AMBIGÚ

Martha Elba Torres Martínez

Si en nueve meses López Obrador deja la Presidencia, desocupa Palacio Nacional y se va a “La Chingada” -su rancho en Palenque, Chiapas-, se retira por completo de toda actividad pública y política, como ha dicho, ¿en qué le afecta la permanencia de los órganos públicos autónomos creados en los últimos 30 años como contrapeso democrático y que tanto defendió desde la trinchera del PRD cuando era un recalcitrante opositor?
En mayo de 2019, el Presidente entrante lo primero que hizo fue extinguir el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), que por “neoliberal”, y ya vimos las consecuencias con la prueba PISA 2022: México es el tercer peor evaluado de la OCDE en Matemáticas y Comprensión Lectora, y quedó en el cabus en cuento a Ciencia; dos de cada tres estudiantes no saben hacer operaciones básicas. Quería una nación de ignorantes, pues lo está logrando.
Por eso ya no hay duda: este canijo no quiere soltar el poder.
La prueba palpable y a la vista, es la cooptación del Instituto Nacional Electoral, con Guadalupe Taddei y la revuelta en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con el ministro en retiro Arturo Saldívar y la magistrada Mónica Soto; a la Corte, llega la morenista dura, Lenia Batres, como ministra. Todas estas esferas confluyen en el arbitraje de las elecciones más trascendentes por los riesgos que enfrenta la democracia y la amenaza real de la restauración de la dictadura en nuestro país.
Veo -no creo equivocarme- que AMLO comenzó a armar su estrategia transexenal desde 2021, que perdió la mayoría constitucional en el Congreso General y no pudo avanzar con lo que considera sus grandes reformas “transformadoras” y por eso necesita más tiempo con equipo renovado.
Partimos de que él es el “pueblo” y la figura pública; en un solo ente, gobernados y gobernante. Fuera de él, que es su mundo, no hay nada. Ni nadie. Todo es usable y desechable.
Si el “pueblo” quiere, está dispuesto al sacrificio y continuar en la Presidencia y en el poder. ¿Cómo?
Plan A.- Lo primordial es ganar las elecciones federales. Como sea -ocioso abundar al respecto-. Mandatar a través de Claudia Sheinbaum. Por eso le dio el bastón de dulce, y el propio Presidente se ha encargado de hacerlo visible con la candidatura en la Ciudad de México; la permanencia de su ex canciller Marcelo Ebrard en Morena, y los agregados a la campaña de Shein, de la ex secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, del descolado “hermano del alma”, Adán Augusto López; de Juan Ramón de la Fuente y del mismo Saldívar.
Esas visitas a Palacio Nacional para reuniones entre amigos y platicar del clima, me recuerdan “el beso del diablo”. Esa frase con que marcó Gustavo Carvajal Moreno, en la sucesión de 1982, a todo aquel aspirante que iba a “San Gerónimo” a ver al ex presidente Luis Echeverría, para pedirle consejos y su respaldo. Pero que en la actualidad aplica a la inversa, porque todo lo que tiene que ver con Morena, candidaturas y alianzas políticas y económicas inconfesables, tiene el visto bueno en Palacio Nacional y no en el cuartel de la precandidata presidencial. En el futuro inmediato, gane o no Claudia, el país estará en casa “La Chingada.
Me explico con el Plan B.- En el escenario que gane Claudia y que en una de esas, una mañana se despierte bien envalentonada y diga: -¡Ah chinga! ¡Si la Presidenta soy yo! y pretenda tomar las riendas del gobierno, su jefe tiene con qué aplacarla:
1).- Amenaza de un golpe de Estado y/o levantamiento por las fuerzas armadas; formales: Ejército, Marina y GN; y las fácticas: crimen organizado con sus “bases sociales” y los fanáticos amlovers y 2).- una consulta de revocación de mandato en 2027.
El senador suplente morenista, Alejandro Rojas Díaz Durán, propuso reformar la Constitución para crear la figura de “senaduría honorífica” y los presidentes puedan formar parte del Senado cuando terminen sus mandatos con el fin de “darle valor a la experiencia y al conocimiento” adquirido en sus mandatos. En septiembre, el mundillo político se pitorreó y López Obrador rechazó tajante la iniciativa. A estas alturas, todo es posible, aun las más aparentemente descabelladas ideas.
Porque hará lo que sea, para recuperar esa mayoría constitucional en las próximas elecciones legislativas y convocar así, en caliente, a un Constituyente que redacte -de hecho, ya está- la “Constitución de la Cuarta Transformación” que daría vida a un nuevo orden político y social y que no es otro que el poder absoluto, sin oposición ni contrapesos que se mantuvieron, como sea, hasta el Peñato. Sería igualito a Cuba y Venezuela. Apuesto que la carta magna obradorista abriría la puerta a la reelección consecutiva o posterior de un presidente.
