos, en la transa de Segalmex, en la contención de la violencia, en la administración del combate al COVID, en la aplicación puntual de la ley y la observancia a rajatabla del mandato constitucional.
La cita es larga, ineludible, porque nos explica el comportamiento de Andrés Manuel López Obrador y aclara la razón por la cual nombró a su rancho “La Chingada”.
“En México los significados de la palabra son innumerables. Es una voz mágica. Basta con un cambio de tono, una inflexión apenas, para que el sentido varíe. Hay tantos matices como entonaciones; tantos significados como sentimientos. Se puede ser un chingón, un Gran Chingón (en los negocios, en la política, en el crimen, con las mujeres), un chingaquedito (silencioso, disimulado, urdiendo tramas en la sombra, avanzando cauto para dar el mazazo), un chingoncito. Pero la pluralidad de significaciones no impide que la idea de agresión -en todos sus grados, desde el simple de incomodar, picar, zaherir, hasta el de violar, desgarrar y matar- se presente siempre como significado último. El verbo denota violencia, salir de sí mismo y penetrar por la fuerza en otro (negritas mías). Y también herir, rasgar, violar -cuerpos, almas, objetos (leyes, añadiría hoy)-, destruir. Cuando algo se rompe decimos: <>. Cuando alguien ejecuta un acto desmesurado y contra las reglas, comentamos: hizo una chingadera”.
Supongo que ahora nos estará permitido decir, en un lenguaje perfectamente coloquial, que este gobierno de la 4T ha mangoneado a los mexicanos de chingadera en chingadera, desde la anulación (tras una consulta “gansito” sin vinculación legal ni constitucional) del AICM en Texcoco, hasta la farmacia o almacén de todos los medicamentos del mundo, la desfederalización del sector salud, para concretar sus exequias, hasta el intento de desaparecer el Poder Judicial de la Federación subordinándolo al Ejecutivo, y el empeño en ganar las elecciones, porque se cansa el ganso.
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