Vámonos acostumbrando a lo peor
Gregorio Ortega Molina
*98 millones el padrón electoral, si desean hacerse con el poder limpiamente habrán de talonearle mucho; si el resultado de la suma de participantes en la elección presidencial no suma, al menos, los 80 millones de electores, quiere decir que México va para peor
*Marcelo olvidó que AMLO es copia fiel de Salinas en el uso del poder. Lo engañó como Carlos a Manuel Camacho. Si desea trascender, debe sumarse al Frente
*Alfonso Durazo terminó por doblarse con AMLO como no lo hizo con Vicente Fox. Nada peor que intervenir así en la sucesión presidencial
Veo y leo el rostro de Sandra Cuevas cuando se auto postula para ser gobernadora de la Ciudad de México, me resulta tan parecida a Layda Sansores que no puedo sino preguntarme por qué los políticos, de uno y otro signo, terminan por ser mellizos. El poder los deforma.
Obvio no es un asunto genético, tampoco de instrucción pública o deformación profesional. Es el modelo de gobierno, el presidencialismo autoritario y garante de impunidad, el que les imprime su impronta. Resulta fácil deducir que para 2024, sin importar quien se haga con el triunfo, los mexicanos deberán acostumbrarse a lo peor.
¿Por qué? Porque el cambio no se limita a sufragar. Leo que ahora el padrón electoral es de 98 millones, lo que significa que, si AMLO ganó con 33 millones de votos se hizo del poder con tan solo la tercera parte, lo que es fácil de revertir. Lo difícil nos ha resultado exigir transparencia, rendición de cuentas, acabar con la impunidad, garantizar el cumplimiento del mandato constitucional y hacer, de una buena vez, esa transición que los partidos atoraron en alternancia, porque es lo que les conviene y se traduce en prerrogativas, en cientos o miles de millones de pesos.
Ahí está Dante Delgado, aferrado el hueso, sin atreverse a dar un paso definitivo para modificar lo que parece inmodificable. Los mexicanos no pueden continuar permitiendo que su destino sea administrado por unos cuantos, sin atreverse a decir esta boca es mía.
Deben entender que el cambio está en ellos, de ninguna manera en Marko Cortés, Alejandro Moreno, Mario Delgado, Jesús Zambrano, o los propietarios del dinero y la banca o la especulación, mucho menos en la toma de decisiones de los cárteles, porque entonces el futuro inmediato es Ecuador, Colombia, Venezuela.
¿Por qué los electores son abstinentes? ¿Ofrecen respuesta las candidatas o los candidatos? ¿Hay proyecto? ¿Se animará alguna o alguno a desmarcarse de esa perniciosa fuerza que son los institutos políticos? ¿Puede surgir otro Frente Democrático Nacional? ¿Temen usar el mismo membrete?
Los 98 millones del padrón electoral, si desean hacerse con el poder limpiamente habrán de talonearle mucho; si el resultado de la suma de participantes en la elección presidencial no suma, al menos, los 80 millones de electores, quiere decir que México va para peor.
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Sorprende que Marcelo Ebrard se dé por ofendido. Conoce las reglas del juego de ese poder autoritario. Si Carlos Salinas de Gortari realmente tuvo un acuerdo con Manuel Camacho Solís, la realidad del poder le hizo mudar de opinión. Imposible saber cuáles fueron los pactos de AMLO con Marcelo, quizá involucran a Robert S. Kapito o la supuesta transferencia de los moches de la L-12 para financiamiento de su campaña.
En cuanto al comportamiento de Alfonso Durazo Montaño, ¿por qué si acepta de AMLO lo que negó a Vicente Fox. Ahí está su carta de renuncia del 22 de junio de 2004: “Pretender decidir desde el gobierno quién será el próximo presidente fue el pecado original del viejo régimen”.
Nunca hemos salido de ese viejo régimen, nos doraron la píldora con la alternancia, tiene pavor al cambio, a la TRANSICIÓN, a la reforma del Estado.
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