¿A qué juega Ebrard?
El sentido del misterio es la única emoción
que se experimenta con más fuerza
en el arte que en la vida.
Stanley Kubrick
Arturo Suárez Ramírez/@arturosuarez
La semana pasada Marcelo Ebrard quemó sus naves y se lanzó contra el proceso de selección que están viviendo en el partido del presidente, dijo que no hay suelo parejo y que están haciendo mal uso de los recursos públicos ya que varios funcionarios están usando el presupuesto como en la Secretaría del Bienestar para impulsar la campaña de Claudia Sheinbaum. En ese mismo discurso dijo que él no era desleal, lo que se puede leer ese dardo llevaba además de Mario Delgado la dirección de Palacio Nacional, es decir a López Obrador que es el jefe de partido.
La historia de Marcelo Ebrard ha estado subordinada a la de López Obrador quien lo puso como funcionario cuando López fue jefe de gobierno en el año 2000, ahí lo mantuvo y protegió cuando no actuaron con los linchados de Tláhuac y Vicente Fox ordenó su destitución.
Luego de esos acontecimientos y decir que todo era un complot para descarrilar al tabasqueño lo perfilaron para que fuera su sucesor en el entonces GDF mientras él llegaba a la Presidencia de la República y en 2012 repetir la ecuación, pero se les atravesó Felipe Calderón.
Con la derrota a cuestas, pero con el premio de consolación que les representó la Jefatura de Gobierno en prerrogativas, López Obrador se inventó la presidencia legítima para catapultar su segunda campaña y recorrer todo el país, para tal motivo pidió a diputados y afines aportaciones para sus giras, entre ellos a quienes trabajaban en el GDF y habían sido colocados por instrucción de López Obrador, todos le entraban al juego.
Pero la cosa cambió rumbo al 2012 en que Marcelo Ebrard manifestó sus intenciones de contender por la presidencia, Ebrard sentía que era su momento porque había logrado impulso con la construcción de la Línea 12 del Metro, mientras Felipe Calderón y los panistas se ahogaban con tanto muerto por su fallida guerra contra el narcotráfico.
Así se enfrentaron en una campaña interna López Obrador contra Marcelo Ebrard, las casas encuestadoras ponían muy cerrado el resultado, al final López Obrador y sus cabilderos lograron convencer a Marcelo quien a regañadientes le dio vía libre para su segundo intento que sucumbió ante Enrique Peña Nieto que lo atropelló en la elección. Al inicio de aquel sexenio Ebrard pensó que podría manipular a Miguel Ángel Mancera como lo había hecho López con él, pero el rompimiento fue prematuro y salió por piernas de México porque se destapó la corrupción en la construcción de la Línea 12 del metro.
Hubo distanciamiento con López Obrador, pero el poder entre los políticos lo reconcilia todo y regresó para apoyar la tercera campaña de López Obrador rumbo a la presidencia.
El ex canciller le operó la campaña desde Estados Unidos, presentaba el proyecto con políticos de aquel vecino pues había acompañado a Hilary Clinton en la intentona por ser presidenta. Cuando regresó a México fue para incorporarse a las filas de Morena y con el triunfo convertirse en parte del gabinete, a pesar de entregarle buenos resultados a su patrón, lo ha mantenido a distancia de su primer círculo y de su corazón que lo ocupa Claudia Sheinbaum para el relevo en Palacio Nacional.
Así que Marcelo sabe que es su última oportunidad, el tiempo no perdona y difícilmente se colocaría en otra posición parecida. Pero, seamos claros, Marcelo Ebrard se formó en el viejo PRI donde privilegiaban a los “hombres de partido”, eso le enseñaron sus mentores y así se va a comportar.
Marcelo Ebrard tiene pocos escenarios, es el elegido por la encuesta, se alinea a la campaña de Claudia o se va a Movimiento Ciudadano, pero con el permiso de López Obrador que sigue teniendo línea directa con Dante Delgado.
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Hasta la próxima.