Ahí tenemos a otro gran amigo de AMLO, el brasileño Lula da Silva, que ganó la presidencia en 2002, luego se reeligió en 2006 y es nuevamente presidente desde 2022, a los 78 años. El tabasqueño tiene 70 años y se siente joven y bello. ¿A poco no la puede buscar nuevamente a los 76 si la Constitución ya se lo permitiera? Pero incluso, como tiene como momia egipcia a la Sheinbaum, en revocación de mandato la manda a su casa o de embajadora, y él es aclamado por el “pueblo” -y las fuerzas armadas referidas-, nuevamente presidente.
Para el eventual triunfo de Xóchitl Gálvez, desde luego que también tiene plan, más drástico, pero se trata de sus objetivos, no del país. Va desde lo que muchos analistas han comentado: alegar fraude y desconocer los resultados, como sucedió en 2006; un golpe y/o levantamientos; revocación de mandato; el rompimiento de sus gobernadores al Pacto Federal, y lo tengo que escribir, no como sal sino amenaza: el magnicidio.
Por eso es de suma importancia que el Frente Opositor no se equivoque. El triunfo estará en armonizar las campañas presidencial con las legislativas; postular perfiles competitivos; dedicarle lo suficiente y más al programa de gobierno; y desde luego una super estrategia de comunicación política. Hablamos de contrarrestar la comunicación operada desde Palacio Nacional y no es cualquier cosa.
Maximiliano Cortázar tendrá que hacer mucho con muy poco, porque no es lo mismo diseñar estrategias desde el poder que fuera de él. A Xóchitl todas y todos la tenemos que ver hasta en la sopa.
Pero a lo que voy, es que es realmente decepcionante que ahora, que México tendrá por primera vez una presidenta -quien sea, Claudia o Xóchitl- su destino, el nuestro y el del país entero, seguiría en manos de un machista que nada más no quiere soltar el poder…
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Y por eso que no caben las tarugadas en el Frente Opositor, algo tendrá que hacer Alito Moreno con Memo Valencia en Michoacán. El dirigente estatal se siente dueño del partido, un AMLO en el tricolor.
Esta semana, no respetó ni el día de la Virgen de Guadalupe y volvió a amedrentar a la bancada del PAN con la designación del nuevo Auditor Superior del Estado. A ver. Ésta no hace caso ni a la dirigente Cuquita Cabrera y al secretario general, Javier Estrada. Anteayer se fue a Tuxpan y desde ahí llamó a las militancias del Azul y del PRD a unirse con el PRI.
Ahora si el priísta está como la Shakira: bruto, ciego, sordomudo, torpe, traste y testarudo.
No aprendió nada del 2021; se fue por su lado en la elección para presidente municipal en Morelia y Alfonso Martínez le puso una reverenda chinga que lo mandó al tercer lugar. En esas intermedias, la alianza Va por México no logró la mayoría constitucional en la Cámara Baja, precisamente por pendejos arrogantes. Necios como Memo Valencia.
Lo peor que puede hacer un político, es creerse sus propias mentiras. Una inmoralidad también, si el PRI va con el PAN y PRD en las federales, andarse robando las canicas. Ya de plano, Alito ¡haz algo!
Este jueves, las dirigencias panista y perredista iniciaron su mesa de trabajo sobre los entornos político-electorales en cada uno de los 112 municipios donde se renovarán las alcaldías, así como de los 24 Distritos locales. El partido más competitivo será apoyado por el otro, acordaron Cuquita y Javier con Octavio Ocampo y Lupillo Aguilera, del Amarillo…
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A ver, todos aquellos que andan con la “transformación”. Por ahorrar recursos, el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas retira custodias a activistas, como la diputada y madre “buscadora” Margarita López. Y eso, que es del obradorista Partido Verde.
Esta semana reveló que desde junio, por acuerdo del Mecanismo, le fue retirado el servicio de escoltas federales por el solo hecho de ser diputada y sin tomar en cuenta el riesgo que representa su actividad de búsqueda; interpuso un recurso de amparo pero ha tardado en resolverse.
Lo más increíble, es que se le retiran los policías por el riesgo que enfrentan los elementos al tener que acompañar a las mujeres en su búsqueda de restos humanos en zonas altamente peligrosas.
Hace ocho días, a Margarita le “levantaron” a uno de sus hijos, quien también era custodiado por el Mecanismo. Gracias a Dios fue liberado…

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