LA COSTUMBRE DEL PODER

Simulaciones sin enigmas

Gregorio Ortega Molina

*Lo mismo sucede con el líder de la 4T y sus secuaces. Como buenos toreros, pusieron el engaño en la cara del México bueno y sabio y -como dice el procaz Paco Ignacio Taibo II- se la dejaron “Irineo” toditita

Aparentar lo que no se es requiere de oficio. Sólo se perfecciona con la práctica, el cinismo y la complicidad de esa parte de la sociedad a la que está destinado el engaño. Harry Houdini, David Copperfield, Siegfried y Roy, palidecen ante lo que hacen los líderes políticos y sociales para ser aceptados, aunque ellos aprendieron de los que quieren ser lo que únicamente pueden aparentar, muchas veces con terrible dolor emocional y, por qué no, moral.

Con leer alguna de las biografías de los césares, nos damos cuenta de que la simulación es un requisito indispensable para gobernar naciones enteras, y disponer de la vida del pueblo bueno y sabio sin chistar, posiblemente sin remordimientos, pero sin apaciguar los rencores y sin satisfacer las venganzas. Con más lealtad que inteligencia.

Simón Bolívar, Fidel Castro, José Stalin, Adolfo Hitler, Carles Puigdemont, tan parecidos entre ellos como Calígula y Claudio, o Trump, Bolsonaro, Milei y nuestro impoluto presidente de la República.

Simular es la función del gobierno sin tacha; también la de la vida privada o pública sin sombra, mácula o vergüenza. La vida sexual, la intimidad familiar, el cuerpo, todo es intransferible. Quien es mujer, vive y siente como lo que es. A los varones les ocurre lo mismo, a pesar de que, a algunas, o muchas, o millones de personas de ambos sexos, supongan, o deseen, o necesiten, o requieran no ser lo que son, e intercambiarse por sus contrapartes para sentir, entonces sí, que viven.

Con políticos de toda ralea sucede igual, lo mismo entre quienes mandan desde la cúspide y se ven y sueñan como los más aceptados y aplaudidos del mundo; para sentir apasionadamente las pulsiones del poder pagan encuestas y ordenan una narrativa de su desempeño totalmente ajena a la realidad.

Nada cambia, ni con la “imposición” de un lenguaje ficticio. Se es lo que se es, y punto. Aquí me percato de que el culmen de la simulación está en el negocio del sexo, lo mismo entre prostitutos y prostitutas, entre pederastas que entre otros abusadores sexuales y golpeadores o golpeadoras. Aprenden pronto a dar a su contraparte lo que pagaron, y los prestadores del servicio no necesitan ni sienten. Es la simulación total.

Lo mismo sucede con el líder de la 4T y sus secuaces. Como buenos toreros, pusieron el engaño en la cara del México bueno y sabio y -como dice el procaz Paco Ignacio Taibo II- se la dejaron “Irineo” toditita.

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