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  • Todo, porque no empinarse como Zaldívar
  • Reaparecerá “Superbarrio”, ahora, contra la abstención

Martha Elba Torres Martínez

El inaudito ataque de López Obrador contra el Poder Judicial Federal no hace más que desnudar lo que es en realidad el “segundo piso de la transformación”: demoler la democracia y construir sobre sus polvos el régimen autoritario en México, como en Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Que el titular del Poder Ejecutivo federal odie -con odio jarocho, decía el ratón Crispín- a la presidenta de la Suprema Corte, Norma Piña, porque se negó empinarse ante él como lo hizo en su tiempo Arturo Zaldívar, es una cosa; pero que el castigo, que las represalias se extiendan a las y los empleados -55 mil- es ya reventar el sistema de justicia del país.

Me he referido al PJF como el último reducto de defensa a la democracia mexicana y no me equivoco. El Presidente quiere acabar con todo lo que en su idea, representa el “neoliberalismo”, no importa que las instituciones y organismos autónomos hayan sido resultado de la propia lucha democrática y avance del país. Es su revolución a la cubana, supuestamente sin armas, pero a manotazos, garrotazos, persecución y linchamiento mediático.

Por primera vez, las y los trabajadores del PJF salieron a las calles e iniciaron desde ayer, un paro nacional que se extenderá hasta el próximo martes 24 del mes. ¿Lo hacen para defender a Piña Hernández y resto de los ministros y sus grandes sueldos, como dice AMLO? No. Reaccionan a la conculcación de conquistas laborales.

¿Que “burocracia dorada” no hay en los otros Poderes, el Ejecutivo y Legislativo? ¿Dónde se atiende el propio Presidente y todos sus colaboradores hasta mandos altos y medios, los senadores y diputados? ¡No me digan que en el Seguro Social o ISSSTE! ¿Cuánto gasto representa a los contribuyentes López Obrador? ¿No esta, acaso, en la cúspide de esa “democracia dorada”?

Aquí el tema es que hoy es el Poder Judicial Federal, mañana ¿qué gremios le siguen? Los sindicatos de esta institución anunciaron una marcha este domingo, del Monumento a la Revolución al Zócalo capitalino, y a una concentración en el Senado de la República para el martes 24, que se presenta la minuta procedente de la Cámara Baja que eliminó 13 de los 14 fideicomisos y que representan 15 mil millones de pesos. Que curioso, la misma cantidad que fue saqueada de Segalmex por Ignacio Ovalle.

Los empleados del PJF han llamado a la solidaridad y acompañamiento de las fuerzas sindicales del país. Quién sabe cuántos respondan y qué quede de ese combatiente magisterio y universitario, los petroleros y de electricidad. Ya valieron padre. Por lo menos durante el neoliberalismo, todavía tenían fuerza para defender los derechos de la clase trabajadora.

Quiénes están hoy en defensa de los fideicomisos del Poder Judicial no son los “arriba”, sino los abogados, secretarios técnicos, actuarios, proyectistas, personal administrativo, coordinadores técnicos, oficiales judiciales, entre otros trabajadores sindicalizados, de base y de confianza.

Se sienten agraviados por esas expresiones escandalosas en un Presidente de la República, de decirles que no hacen nada, huevones. “No trabajan y se van de vacaciones dejando sentencias sin atender”, y todavía manipulados por sus dirigentes charros, por los ministros, magistrados y jueces, que igual pueden estar protegidos por los fideicomisos, pero en mínima proporción.

López Obrador dio su palabra de que los derechos de los trabajadores estarán garantizados aun sin fideicomisos. Neta. ¿Quién le cree? Así prometió un sistema de salud como el de Dinamarca y acabar con la violencia y la criminalidad repartiendo tarjetas del Bienestar; juró acabar con la corrupción y la fomentó.

“Que estén conscientes que no van a salir perjudicados en nada, es mi palabra y soy un hombre de palabra, y los compromisos se cumplen y si hay un trabajador que va a recibir menos de su salario o se les van a quitar prestaciones, nosotros somos avales. Yo soy la garantía de que no se les va a tocar absolutamente nada de su sueldo, de sus prestaciones, para que no los manipulen. Lo que va a suceder es que los ministros ya no van a ganar los 700,000 pesos mensuales”, dijo, como si no supieran los propios empleados cuánto ganan en realidad.

