La herencia maldita
Gregorio Ortega Molina
*El prodigioso gobierno del deslumbrante Andrés Manuel López Obrador, concluirá en un estrepitoso fracaso
Desconozco qué percepción, qué datos -que no sean los “otros”- tienen las dos señoras que anhelan, pretenden, sueñan con encargarse de poner orden en el caos administrativo, político, económico, jurídico y social que dejarán caer en sus manos e inteligencia, de ganar la contienda electoral.
Recibirán una República con los signos vitales como para que permanezca en terapia intensiva los primeros seis meses posteriores al cambio, y con un Estado disminuido, desarticulado, porque así convino a los intereses del fundador de la 4T, en su peregrina idea de sumarse al ideario y logros de los gobiernos cubano, venezolano, nicaragüense, brasileño y argentino. La utopía de una República Bolivariana capaz de producir inmensa pobreza e ignorancia, para mangonearla a su gusto y para beneficio de los suyos, exclusivamente de ese grupito que le es más fiel que a Naasón Joaquín García.
El botarate (en su acepción de americanismo e hispanismo) de Andrés Manuel López Obrador supuso que el dinero obsequiado a manos llenas a través de sus plásticos sociales, se convertiría en el motor social de la reactivación económica, y que el PIB -durante su gestión- superaría el cinco o seis por ciento. Ahora sostiene que el tren maya impulsará el crecimiento del sureste durante cien años. Menos mal que no fue tan ambicioso como el Tercer Reich de los mil años.
Bueno, y el almacén con las medicinas de todo el mundo. Ni él mismo se la cree; primero, porque ni idea tiene cuántos y cuáles son todos los medicamentos producidos por sus odiados laboratorios, y en segundo lugar porque almacenarlos así, sin más, puede producir grave desperdicio, por aquello de las fechas de caducidad. Obvio puede solucionarse con un programa cibernético y un algoritmo, y para ello necesitaría de su némesis, Xóchitl Gálvez.
En cuanto al aprovechamiento de los veneros que nos escrituró el diablo, debió modernizar en lugar de hacer más refinerías; necesitamos plantas petroquímicas, pues se anuncia el regreso de la energía nuclear además del crecimiento de las energías renovables para producir luz, y para el transporte, ¿en cuántos años se harán obsoletos los motores de combustible?
Quizá en lo único que acertó fue concluir el transpeninsular y promoverlo, aunque se enfrenta a idénticas exigencias a las que lo obligaron a tirar a la basura miles de millones de pesos, al cancelar el AICM en Texcoco, por aquello de que afectaba a Panamá y Atlanta. Aunque el Canal es obsoleto y lento, cumple una función geopolítica.
El prodigioso gobierno del deslumbrante Andrés Manuel López Obrador, concluirá en un estrepitoso fracaso.
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