La maldita tentación
Otros planetas antiguos, deben haber progresado
desde especies biológicas, que son
carcasas frágiles para la mente,
hacia entidades mecánicas inmortales.
Stanley Kubrick
Arturo Suárez Ramírez/@arturosuarez
El enojo del presidente ya es incontenible, es evidente y queda de manifiesto todos los días en su conferencia mañanera, intenta bromear, pero ya no le sale, recurre a la rutina de los otros datos, pero ya no arranca hilaridad, pone cancioncitas en su pantalla, avienta sus frases hechas y le ponen a la “prensa” que le gusta para que le digan que es un “gigante”, pero a la hora de enfrentarse con la realidad ni aguanta, aprieta la quijada, levanta las cejas, entra en furia y se va contra el que le pongan enfrente.
Faltan unos meses para que termine el sexenio y no imaginó lo descompuesto que se le iba a poner el país, incluso más que a Felipe Calderón y a Enrique Peña Nieto, se suponía que a estas alturas del sexenio deberíamos vivir en paz con respecto al narcotráfico, con programas sociales que incentiven la superación, con un sistema de salud que no le niegue la posibilidad de consultas, medicamentos y procedimientos a ningún mexicano, pero es todo lo contrario, no hay paz, el territorio narco se sigue expandiendo, faltan medicamentos y la violencia en pleno.
Cuando la mañana de aquel 6 de abril del 2022 López Obrador pronunció aquello de “no me vengan con el cuento de que la “Ley es la Ley” nos enseñó de qué está hecho, no es un demócrata porque ha ido demoliendo las instituciones que le ponen límites a su poder y deben dar certidumbre al ciudadano, como ejemplos está el INE, la CNDH, el INAI y si no lo ha logrado en otras instancias no es porque no lo haya intentado, todo lo que huela a autonomía le molesta, es un hombre que quisiera el control de todo.
Pero fiel a las viejas prácticas del presidencialismo López Obrador ya vive su ocaso y eso le duele y mucho, por eso intentan exponerlo lo menos posible a los periodistas de la mañanera que saben que es el momento para preguntar fuerte, los filtran, los excluye y hasta los castiga la gente de Jesús Ramírez Cuevas que pone a sus “comunicadores” para que los otros no pregunten y cuando eso sucede se activa la alarma para que ellos y las hordas rabiosas vayan por los malos de “malolandia” que están en contra del régimen.
Así ha sido el sexenio y ejemplos de la furia presidencial, están para la historia, de los desplantes ante las víctimas y sus familiares, de aquellos compañeros que le fueron a exponer que sus vidas corrían peligro y los dejaron solos. Pero también de los enviados del presidente que han sido indolentes ante el caso del atentado con Ciro Gómez Leyva e incluso se atrevieron a lanzar amenazas de muerte veladas contra Víctor Trujillo en presencia del humanista llamado López Obrador.
Todavía falta lo más complicado en el sexenio de un solo hombre y es que este deje el poder, ese poder que lo tiene enfermo y hasta amenazante con los medios de comunicación, reporteros, activistas, científicos, feministas y hasta con la clase media por querer tener una vida mejor, por aspirar y tener instrucción educativa de calidad, mejores empleos, tener más de dos pares de zapatos y con 200 pesos no alcanza, pero a estas alturas aquello de la austeridad republicana resultó un cuento más del populista que despacha en Palacio Nacional.
No es poca cosa las amenazas que lanza desde se púlpito matutino porque cuenta con todos los aparatos del Estado, ha cumplido a cabalidad con el camino marcado por personajes como Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Fidel Castro y otros. Así que falta lo peor con un presidente en el ocaso, al que nada le sale bien, pero con mucho poder y tentaciones por reprimir o expropiar… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.