Pero lo más cínico: los 15 mil mdp de pesos de los fideicomisos del PJF, los va a entregar “a niños pobres de primaria. O sea, que no devuelvan el dinero a la Tesorería de la Federación sino que se etiquete el recurso, que va a ser para ampliar las becas en el nivel básico, preescolar, primaria y secundaria, porque se entregan como seis millones de becas pero no alcanza a todos”.

Lo que no aclaró el Presidente, es dónde terminarán etiquetados. Así de simplista la narrativa de AMLO y solo apta para pocas neuronas. Porque de los 33 mil mdp de recursos del Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos (FPGC) en Salud nunca se supo nada, ni de los 100 mil mdp del Seguro Popular que desapareció. ¡Ah! Si. En becas y pensiones.

La Suprema Corte es el último bastión de defensa a la democracia y el constitucionalismo en México. Si el Poder Judicial Federal no soporta esta arremetida, estaremos perdidos…

                *

Pero ¿dónde esta esa vieja izquierda que tanto luchó contra el presidencialismo exacerbado, la hegemonía del PRI y la dictadura perfecta? Una muy importe parte, en la nueva versión de ese régimen, y que es Morena.

El 16 de octubre, solo Excélsior y la RedNoticias publicaron nota sobre la iniciativa de Marco Rascón Córdova, el mítico “Superbarrio” y del movimiento Asamblea de Barrios que surgió en la Ciudad de México, en 1988 y que acompañó la lucha del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y el PRD.

La iniciativa, conocida como “Colibrí por Xóchitl” sigue la candidatura presidencial del Frente Amplio por México.

De acuerdo a las notas y en declaración de Rascón aquí retomadas, junto con esos izquierdistas congruentes que aun quedan, harán próximamente un llamamiento a organizaciones, grupos y personajes de la izquierda democrática de México y los mexicanos de bien, progresistas, liberales, pensadores, dirigentes sociales, a sumarse a Gálvez, “pero no para restablecer viejos vicios anteriores a 2018, sino para que una nueva fuerza social y civil hecha gobierno, construya las bases para una reconstrucción de la vida democrática, donde seamos iguales los diferentes, pero con derechos y obligaciones iguales”.

Se proponen construir una estructura social en torno a Xóchitl Gálvez, que denominan “Columna Ciudadana por la Democracia” que se ocupará en detectar en barrios y colonias a simpatizantes de Gálvez; realizar reuniones periódicas, inicialmente cada 15 días y a partir del inicio de la campaña constitucional, cada 7 días y o reuniones extraordinarias.

No irán a tirar choro mareador, sino involucrar a los participantes en las noticias sobre el quehacer político y gubernamental, comentarlas y contrastar las declaraciones de López Obrador con la realidad cotidiana, con la carestía, falta de medicamentos y atención médica, con la violencia en las calles. Esto es importantísimo, porque tan grande es el mito del AMLO honesto y trabajador, como que la gente esta pegada a las noticias.

¿Qué hizo despertar al “Superbarrio”? en sus declaraciones, Marco Rascón explicó que lo movieron, primero, la desilusión y las manifestaciones ciudadanas del 13 de noviembre de 2022 y del 26 de febrero de este año.

“Ante el desconcierto por el mal gobierno, la frustración y la traición de la esperanza, es momento de tomar partido decididamente por la democracia, generar organización ciudadana y apoyar las causas sociales que de manera precaria y aislada, resisten a la traición y el fracaso de la llamada cuarta transformación. El país está lleno de causas sociales, políticas y económicas, que deben estar representadas y tienen el poder para expresarse y decidir en el próximo gobierno”.

Además de Marco Rascón, están en esta iniciativa, Jorge Reza Maqueo, José Irán Santos, académicos como Enrique Villarreal Ramos y personajes que participaron en el Movimiento Estudiantil de 1968, como María Antonieta Rascón.

Le preguntaron a Marco si la senadora Gálvez Ruiz conoce la iniciativa: “No tenemos ningún contacto con Xóchitl. Considero que para eso no hay que preguntar; yo no necesito ni bendición ni nada, es una convicción que surge de un grupo de compañeros que consideramos que es el momento de actuar y responde al pleito que se avecina en las elecciones del 2024”.

Entonces, ya veremos nuevamente a “Superbarrio”, ahora luchando contra la abstención y el vacío. Porque lo peor que podemos hacer es no votar y dejar que la oscuridad avance…

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